Como en todas partes, como en todos los rincones de medio mundo, había, hay, ganas de normalidad en Elche y la celebración de sus fiestas mayores que pivotan de forma esencial en torno al Misteri que se representa en dos partes, hoy domingo (La Vespra) y mañana lunes (La Festa) después de tres ensayos generales. Yo en concreto acudí al ensayo del día 11 tras cuatro años de inasistencias, dos por estar de viaje, y los dos de la pandemia en los que se suspendieron las representaciones. Me congratulé en ese reencuentro que tiene algo de irracional: ni soy muy místico, ni muy mitómano, o escasamente mitómano. Pero bueno, hago una excepción con La Festa como un documento antropológico/religioso con pasajes musicales de una belleza inusitada. Y como una partitura que me ha seguido más de media vida.
Qué cosas: la primera vez que lo vi, hace décadas, y en compañía de Gerardo Irles, me pareció un tostón infumable y aburrido, preocupado como estaba yo por otros ritmos y por otras alternativas culturales. Pecados de juventud. También llegué a aborrecer la música clásica porque los curas, jesuitas, nos despertaban los domingos al son de Brahms o de cualquier otro. Luego recompones tus gustos, afortunadamente, para poder adorar a Bach, o a Beethoven. La vida es una noria caprichosa en la que se incluyen los excesos y los despropósitos de la juventud (benditos ambos).
El Misteri, un año más, un siglo más, con sus leyendas y sus pequeños trajines. Una combinación de música culta y popular (Jordi Savall) y con unas restauraciones de Oscar Esplá en los años veinte en las que se repuso La Judiada y, entre otras muchas cosas, se potenció el órgano que acompaña la representación y que marca también los cambios escénicos con una música extemporánea, fuera de lugar: un siglo desde lo de Esplá.....¿Es tiempo suficiente para marcar tradición? Denso debate, tremendo debate. Esplá re-adaptó el Misteri a los gustos del siglo XX y algunos expertos estiman que metió mano donde no debía. Aunque para gustos los de Dalí, que asistió a las representaciones en 1973 y abogó porque se hiciera una versión tipo opera-rock. Tela.
Una minoría siempre hemos abogado para que las niñas participen en las representaciones, en los papeles de marías o ángeles: o por lo menos en los ensayos del 11, 12 y 13. La exclusión de la mujer en el teatro es un anacronismo que llegó hasta el Barroco y que luego se corrigió en toda Europa. ¿El anacronismo es tradición? Un asunto casi tabú en el pensamiento dominante del establishment que rige la organización de La Festa. No sé qué pensarán de esto las nuevas generaciones que se han ido incorporando, Hèctor Càmara, Pablo Más (que está gestando una película sobre La Festa junto con Manuel Gutiérrez Aragón)...Sí que sé que hace años, en un intenso coloquio mano a mano, el ex alcalde Manuel Rodríguez, que es de los que más saben del Misteri después de Joan Castaño, me argumentó con pelos y señales las diferencias en los timbres de voz entre niños y niñas. Como en eso soy analfabeto funcional me tuve que callar. El otro día me aclararon que la diferencia era ninguna.
Recuerdos y más recuerdos. La Festa, rito, pauta los años. Y los agobios. En el ensayo del día 11 al que asistí me topé con una ofrenda floral de Moros y Cristianos en la plaza de la Basílica, cuando faltaba una hora para la representación. Aproveché el impasse para tomarme algo por La Glorieta y casi no puedo volver al templo porque la Corredora estaba tomada por La Charanga Popular. No sé. Cuanto mezclote. Tal vez las cosas se podrían ordenar de otro modo. Lo expresaba el otro día el periodista Javier Pascual en una red social: “Recordad que si Elche está en fiestas y disfrutamos de les mascletaes, els racons, les barraques y hasta el reguetón es por una cosa que se llama Misteri. Es eso que se hace dentro de esa iglesia grande que tenemos pasando el puente de Altamira. Si a alguno le pica la curiosidad, puede acercarse hoy a las 18 horas [10 de agosto] a ver la Prova de l'Angel”. Nada más que añadir.