Me hace mucha gracia cuando los partidos en campaña prometen que van a fomentar la ‘participación ciudadana’. Un concepto sin duda demasiado abstracto, que nadie suele molestarse en especificar mucho en que consiste y del que luego poco se acuerdan durante la legislatura.
Desde mi punto de vista, en España tenemos un claro déficit en este tema. Al final, todo suele depender de los contactos. Si tienes la suerte de conocer al alcalde, a los concejales o a alguien del entorno, será más fácil que te reciban y escuchen.
No obstante, si que podemos ver de vez en cuando contados intentos reales y sinceros por conocer las reivindicaciones de los ciudadanos, incluso a iniciativa de los propios políticos. Me gustaría contar un ejemplo positivo, ocurrido recientemente en Elche.
En octubre el alcalde Carlos González decidió organizar un “Debate sobre el estado de la ciudad”. Se dividió en dos partes: el primer día para representantes de colectivos y el segundo para los políticos.
Gracias a esta iniciativa, los vecinos de las pedanías tuvieron la ocasión de reivindicar con insistencia que se mejorasen las comunicaciones entre el núcleo urbano y el Camp d’Elx. Pocos días después Esther Díaz, concejala de Movilidad, fue a Valencia para solicitar a la Conselleria que la gestión de los autobuses vuelva a ser competencia del municipio de Elche.
No sé como acabará este tema ni si el Ayuntamiento conseguirá realmente mejorar las conexiones con las pedanías, pero es evidente que el gobierno de Elche ha ofrecido esta vez una vía eficiente de “reclamación-acción”.
Pero ahora me gustaría contar otro ejemplo bastante más negativo, el de Alicante. Porque resulta que aquí también celebramos recientemente un ‘Debate sobre el estado de la ciudad’.
Pero a diferencia de Elche, no se estableció un día para los ciudadanos y solo hablaron los políticos. En realidad, fue como un pleno más. Los diferentes grupos políticos se lanzaron reproches de todo tipo y se auto inculparon de los problemas de la ciudad.
Y resulta que en Alicante también tenemos problemas de comunicación con nuestras pedanías, pero algunos solo nos enteramos gracias a que en el siguiente pleno ordinario una veintena de vecinos del campo acudieron con pancartas para protestar y llamar la atención de su causa.
Con todos los periodistas allí presentes, los políticos ahora si se vieron acorralados y tuvieron que comprometerse a recibirles en su despacho. Ante la falta de medios oficiales de participación ciudadana, toca ser imaginativo.
Que en este país lo de Elche sea la excepción y lo de Alicante la regla no es una casualidad. La razón es simple, los políticos prefieren no dar voz a los ciudadanos, no vaya a ser que la usen para quejarse de los problemas y les hagan así quedar mal.
De hecho nuestro alcalde Echávarri tiene bloqueados en su twitter personal a alicantinos que (me consta que sin faltar al respeto) simplemente le escribieron críticas o le mostraron opiniones contrarias a la suya.
Por no decir que en el citado Debate ni siquiera se molestó en hablar. El alcalde decidió pasarle la papeleta a su compañera, la concejal de deportes Eva Montesinos, y no protagonizó ni una sola intervención.
Una actitud que contrasta mucho con la de su compañero de partido Carlos González en Elche, y creo que es muy lejana a fomentar que los alicantinos formemos parte de la política local.
Porque además de ser un buen eslogan de campaña, la participación ciudadana en la toma de decisiones sobre nuestra ciudad, autonomía o país es vital para la buena salud de una democracia, que no solo consiste en votar cada cuatro años.