Ayer tuve la suerte de poder escuchar en directo a Amparo Navarro, candidata a rectora de la Universidad de Alicante para la próxima cita electoral del día 7 de mayo, que acudió como invitada a la tertulia que me honro en organizar. Me confieso ilusionada con la posibilidad de que una mujer pueda estar al frente de la Universidad de Alicante, por primera vez en su historia, tras cuarenta años de andadura de esta institución. Es más, es la primera vez que una mujer osa presentarse al cargo. Sin duda, éste es un reto importante, que ella asumió con valentía el día que decidió dar un paso al frente. Y digo valentía, aunque en realidad, por su trayectoria, profesionalidad y don de gentes la Universidad de Alicante estaría de enhorabuena teniendo una Rectora de este nivel.
La verdad es que a un puesto así una mujer sólo se puede plantear presentarse si tiene un currículum como para empapelar el Rectorado, como es el caso. Pero Navarro está adornada de otras virtudes, aparte de su innegable talento, como la discreción y la sensatez, y le hace ilusión encarar este desafío tan grande. No olvidemos que en la Universidad de Alicante están involucradas, entre estudiantes, profesores y personal de administración y servicios, unas 40.000 personas. Y, además, el presupuesto de la Universidad alcanza cifras que se dirían mareantes.
Sin duda su parte de estudiosa es la que, según sus propias palabras, le hizo tomar la alternativa de quedarse en la propia UA para seguir estudiando, cuando terminó la carrera de Derecho, de la mano de Juanjo Bayona y de Mª Teresa Soler. Algunas de sus antiguas compañeras, por cierto contertulias mías, se declararon admiradoras de su capacidad de trabajo, desde sus principios como empollona de las primeras filas de las aulas. Y desde entonces no ha parado. Consiguió ser, a base de esfuerzo, catedrática de Derecho Financiero y Tributario, una asignatura prácticamente infinita, y alcanzó el puesto de Vicerrectora de Investigación y Transferencia de Conocimiento, que ocupa desde 2012, habiendo sido también con anterioridad Decana de la Facultad de Derecho. Pese a sus muchos méritos, lo más interesante de su candidatura, a mi modo de ver, es que su experiencia esté vinculada a la investigación y a la transferencia de tecnología, tan necesaria para la transformación de la Universidad hacia la sociedad del conocimiento y que puede hacer que la Universidad de Alicante se convierta por fin en un referente a nivel nacional.
Navarro dijo que quería ser rectora como su último servicio a la Universidad. Su estación término. Explicó que, antes, las mujeres no podían acceder al puesto de rectoras porque no llegaban a catedráticas, siendo éste un requisito previo imprescindible para ello. Y en su charla habló de temas interesantes, basados en la necesidad de acercar la Universidad a la Educación Secundaria, así como también al mundo de la empresa y a la sociedad, con las que considera que ha de entablarse un diálogo constante. Nos alertó de que las mujeres no podemos desengancharnos de la revolución digital, pues la vida ha cambiado mucho y va a seguir cambiando, y tenemos que modernizarnos en todos los ámbitos, no únicamente en los científicos. Y enfatizó sobre la necesidad de captar y retener el talento, algo que en la Universidad, y esto es cosecha mía, es especialmente necesario. Considero que la Universidad española sigue estando demasiado despegada de la realidad que nos circunda, de las necesidades que plantea el mercado laboral, de una parte, y que también presenta una gran endogamia, que le resta valor y la paraliza.
Por último, deduzco que Navarro será tan hábil como para saber rodearse en el cargo, como toda persona de influencias que se precie, y según decía el gran Azorín en su libro El político (1.908), de gentes buenas, discretas y leales. El acompañamiento perfecto para lograr sus objetivos. Brindo por ese cambio.