ALICANTE. El PP de Alicante debió verle las orejitas al lobo el pasado 28 de octubre en el Castillo de Santa Bárbara, con la visita de Roger Torrent, en el marco del congreso que organizó la Universidad de la Generalitat, denominado La Veu del Regne. Ese día, Ciudadanos le tendió un trampa. Su portavoz autonómica, Mari Carmen Sánchez, fue al acto, saludó al alcalde, Luis Barcala, y cuando iban a comenzar los parlamentos, dejó plantado al primer edil ante Torrent y Enric Morera, a sabiendas de que ese gesto tendría repercusión en las redes sociales: Barcala, solo ante el catalanismo, aunque lo pasara dentro fuera otra cosa muy diferente.
Daba igual que el alcalde tuviera que ejercer su papel institucional, que defendiera la Constitución y la España de las Autonomías, o que el discurso de Torrent fuera uno de los más conciliadores de los últimos que ha pronunciado y que sólo hablara de colaboración institucional entre instituciones de la Antigua Corona de Aragón. La cuestión es que Ciudadanos, como una perfecta defensa en línea, se adelantó y dejó a Barcala en off side. El alcalde estuvo en su papel, pero eso no importa. Fue señalado por su principal competidor.
Y desde entonces, el PP provincial, sobre todo, el de Alicante ciudad, busca en todo aquello que huele a catalanismo (o valencianismo), Cataluña o separatismo para rebuscar argumentos en los que justificar que los verdaderos luchadores contra ese estirpe ideológica es el PP, y no otros.
La principal prueba ha sido la polémica de la Plaça del Llibre d'Alacant, la feria de libro en valenciano en la que participaba la propia Diputación de Alicante -gobernada por el PP- o el Gremi de Llibreters d'Alacant, poco sospechosos de militar en la CUP. Los populares se han presentado como los adalides del salmufán que limpia todo lo que huele a Compromís, Escola Valenciana, Acció Cultural, etc... Además de sacarle los colores al portavoz del grupo valencianista en el Ayuntamiento de Alicante, Natxo Bellido, por su doble vara de medir ética, en los pagos a la asociación en la que trabaja el marido -Ismael Vicedo- de una concejala de Compromís -María José Espuch-, el PP en el Ayuntamiento de Alicante ha querido dejar claro que nunca se celebrará en una feria del libro en valenciano mientras ellos gobiernan. No lo podrían tolerar porque Ciudadanos -y quién sabe si Vox- se le tirarían a la yugular por permitir los Ovidi Montllor, Enric Valor o Joan Fuster campando a sus anchas por la Plaza del Ayuntamiento de Alicante.
Lo del Castillo de Santa Bárbara no puede volver a pasar, reza en el subconsciente popular. El PP ya no está solo en el flanco del centro-derecha y necesita presentarse como el Mr Propper de todo eso. El contenido de la feria y la buena intención de los libreros o instituciones de Alicante que promocionan el valenciano, da igual. Al carajo. Pudiendo llevar a Bellido -también apodado por el PP como Don Limpio- ante los tribunales, no lo han hecho: el objetivo era darle un manotazo a ese mundo para que nadie tuviera dudas de que son ellos, y no Cs o Vox, los principales valedores del !no pasarán¡. Los otros que se pongan a la cola.
Antes que la Plaça del Llibre, vino la Noche de la Economía Alicantina. El presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez, no pudo hablar, pese a que lo intentó. Pero sí que pudo colar un párrafo en el mensaje del presidente de la Cámara de Comercio, Juan Riera, ante Ximo Puig. "Los empresarios están "muy preocupados por el futuro de la Diputación. Es una institución clave que ha servido para ayudar a los pequeños municipios y a las reivindicaciones de la provincia", verbalizó Riera, aunque quien sonreía sentado era Sánchez mientras Puig ponía cara de circunstancias. Aquello dio que hablar, sobre todo, entre los empresarios.
Este miércoles, un nuevo paso más. Como viene siendo habitual desde hace unos meses, César Sánchez prioriza en su mensaje todo lo que sea vincula a PSPV y Compromís, con el procés catalán. En todo lo que hace el Botànic está el tufillo catalanista o independentista, a tenor de Sánchez. No hay grises, se aplica el discurso de brocha gorda. Las victorias judiciales en los decretos del plurilingüismo o de los decretos de coordinación han abundado en esa dirección. El PP ha ganado en los tribunales, pero la (mayoría de la) calle no se ha inmutado. Ni el CIS de ahora ni el de antes recogen el problema catalán entre las principales preocupaciones de los valencianos. Da igual. Se podría hablar de la subida de impuestos, el hachazo a los autónomos, incluso, la inmigración...pero no. El PP quiere que el debate sea España si; España, no, pese a que el eje derecha-izquierda ha vuelto al primer plano del debate político.
Ahora, hay dos nuevos argumentos: requisito lingüístico para el acceso a la Función Pública, que podría incluirse vía los Presupuestos de la Generalitat Valenciana -pese a que no afectan al personal sanitario ni de investigación- y la Ley de Mancomunidades Comarcales, ya aprobada por las Cortes Valencianas. Ahora, la Diputación de Alicante ha creado el Comité de Defensa de la Provincia, nutrida de asesores jurídicos para presentar batalla por la vía legal, como se hiciera anteriormente con los decretos del Consell anulados por el TSJ.
Pero además de las medidas legales para hacer frente a determinadas decisiones del Consell y defender la autonomía de la Diputación de Alicante, el PP ya presenta su actual mensaje en clave electoral, de voto útil, ante la pugna por el voto del centro-derecha. "O nosotros, el caos; o nosotros, o el fantasma catalán; o nosotros, o seremos una provincia de Cataluña". Tres ejemplos de los verbalizados este miércoles por el presidente de la institución provincial. "Las medidas que impulsa el Consell del socialista Ximo Puig y Mónica Oltra, de Compromís, para, en su opinión, "romper España, y la convivencia y la concordia" en el territorio valenciano", ha insistido para resumirlo en una frase, que bien pudiera ser la de un mitin en la campaña electoral de mayo de 2019. "Queremos ser valencianos y no catalanes. En las elecciones autonómicas de mayo de 2019 los ciudadanos deberán elegir entre seguir perteneciendo a la Comunitat Valenciana y la provincia de Alicante, o "ser una comarca de los Països Catalans". Voto útil en estado puro, pero a varios meses de la consulta electoral. Esta es la pugna de las derechas. O nosotros, o el caos. Los bloques, a estas alturas, parecen definidos.