(Dios creó el mundo en seis días y el séptimo descansó)
Este aforismo forma parte de religiones y teologías de todo tipo. Es un prototipo del trabajo que tiene ocupado a los trabajadores durante una semana.
En el imperio español del siglo XVI, Felipe II (1527-1588) fijó unas ordenanzas en las que tanto sus súbditos europeos y los indígenas del Nuevo Mundo tenían que trabajar ocho horas diarias durante seis días y un séptimo día, los domingos, era festivo y se debía dedicar a la liturgia de la Iglesia Católica mediante la Eucaristía y otras fórmulas. Quiero hacer notar que el trato de la monarquía española respecto a los esclavos era más digna que la de otras potencias europeas que tenían numerosos esclavos. Por ejemplo, en el caso de los indígenas y los negros del imperio español, se les fijaba un número de horas a trabajar cada día que, incluso, era más benigno que el de los propios españoles, fijando en muchos casos siete horas de trabajo para evitar el trabajo al sol en la agricultura, que además generaba enfermedades y situaciones de baja salud. No así Holanda, Inglaterra, Francia y Portugal, que maltrataban, azotaban y les obligaban a los esclavos a larguísimas horas de trabajo.
Añadiré que en el siglo XIX el príncipe Bismarck (1815-1898), canciller del imperio alemán, preguntó al estadístico Ernst Engel (1821-1896) cuál era la edad media en la que fallecían los alemanes. Engel le contestó que era a los sesenta y cinco años. Por esta razón, Bismarck fijó la edad de jubilación de los alemanes en los sesenta y cinco años, a los que se les comenzó a pagar una pensión con cargo al Estado, pero que era de corta necesidad temporal, ya que a dicha fecha fallecían la mayoría de los trabajadores. Estos sesenta y cinco años se generalizaron en todos los países occidentales.
Pero han pasado miles de años de la creación del mundo; quinientos desde las ordenanzas de Felipe II de España y ciento cincuenta de la concesión de pensiones por el canciller Bismarck. El mundo actual es completamente distinto, sobre todo por los avances tecnológicos, maquinaria para la producción en fábricas, factorías automatizadas, incorporación de la mujer al mercado laboral, el intento de igualdad de género entre hombres y mujeres en el trabajo, la conciliación de la vida profesional con la vida familiar, la legislación de cada Estado en materia social, la labor de los sindicatos y otras medidas y hechos que en nada se parecen a lo que tan solo hace treinta años era el mundo laboral. Además, la creación de sindicatos ha impuesto no solo una nueva forma de trabajar, sino que ha sido una verdadera revolución social que ha modificado los temas del ocio, cultura, humanidad, educación y tantas otras cuestiones aplicables a los seres humanos.
Por cierto, que he dicho "mercado" laboral y no "mundo" laboral, porque creo que es más consecuente, ya que se trata de un intercambio entre el trabajo que aporta el empleado y el salario y complementos sociales que le entrega el empresario; y la vigilancia que ejerce el Estado para mantener la estabilidad, legitimidad y justicia en el sistema productivo de cualquier país. La evolución de las jornadas laborales ha ido paulatinamente reduciéndose en número de horas de trabajo mensual y en la mayoría de los treinta y seis países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) se sitúan en unas 35 horas semanales durante cinco días, de lunes a viernes, lo que supone siete horas diarias. Esta cifra no es uniforme. Por ejemplo, en España el número medio de horas trabajadas es de 36,5 horas semanales; en Alemania es de 34 horas semanales; en Dinamarca es de 32,5 horas semanales. Y en estos entornos se mueven la mayoría de los países integrados en la OCDE. En el caso de Alemania, se trabajan menos horas que en España, pero tiene un Producto Interior Bruto (PIB) per cápita superior en un 8% al de nuestro país. Es una cuestión digna de estudiar pero que se deriva de la importante formación profesional reglada que existe en el sistema educativo alemán, mientras que en nuestro país la formación profesional no es la más deseada por los estudiantes o sus padres, que enfocan su trayectoria hacia la universidad. A ello hay que añadir que en nuestro país las horas que se trabajan no son totalmente estructuradas y aparecen cuestiones como absentismo laboral, ausencias del puesto de trabajo para cualquier gestión particular, la hora del bocadillo, el comentario sobre el último partido de fútbol y otras cuestiones. O séase, la productividad, que mide la capacidad de trabajo realizado por cada empleado, es más reducida que la de la mayor parte de los países de la OCDE.
Independientemente de ello, es indudable que en los últimos treinta años en España se está normalizando el trabajar de lunes a viernes, casi siempre entre 7,5 y 8 horas diarias, que suponen las 36,5 horas semanales que he citado anteriormente.
El camino que está siguiendo el número de horas de trabajo es el de disminuirlas, adecuarlas en lo posible a la situación de cada trabajador y seguir por el camino de las novedades tecnológicas que permiten producir con nuevas y modernas maquinarias que elevan la productividad de cada trabajador. Todo ello lo podemos observar en algunos sectores productivos; por ejemplo, en la banca, bomberos, fuerzas de seguridad del Estado, ejército, Defensa y muchas otras en las que no hay un trabajo directo para un cliente y se puede agrupar en unos pocos días y dejar libre una parte de los horarios laborales. En España ya se ha puesto en marcha algunos casos de trabajar cuatro días a la semana, sobre todo en los organismos oficiales que he citado anteriormente y en otras actividades, como puede ser el asesoramiento laboral, gestiones administrativas, planificación de tareas y múltiples labores que suelen llevar a cabo empresas que se dedican a asesoramiento fiscal, ayudas tributarias, relaciones con juzgados y organismos públicos, etcétera, en los que pueden ajustar los horarios de trabajo según su conveniencia y sin merma de su calidad y productividad.
