MURCIA (EP). Francia se queda sin Gobierno. Los diputados de la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular y los de la ultranacionalista Agrupación Nacional han votado a favor de destituir a Michel Barnier como primer ministro francés, apenas tres meses después de que tomara el cargo a propuesta del presidente galo, Emmanuel Macron.
Barnier gobernaba hasta ahora en minoría y, ante la dificultad para aprobar los presupuestos, el lunes recurrió al artículo 49.3 de la Constitución francesa, que contempla la posibilidad de aprobar leyes esquivando la votación parlamentaria a cambio de tener que someterse a una moción de censura.
El Nuevo Frente Popular cuenta con 182 diputados en la Cámara Baja francesa, que sumados a los 143 escaños de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, han servido para desbancar al veterano político, elevado por Macron a la Jefatura de Gobierno en un contexto político complicado para el mandatario.
Sin embargo, a la propuesta se han adherido más diputados, pues la moción de censura, presentada por los progresistas, ha salido adelante con 331 votos a favor. Las primeras reacciones han surgido precisamente desde el Nuevo Frente Popular, una coalición integrada por La Francia Insumisa (LFI), socialistas y otras formaciones de izquierdas.
La principal figura política de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, se ha pronunciado rápidamente en sus redes sociales para señalar que la "inevitable moción de censura" finalmente se ha producido, y ha enviado un mensaje a Macron, a quien ha asegurado que incluso colocando a un primer ministro como Barnier cada tres meses, él "no durará tres años" en el Elíseo.
La líder de LFI en la Asamblea Nacional, Mathilde Panot, ha asegurado que el Gobierno de Barnier "fue una provocación" teniendo en cuenta los resultados de las elecciones legislativas, y ha aseverado que "el único soberano de una republica es el pueblo", según declaraciones recogidas por Le Monde.
Panot ha recordado que el Gobierno de Barnier es "el más efímero de toda la Quinta República", y ha incidido en el "deshonor" de su mandato por haber hecho unas concesiones a la "extrema derecha" que finalmente han culminado en su destitución del cargo.
Por otro lado, y contratastando con la efusividad del discurso de Panot, el líder de los diputados socialistas, Boris Vallaud, ha reconocido que su sentir "no es de satisfacción" y ha subrayado que el fracaso de Barnier ha sido el no haber intentado siquiera buscar "el más mínimo compromiso con la izquierda".
También desde el Partido Socialista, el líder de la formación, Olivier Faure, ha subrayado que la moción de censura a Barnier "no es un fin en sí misma", sino que debe ir acompañada con la dimisión de Macron. "Ahora tendremos que crear las condiciones para un nuevo comienzo", ha señalado Faure, que aboga por un gobierno de izquierdas.
"Escuche por fin a los franceses (...) Acepte la idea de que hay un primer ministro de izquierdas abierto al consenso", ha remachado el líder del Partido Socialista en su mensaje dirigido directamente hacia Macron, que este mismo miércoles ha aterrizado en Francia desde Arabia Saudí, donde se encontraba de viaje oficial.
Por su parte, Le Pen ha subrayado que esta votación "no es una victoria", pero que su partido debía posicionarse en una moción de censura y, finalmente, sus diputados se han decantado por "proteger a los franceses" y desbancar a Barnier de la Jefatura de Gobierno.
"Teníamos que tomar una decisión y la decisión que tomamos fue la de proteger a los franceses", ha manifestado Le Pen, que ha insistido en que su partido se ha visto "obligado" a sumar sus votos a los de La Francia Insumisa, la formación mayoritaria del Nuevo Frente Popular. Pese a todo, ha rechazado las voces "catastrofistas" que apuntan a un colapso de la política francesa.
"Nuestras instituciones son de granito (...) Habrá una ley especial que permitirá la continuidad de la vida de la nación. Luego se nombrará a un primer ministro y él mismo volverá a trabajar en un presupuesto", ha relatado Le Pen, que ha restado cierta importancia a la histórica destitución de Barnier.
Así las cosas, Le Pen ha aprovechado para atribuir su parte de responsabilidad a Macron, quien considera que "debe someterse". "Asumirá sus responsabilidades, hará lo que le dicte su corazón y su conciencia, pero está seguro de que él es en gran medida responsable de la situación actual", ha dicho.
Sin embargo, la líder ultranacionalista ha precisado que no pide la dimisión de Macron, sino que considera que la "presión sobre el presidente de la republica será cada vez más fuerte". Asimismo, ha asegurado que su partido "dejará trabajar al próximo primer ministro" para que presente unos presupuestos "aceptables para todos".
Desde el Gobierno, el primero en reaccionar ha sido el ministro del Interior, Bruno Retailleau, quien ha asegurado que tanto el Ejecutivo como Barnier han sido "víctimas de una alianza contradictoria", aludiendo al voto compartido de progresistas y ultranacionalistas.
A pesar de todo, el ya exministro del Interior, una de las voces más duras del Gobierno y a quien se ha vinculado ideológicamente en algunos puntos incluso con Le Pen, ha incidido en que "la derecha no debe eludir sus responsabilidades". "El futuro gobierno debe esforzarse por garantizar que sigamos restaurando el país", ha dicho.