liberalmente / OPINIÓN

La ideología no cura 

30/09/2022 - 

La semana pasada asistimos en el Congreso al debate de totalidad del proyecto de ley que reforma otras tantas normas para, según su título, “consolidar la equidad, universalidad y cohesión del Sistema Nacional de Salud”. Lo de no dejar a nadie atrás, esta vez en el ámbito sanitario, como dijo la propia ministra Darias.

La norma, pues, busca “consolidar”. Un término que ya nos da una pista de las verdaderas intenciones. No se trata de “implantar”, “instaurar” o “establecer” algo que no exista previamente, sino de “consolidar”. O sea, reafirmar y dar estabilidad definitivamente a algo que ya está aquí. Y el objeto de esa consolidación es justo la equidad, la universalidad y la cohesión de nuestro sistema público sanitario. El título de este proyecto de ley, por tanto, nos confirma que el Gobierno persigue fortalecer y asegurar principios que ya se dan, que ya existen en la gestión del Sistema Nacional de Salud en España. Y principios tan importantes como que todos los usuarios sean tratados bajo el prisma de la igualdad, que tengan libre acceso a la sanidad pública sin causa de discriminación alguna, o que el propio sistema funcione bien y de manera coordinada, con una estructura eficaz y eficiente.

Con un sistema sanitario público en España que es ejemplo en el mundo entero, todo haría indicar que la reforma normativa que nos traía el Gobierno buscaba, precisamente, proteger y aumentar sus bondades, reducir sus deficiencias, y avanzar en el camino que nuestro país empezó a recorrer en la organización y gestión de un servicio público de Salud Pública a finales del siglo XIX. Un sistema que nunca se ha discutido bajo formas de gobierno tan dispares como la II República, la dictadura o, ya actualmente, con la democracia constitucional. Porque jamás se ha cuestionado en España la necesidad de una Sanidad pública de calidad, un sistema cuya gestión es hoy, por un lado, descentralizada a través de los servicios sanitarios autonómicos, y por otro, integrador del sector privado en la prestación mediante el sistema de conciertos, una asistencia sanitaria que ha tenido pacientes ilustres como los socialistas Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, o Carmen Calvo, siendo vicepresidenta del Gobierno de Sánchez.

Sin embargo, el modelo que hoy propone el Gobierno de PSOE y Podemos, y sobre todo desde la perspectiva ideológica más extrema impuesta por la segunda formación, es la de eliminar los conciertos y sacar de la ecuación al sector privado, un aliado estratégico esencial del sistema sanitario público al complementar los espacios donde lo público no ha llegado. Es más: haciéndolo con mayores niveles de eficiencia en la gestión de los recursos como demuestran los rankings en aspectos tan relevantes como los tiempos de espera o la satisfacción de los pacientes usuarios. Y por ello extraña que consolidar una sanidad pública en términos de equidad, universalidad y cohesión haya de pasar por acabar con un modelo de éxito, salvo que la ideología pretenda igualarnos en la deficiencia en lugar de en la excelencia.

El último ejemplo de cómo se empeora una gestión sanitaria si las decisiones se basan en simple ideología política lo tenemos en la Comunidad Valenciana, en la provincia de Alicante, con el Hospital Universitario de Torrevieja, hospital público cuyo modelo de gestión indirecta a través de un concierto lo había convertido en puntero, y que revirtió hace exactamente un año al modelo de gestión directa por la propia Administración valenciana. Un año que ha sido suficiente para convertir a dicho centro en algo irreconocible,  con situaciones desconocidas en sus anteriores quince años de existencia, con una gerencia desaparecida, fuga constante de facultativos, pacientes en pasillos con hasta 80 horas de espera para un ingreso… Situaciones que han provocado fuertes críticas de plataformas de pacientes y de sindicatos de trabajadores sanitarios en este primer año de gestión directa a partir de esa decisión exclusivamente política justificada en su día por Ana Barceló, consellera a quien todo parece indicar que se premiará por su gestión con la cabeza de lista en las elecciones locales por la capital alicantina.

Les decía antes que la pasada semana iniciamos el debate de esta ley, y lo hacíamos con las enmiendas a la totalidad. Curiosamente se retiraban antes del debate las de PDeCat y Junts, que anunciaban “negociaciones” con el Ministerio… No se engañen: si se acaban los conciertos público-privados y baja la calidad de la sanidad pública no será donde los nacionalistas impongan su hecho diferencial, aquí también, a este Gobierno que se dice de todos. Los nacionalistas, de izquierdas o de derechas, saben que lo que funciona no se toca. Salvo para el resto, que para empeorar sí nos igualan.

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