ELCHE. Enero ha registrado en Elche la tasa de ocupación más baja desde que se reabriera el turismo tras el confinamiento domiciliario decretado para hacer frente a la primera ola de la pandemia. Con un valor del 32,4%, se sitúa 22,7 puntos porcentuales por debajo de la cifra recogida en enero de 2020 y también cae respecto al mes precedente, diciembre, en 5,5 puntos.
Por otra parte, la rentabilidad continúa bajo mínimos. El precio medio por habitación se ha situado en enero en 46,71 euros, una cifra alejada de los 50,29 euros que se medían hace un año, pero también por debajo de los 48,21 euros del pasado diciembre.
Las razones de este descalabro son conocidas y desafortunadamente parecen no tener solución a corto plazo. Por un lado, las restricciones a los desplazamientos tanto para mercados internacionales como para nacionales. A este respecto, el cierre perimetral de los municipios de más de 50.000 habitantes en la Comunitat Valenciana durante los fines de semana ha sido la puntilla para el turismo de proximidad y el bono turístico. Por otro lado, la práctica inexistencia de eventos profesionales, culturales, deportivos o familiares imposibilita que se produzcan picos de ocupación. Por último, el cierre de la hostelería y el toque de queda nocturno hacen que cualquier estancia en la ciudad por motivos de ocio o gastronómicos sea prácticamente impensable.
El escenario empeora porque apenas se han registrado llegadas de viajeros nacionales que se desplazan por motivos profesionales y se alojan en las instalaciones hoteleras entre semana.
Por su parte, el contexto nacional sigue una evolución negativa. El cierre de 2020 ha puesto de relieve una caída de pernoctaciones hoteleras del 73,3% y una caída del Índice de Precios Hoteleros del -11,8% para el mes de diciembre. Por su parte, el aeropuerto de Alicante-Elche acabó el año con 3.739.499 pasajeros frente a los más de 15 millones de 2019, lo que representa una caída del -75,1% para 2020.
Las perspectivas no mejoran, habida cuenta de la previsible continuidad de las medidas restrictivas. Incluso el medio plazo se ve comprometido por un ritmo de vacunaciones por debajo de lo esperado. La agonía del sector exige medidas valientes por parte de todas las administraciones, con ayudas directas que eviten el cierre definitivo de los negocios, así como la inmediata eliminación de cargas fiscales y sociales que asfixian a unas empresas que hace mucho tiempo no reciben ingresos.