CASTELLÓ. No subir una imagen por miedo al qué dirán es autocensura. Borrar un storie por temor a las reacciones también lo es. Gracias a las redes sociales nos hemos visto cada vez más capaces de crear y difundir lo que pensamos y sentimos, pero lo cierto es que no siempre lo logramos. Son tantas las formas de censura y autocensura que existen que, muy probablemente, nadie se libre de ellas.
"La idea de lo correcto impregna las decisiones que tomamos a la hora de crear una realidad social a través de las imágenes, que hacemos propia desde un lugar común. Todo el mundo crea, almacena y comparte imágenes. Los teléfonos inteligentes permiten la creación y las redes sociales su difusión, especialmente Instagram. Sin embargo, se crean y/o se imponen modelos de representación que condicionan el mensaje y la creación", explican desde el Servicio de Actividades Socioculturales de la Universitat Jaume I.
Diferentes profesionales se darán cita los días 22, 28 y 29 de octubre en las Jornadas de Imagen 2022 -con sede en el Menador de Castelló- para tratar de esclarecer todos estos aspectos y demostrar por qué todos aceptamos, de una forma u otra, la censura.
Opina Jordi Claramonte, doctor en Filosofía e investigador en Estética y Teoría de las Artes, que lo más probable es, de hecho, pasar por varios tipos a la vez. Tras años de investigación, ha detectado el profesional cuatro formas de censura. "Que no te dejen expresar libremente tu opinión como ocurre ahora en Irán, estamos de acuerdo en que es una forma de censura muy evidente. Pero sin duda, no es la única", manifiesta Claramonte. Esta sería la censura de 'intimidación. Vamos con las otras.
"Si quieres acceder a información sobre los arrestos que se han dado también en Irán sobre unas estudiantes que se han manifestado, te encontrarás con un sistema que no te reprimirá, pero no te lo pondrá fácil. Tendrás que gestionar miles de trámites burocráticos para acceder a la información. Este tipo de censura lo llamamos de fricción. Tienes que atravesar una jungla en la que te vas enganchando. No te prohiben que preguntes, pero no lo hacen sencillo", apunta el filósofo, quien se ha nutrido de los análisis de Margaret E. Roberts para llegar a estas conclusiones.
Y tras ella, llegaría la censura de la inundación que ocurre cuando, como dice el nombre, se te cede tal volumen de información que te impide sacar algo en claro. "Imagina que no solo no te dicen nada por preguntar, sino que te animan y de tan dos mil fichas de personas detenidas. Tendrás tantas para revisar que no podrás encontrar lo que buscas", expone Claramonte, quien afirma que todas estas censuras llevan a la última: la de la ignorancia. "Si la inundación y la fricción siguen dándose en el tiempo, quienes quieran obtener respuestas acabarán dejándolo y ya no querrán preguntar." Es esta, pues, la más peligrosa de todas las censuras y es la que se da sin casi darnos cuenta. "Mis padres en Vila-real no se enteraban de las manifestaciones que los obreros libraban en el País Vasco. Les preguntabas y creían que no pasaba nada y, por lo tanto, aseguraban que no hacía falta protestar".
Aunque la censura sea muy evidente en el uso de las imágenes, esto demuestra que también tiene cabida en aspectos como la post verdad, la desinformación y la mentira informativa. En su ponencia del próximo viernes, Claramonte dará algunas estrategias para evitar cada tipo de censura. Y es que, en algunos casos es posible superarlas.
Marta Martín Núñez, profesora de la UJI, analizaba este pasado sábado en la inauguración de las jornadas, la fotografía memorialista de la Guerra Civil que eclosionó sobre el año 2000, coincidiendo con las primeras exhumaciones de fosas comunes. Hasta entonces, el silencio y el oscurantismo marcó este hecho histórico tan importante para la sociedad española.
En su caso, Mónica Carabias Álvaro abordará este viernes todas esas convocatorias, ayudas, premios, exposiciones y concursos que "intervienen, deciden, cambian e incorporan" las propuestas que se ajustan al modelo de inclusión. Un día después, Marta C. Dehesa ahondará en los límites que hay que acatar, o no, en la toma o difusión de una imagen, mientras que Natalia Garcés compartirá su archivo de la Covid-19. Finalmente, la fotoperiodista Hanna Jarzabek compartirá sus trabajos realizados los últimos años en Polonia. Unas fotografías que han querido mostrar la creciente militrarización y radicalización en la sociedad polonesa.
"Es muy difícil atravesar la censura, porque los gobiernos manipulan la información, mienten y no existe una versión oficial de los hechos. Además, en mi caso que hago fotografía, la gente no quiere acceder. Tienen miedo de hablar de manera descubierta y recoger testimonios es muy complicado", afirma Jarzabek, quien ahora mismo se encuentra en Polonia, tratando de cubrir la crisis de refugiados en un mundo cada vez más bipolar y vehiculado para la desinformación.
El Premio Nacional de Fotografía 2024 se encuentra con la obra de Gabriel Cualladó, primer receptor del galardón, en el IVAM