tribuna  / OPINIÓN

La España que no quiero

8/04/2019 - 

Por todos es sabido, -estoy seguro de que no voy a descubrir el eslabón perdido en estas líneas-, que la izquierda siempre ha tenido la astucia de comunicar mejor que el resto de ideologías. El control de los medios de comunicación, de las redes sociales, y de cualquier canal de trasmisión que sirva para enviar mensajes al mundo exterior, sirve al progresismo para que sus consignas calen e implanten el programa que tan bien han pintado, en nuestra sociedad. Haciendo alarde de la superioridad moral de la que clásicamente presume la izquierda, polarizan la situación erigiéndose aparentemente como los salvadores de la civilización, de aquellos que dotaran a los ciudadanos de derechos por doquier mientras otros pretenden oprimir al pueblo y retroceder en el tiempo.

Siempre ha sido así, y en esta campaña, no va a ser una excepción. Pese a que como ya dije en mi anterior artículo, las circunstancias políticas han cambiado, quedando obsoletas las antiguas etiquetas de izquierda y derecha, el bloque liderado por Pedro Sánchez continua con la vieja estrategia del miedo para conseguir el voto de los moderados e indecisos. Dibujan una realidad esperpéntica al puro estilo Valle-Inclán, deformando el orbe y creando historias de malos en donde ellos son los héroes, que mediante la revolución liberaran a los oprimidos.

Como ocurre en las películas, esa en la que el Presidente del Gobierno se cree el protagonista a lomos de su Falcón y protegido por aquellas gafas emulando a los legendarios espías, las cosas no son lo que aparentan. Ni Pedro Sánchez es el apuesto adalid de todos los males que acechan a España, ni las formaciones alejadas de sus planes son tan infames como este pretende visibilizar. Más bien lo contrario. El único que está sirviendo en bandeja de plata la cabeza de nuestro sistema es el Doctor Cum Laude. Este que está dispuesto a pactar con los filo-terroristas de EH Bildu, -ya hemos visto como Otegui tiende la mano al PSOE para ser un apoyo importante de su gobierno-, con aquellos que tildan de asesinos a los guardias civiles. Creyendo que todos son de su condición, los que mataron a sangre fría a miles de inocentes se disfrazan de escuderos de la libertad. ¿Dónde estaba la voluntad de todas aquellas víctimas cuando sus pistolas terminaron con su esperanza? Me niego a pensar que España, pueda ser gobernada por un hombre mientras es ninguneado por los herederos de Hugo Chávez y los hermanos de ETA. Si Sánchez convalida su estancia en La Moncloa en esta nueva legislatura, lo visto en estos últimos meses será un refrigerio comparado con lo que viene.

De consumarse el dominio socialista, el País Vasco podría estar dominado por los filo-terroristas que años atrás sembraron el terror gracias a que el Presidente habrá evacuado a la Guardia Civil del territorio para contentar a sus aliados batasunos. Mientras los engendros del mal, esos que se movilizan para pedir la libertad de vándalos que propinan palizas a las fuerzas de seguridad, campan a sus anchas, con Sánchez de jefe del ejecutivo, Navarra será por fin una región de vascongadas al igual que Quim Torra celebra un referéndum de autodeterminación con el visto bueno del gobierno. Porque, aunque Pedro Sánchez dilapidara la legislatura y con ella su Presidencia por no ceder al chantaje del independentismo, el líder del PSOE no rechazó las demandas del secesionismo por que fuera un hombre de Estado, sino porque encontró la fórmula perfecta para aparentar contundencia con el catalanismo a la par que ganaba tiempo para llevar a cabo sus planes. El presidente aprovechara las del 28-A para medir el apoyo que le dan los españoles para continuar su obra. Boceto, en el cual, España no es una nación, sino un conjunto de ellas. País Vasco, Cataluña…Todas coexisten entre si formando una sola, pero sin ser unidad. ¿Paradójico verdad? Para que vean el caos que tienen algunos en la cabeza. Esos que por que en la Constitución aparezca la palabra nacionalidades se sulfuran y ya tienen complejo de rey. Patrias independientes, en las que cree Otegui, ese terrorista, que por mucho que se limpie las manos, sigue teniéndolas manchadas de dinamita. Ese que, al igual que Torra, un supremacista, se abraza a Pedro Sánchez para librar a los españoles de la derecha trifálica. ¿Cómo es posible que den lecciones de libertad aquellos que han usurpado la voluntad de los que asesinaron o de los que no compartían sus tesis supremacistas? Es absurdo. Tan disparatado, como equivocarse de lado, y ver con ojos de esperanza a los que llevan años coartando libertades. El enemigo de España no es Casado o Rivera, sino Sánchez y sus aliados totalitarios. 

Elige si quieres una España unida en un mundo globalizado, o una nación desmembrada gobernada por terroristas, xenófobos y comunistas.  

 

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