En el caso de España, el partido político Más País de Íñigo Errejón, hace más de dos años que planteó la reducción de la jornada laboral de los españoles en 32 horas, de lunes a jueves, lo que supone 8 horas cada uno de dichos días. El Gobierno español no vio con buenos ojos esta propuesta pero actualmente, dada la situación y menoscabo de los apoyos que tiene el actual Gobierno de coalición, ha aceptado esta idea y la va a estudiar. No es que la vaya a poner en práctica, pero sí tenerla en consideración y realizar algunos prototipos que generen unas excelentes consecuencias para el trabajador y para la empresa, lo cual va a resultar muy difícil.
La puesta en práctica de esta modalidad de cuatro días de trabajo semanales va a ser dificilísima, ya que el tejido empresarial español está compuesto de pequeñas y medianas empresas, así como de trabajadores autónomos, en las que esta reducción de trabajo, que no ha de rebajar los salarios, no la ven con buenos ojos los empresarios, e incluso los autónomos, al trabajar por cuenta propia, no se adaptarían obligatoriamente a este planteamiento. Talvez las grandes empresas españolas o multinacionales que trabajan en España, al tener un alto número de empleados pueden fijar turnos, fijar los días que sean de trabajar y otras cuestiones que cumplan el planteamiento del partido Más País.
Este tema está siendo estudiado por profesionales, catedráticos, expertos en mercados laborales, psicólogos, economistas y otras empresas de servicios. Habitualmente se cita como que este sistema de trabajar cuatro días dentro de los siete días de la semana, tiene ventajas, como las de: a) mayor productividad; b) menor estrés; c) aumento del empleo; d) ahorro de energía; e) conciliación personal y familiar mejor y más sencilla; f) mismo sueldo o salario.
Todo ello lo dicen los defensores de esta reducción de jornada, pero personalmente tengo mis dudas de que sea así, ya que el incremento de productividad, menor estrés, aumento de empleo y otras ventajas, no me parece que sean totalmente ciertas, ya que según la psicología evolutiva y lo que se suele llamar psicosociología del trabajo, no lo han demostrado hasta ahora y tampoco ha sido estudiado en amplitud e intensidad.
Frente a algunas de las ventajas mencionadas, los empresarios y algunos expertos, suelen manifestar que hay numerosos motivos por los que dicen que no funcionará este nuevo esquema de producción de cuatros días en la semana. Entre sus causas dicen que son: a) mayor coste para las empresas, ya que no pueden pagar lo mismo por menos horas; b) sectores complicados, cual es el caso de la hostelería, en la que la mini semana sería muy complicada de implantar; c) si las empresas de la competencia deciden seguir trabajando cinco días, trabajaría otra empresa cuatro días; d) mayor carga de trabajo, ya que seguramente tendría que asumir el mismo trabajo en cuatro días en vez de cinco, lo que provocaría una situación más incómoda para el trabajador; e) reestructuración casi total del sistema productivo de cada empresa, en el que no hay uniformidad de trabajo aun siendo trabajos homogéneos.
A nivel mundial apenas se aplica esta reformulación del trabajo. Parece ser que tan solo Bélgica es la que está haciendo estudios y ayudando económicamente para que sea una realidad esta novedad de las jornadas laborales.
La conclusión sería la de que a largo plazo se irán materializando estas nuevas fórmulas de trabajo y que con el tiempo, digitalización, modernización y robotización, se puede llegar a la jornada de cuatro días a la semana, aunque no será fácil, habrá que negociar caso por caso y no va a ser fácil generalizarlo para todos los sectores productivos. El tiempo lo dirá y creo que al igual que en los últimos treinta años ha habido una enorme revolución en el mercado laboral, también la va a haber con estas nuevas fórmulas de trabajo y que las nuevas generaciones que se incorporen al trabajo harán uso de estas ideas, las cuales el Gobierno español va a intentar acompasarlas en lo posible. Concretamente, el Gobierno español va a hacer uso de los miles de millones de euros que le va a facilitar la Unión Europea en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia - Next Generation, de los que ha separado cincuenta millones de euros para materializar las ideas que le ha trasladado el partido político Más País de Íñigo Errejón.
Con la robotización y nuevas tecnologías de la información y comunicaciones, se llegará a poder llevar a cabo esta nueva tipología de horas a trabajar, al igual que ha ocurrido con algunos temas algo menores, por ejemplo la jornada de cinco días, que es relativamente nueva en España, las tareas de la Administración Pública y, en general, todo el proceso productivo del Estado español. No es un tema baladí, al contrario, se trata de la verdadera revolución en la vida de las personas y variará los esquemas de ocio, uso del tiempo libre, educación, formación y otras cuestiones complementarias.
Vicente Llopis. Vocal de la junta de gobierno del Colegio de Economistas de Alicante.