Foto: EDUARDO MANZANAVALÈNCIA. La evolución de los precios internacionales de materias primas –energía, metales, materias primas naturales y alimentación– apuntan a una normalización de las cadenas de suministro y de logística globales y a una bajada de los precios de los metales, materias primas y alimentación, pero los costes energéticos aún se mantienen sustancialmente altos pese a haber descendido en septiembre y octubre.
Así lo señala el servicio de estudios de Cámara Valencia en su último informe sobre la evolución de los precios de materias primas y del transporte marítimo, en el que se incluyen perspectivas para la logística internacional.
El informe destaca que los índices utilizados para el seguimiento de los fletes de lo contendores vía marítima muestran en el segundo y tercer trimestre del año una caída acelerada, la cual, no obstante, se ha frenado en octubre.
Este significativo descenso es consecuencia tanto de la reducción de la congestión en el transporte marítimo y en los puertos, como de un menor ritmo del comercio mundial, anticipando una fase de recesión a nivel mundial.
Los precios de los fletes marítimos se acercan a los niveles previos a la pandemia, si bien los agentes implicados indican que no bajarán mucho más, debido sobre todo a los mayores costes que han de asumir las empresas navieras (combustible, mano de obra, subcontratación, etcétera).
Desde abril de 2022 la presión sobre la cadena de suministro esta reduciéndose de forma continuada, gracias sobre todo a la desaceleración de la demanda mundial, las medidas gubernamentales y la normalización tras la pandemia.
Aún así, el nivel de congestión no se ha normalizado del todo y el índice se mantiene aún por encima de la media de años anteriores prepandemia. Algunos informes apuntan que de mantenerse la tendencia, la normalidad podría alcanzarse en los primeros meses de 2023.
En cuanto a los costes energéticos, el sector más sensible a la crisis por el alza de precios y el racionamiento del consumo de gas es la industria y, en particular, la química, metalúrgica y productos cerámicos (otros productos minerales no metálicos). Fuera del sector industrial, los servicios de transporte y almacenamiento, se encuentran entre los que tienen una mayor dependencia energética (respecto a su VAB).
Alemania e Italia son los dos grandes países europeos más expuestos a la crisis energética actual, mientras que España es menos sensible, no solo porque su industria apenas consume gas ruso, sino porque su reducción de demanda prevista será inferior.
Las expectativas apuntan hacia una senda moderada de desaceleración en los próximos meses, aunque rodeada de una elevada volatilidad, debido a la incertidumbre que genera el conflicto con Rusia.
El alargamiento de la guerra en Ucrania y la amenaza del cierre del suministro de gas ruso a Europa –que finalmente se produjo a principios de septiembre de 2022- provocó en los meses estivales compras masivas de gas natural para su almacenamiento, traduciéndose en un aumento acelerado de los precios en Europa. Sin embargo en septiembre y octubre los precios se han corregido notablemente a la baja, hasta situarse en niveles previos al conflicto. Su evolución dependerá de la dureza del invierno y el conflicto con Rusia.
A corto y medio plazo, se espera que los precios energéticos mantengan la tendencia a la baja, gracias a la desaceleración de la actividad económica y el consumo y el elevado nivel de las reservas de gas y petróleo que ha alcanzado los países europeos.
En cuanto al impacto en las empresas, el aumento del coste energético ha obligado a trasladarlo a precios y recortado los márgenes empresariales. Un 60% de las empresas valencianas afectadas han puesto en marcha medidas de eficiencia y ahorro energético e invertido en autoconsumo energético.
