ALICANTE. Laura Verónica Guevara volvía a abrir las puertas el lunes 11 de mayo en La Morena, un restaurante de cocina argentina en Alfàs del Pi, después de tres meses de incertidumbre y de dudas. Y es que cuando cerró por el confinamiento provocado por el covid-19 creía que no volvería a abrir. "El viernes 13 de marzo, cuando cerré, me quedé parada, a oscuras, en el centro del salón, porque no sabía cómo seguir adelante. Mi ex pareja me había dejado muchas deudas; no sabía cómo iba a pagar sin ingresos, parecía que se terminaba el mundo".
Pero el mundo no se terminaba ese día para Laura. Sacó fuerzas de su hija, Brisa, de diez años, "que siempre me levanta el ánimo; también de mi gente y de mi misma" para seguir adelante. Como lo ha hecho en otras ocasiones, porque la historia de Laura está llena de momentos de superación. Llegó hace 16 años de Argentina, con su pareja, para encontrar un futuro mejor. Hasta que hace cinco años, ella, que siempre ha trabajado en hostelería, decidió emprender y montar su propio restaurante. Así nació La Morena, un pequeño rincón de Argentina en Alfàs del Pi, con sus sabrosas parrilladas y sus ricas empanadillas.
Pero de repente todo empezó a torcerse. En diciembre de 2019 se separó de su pareja a la que denunció por maltrato. Una pareja que, además, había dejado a ella y al restaurante llenos de deudas. Laura sabía que tenía que seguir adelante, pero la situación era complicada. "No sabía qué hacer, así que me acerqué a mi banco, el BBVA, que siempre me han respondido y son personas muy cercanas, muy humanas; no tenían porqué preocuparse por mí, pero siempre han estado ahí, en especial Alfonso. Rápidamente se hizo cargo de la situación, la estudió y me orientó para seguir adelante".
Con un plan económico y de negocio nuevo, Laura se sentía con ganas trabajar junto con sus dos empleados para sacar La Morena adelante. "Empezaba a dejar de ver las orejas al lobo, pero llegó el covid-19 y tuve que cerrar. Fueron momentos horribles", confiesa. Un día le llamaron de su oficina del BBVA con una propuesta: acceder a una de las líneas de avales ICO que el Gobierno puso a disposición de pymes y autónomos. Y Laura, que no ha llorado en todo este tiempo, ni cuando escapó de su relación ya que "no tenía tiempo para llantos, ni lamentos; había que levantarse y luchar para seguir adelante", lloró entonces mientras firmaba la póliza en la oficina del BBVA. "Siempre han estado ahí, tanto antes de que pasara esto como durante estos tres meses, llamándome para ver cómo estaba, dándome ánimos… y, cuando Alfonso me llamó con la propuesta y diciéndome que fuera a hablar con el director de la oficina, no me lo podía creer".
Laura reconoce que gran parte de ese empeño por seguir adelante ha sido porque ha encontrado grandes apoyos que le han ayudado mucho a sobrellevar la situación. Por un lado, su oficina del BBVA. Por otro lado, el propietario del local, que desde el principio le dijo que no se preocupara por el alquiler durante el cierre y que ya lo arreglarían. También su compañera y amiga Mariana, "que además de trabajar conmigo, ha estado en todos los buenos y en los malos momentos".
Ahora solo quiere trabajar para que La Morena vuelva poco a poco a la normalidad. "Abrí con miedo, porque mi zona es muy turística y con muchos extranjeros y los hoteles están cerrados y los apartamentos vacíos. Pero tenía que abrir para empezar, no podía quedarme parada y la verdad es que está funcionando bien". De momento, ha conseguido sacar a uno de sus dos empleados del ERTE para que atienda los pedidos mientras ella se mueve entre los fogones. Todo ello con la esperanza puesta en la llegada de turistas en los meses de verano que llenen las terrazas y el interior de su local, "siempre con todas las medidas de seguridad". Después de un mes de trabajo, al bajar la persiana cada día, Laura respira un poco más tranquila y dice que empieza a ver un poco la luz al final del túnel, "que ya toca un poco de alegría".