ELCHE. A pesar de las justificaciones con el “son cosas de niños”, en los últimos tiempos son cada vez más las publicaciones científicas o las aplicaciones móviles, entre otras herramientas, que pretenden concienciar acerca del bullying y la necesidad de su erradicación. Muchas de ellas van enfocadas sobre todo a docentes, padres y madres, pero quizá pocas a los propios niños, y en esa línea va el proyecto ‘La Oficina Imposible’, un cómic creado por Pedro Ortega (máster en Comunicación), Víctor Aroca (licenciado en Historia y Antropología) y Pablo Fernández (ilustrador y dibujante de cómic), tres ilicitanos que han decidido abordar la problemática desde una forma didáctica, pero también original y atractiva, que es el elemento diferenciador con otras herramientas.
La Oficina Imposible es el título de un cómic dirigido a niños y niñas de Primaria y 1º de la ESO. Está protagonizado por tres niños de un colegio que vivirán diferentes aventuras en el patio, “el momento de jugar y cuando tienen más autonomía”, explica Ortega. Estos amigos están hartos de que en el mismo haya abusones que acosen o hagan infelices a otros niños. Estos abusones están representados como si tuvieran superpoderes, los cuales utilizan mal, por lo que en el cómic están representados como supervillanos. Hastiados de esta situación, los tres jóvenes amigos crean esta oficina que pretende ayudar a las víctimas y sumar a aquellos que no quieran sentirse de brazos cruzados; que quieran enfrentarse al acoso.
El proyecto de cómic está formado por siete números, cada uno es un capítulo autoconclusivo en el que los chavales se enfrentan a los abusones en diferentes contextos espacio temporales, desde la época medieval hasta un futuro ciberpunk. Al final de cada episodio, logran que cada supervillano se convierta y deje de utilizar sus superpoderes mal, por lo que el final siempre es en clave positiva y este pasa a ser visto como un héroe.
Aunque Aroca y Ortega se encargaron de la historia y la parte educativa, el primero ha estado más centrado en la guía educativa y el segundo con el guión. Por su parte, Fernández es quien ha hecho lo propio con la parte artística. El proyecto nace porque los dos primeros ya habían hecho otros proyectos de teatro en el centro de menores Els Reiets, una experiencia que les fue muy grata, así que decidieron tirar hacia delante con este proyecto, y dado que Fernández es dibujante profesional, querían hacer algo más juvenil y que repercutiese positivamente en los chavales; algo que aportara a la educación.
Como explica Ortega, “les he dado mucho la matraca a ellos en que muchas veces la calidad de ciertas obras que se hacen para educación, a nivel artístico y creativo es son bajas, lo hace gente con buena voluntad pero al pertenecer al ámbito educativo no tiene por qué conocer los pormenores de la comunicación audiovisual”. En este sentido, indica que “un material educativo tiene que funcionar por sí mismo, leer la obra o presenciarla y que funcione: asociamos material educativo a aburrido y no. Tiene que funcionar”, relata Ortega. Con esto esgrime que por eso el formato cómic funciona ‘por sí mismo’. Además, no sólo es un cómic, este es sólo la primera capa, la segunda es que en cada capítulo hay una guía educativa donde interpretan lo que sucede para trabajar en profundidad sobre el bullying.
Asimismo, la valía de este formato es que puede funcionar dentro y fuera del aula, se lo puede leer un chaval en su tiempo libre y además acerca a niños y niñas al mundo de la cultura, “que también es importante en la educación y le estará sirviendo su cometido de lucha contra el bullying. Y si lo metemos en un aula y un profesor lo trabaja estará ayudando a prevenir todavía más”, indica Ortega. Este grupo de amigos han aprovechado el tirón que el cómic está teniendo últimamente, probablemente por las películas de superhéroes y la cada vez mejor calidad de las novelas gráficas, “es una herramienta muy motivadora”, sentencia Ortega.
Sobre la elección del bullying, Ortega esgrime que en los últimos años ha ido creciendo la sensibilidad hacia el problema, “hay gente que piensa que es nuevo y no. Lo que pasa que no se percibía como un problema, es como la violencia de género, siempre ha estado. Que ahora haya más denuncias no significa que antes no existiese, sólo que ahora hay mayor conciencia”. Así que desde su humildad, pretenden ayudar a reducir la incidencia sobre este acoso modestamente.
Ahora mismo están presentando el proyecto, concretamente el episodio piloto, el tercero, que creen que es muy representativo. Están buscando apoyo institucional o una editorial privada para poder distribuirlo. Si no, puede que exploren la vía del crowdfunding. De momento, la acogida está siendo muy buena, como se demostró la pasada semana en el Salón del Cómic, donde incluso fue gente a propósito para ver sólo su presentación.