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el billete

La financiación pa cuándo

  •  Foto: Eduardo Parra/EP

Que el actor Gabriel Rufián, esta vez en su inédito papel de hombre de estado, fuera considerado el mejor del Debate de Investidura por muchos analistas y opinadores de redes sociales da una idea del nivel que ha alcanzado la oratoria parlamentaria. Y del nivel de la crítica, porque si se trata de quién abroncó mejor a Sánchez e Iglesias, antes que con el discurso sensiblero del portavoz accidental de ERC me quedo con la contundencia del navarro Jaime García Adanero o la sobriedad del vasco Aitor Esteban. Lo que pasa es que Rufián contaba con la ventaja del factor sorpresa. ¿Podrá volver al papel de maleducado que tanta fama le dio o ya no se lo creerá nadie?

Sorprendente Rufián y sorprendente el candidato a presidente del Gobierno, que subió a pedir el voto repartiendo estopa a todo aquel que se lo podía dar –"si nos insulta un poco más, igual nos abstenemos", le dijo Casado– o en el mejor de los casos ninguneando a sus hipotéticos socios, que hasta el diputado de Cantabria que le había prometido su voto le recriminó que no le diera ni las gracias.

Las encuestas internas del PSOE, que ahora son externas porque Tezanos las hace desde el CIS y eso que se ahorran, pronostican un mejor resultado para Sánchez si volvemos a las urnas el 10 de noviembre, de ahí que el candidato se atreva a pedir el voto o la abstención a guantazos, con una soberbia calculada porque tiene menos que perder que el resto. O eso cree.

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