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el sur del sur / OPINIÓN

La encuesta y el acto de Elche

7/05/2017 - 

La política y el periodismo tiene esa oscura coincidencia que cuando un líder sufre un golpe político, como es que su tropa le sisa los avales para las primarias, aparece una encuesta y ahora resulta que ser segundo mola mogollón, y toda la pléyade de aduladores salen a darle la razón, sin autocrítica ni reflexión sobre el rumbo del partido.

Las primarias del PSOE van camino de convertirse en una pesadilla para algunos. La victoria de los sanchistas en la recogida de avales en la Comunitat es una aviso a la sala de máquinas de Blanquerías y la segunda oportunidad para muchos socialistas que fueron desterrados. Y han vuelto a dejar una pequeña lección: la crisis política de esta país no está superada. La que debía ser la segunda transición se ha cerrado en falso o no se ha abordado todavía; los partidos emergentes han venido para quedarse y los grandes no saben cómo hacer frente a eso. Y en el caso del PSOE, éste episodio ya se lo saben: cada vez que el aparato ha intentado imponer un candidato, el tiro ha salido por la culata. Veremos qué pasa ahora. 

Pero vayamos al terreno. Estando en la oposición, el PSPV organizó unas primarias para elegir un candidato a la Presidencia de la Generalitat, que movilizó al 80% de sus bases y aupó a Puig al liderazgo del partido casi sin oposición. Ante la lluvia de escándalos del PP, muchos denunciados por los socialistas, y el desgaste de la crisis, la izquierda se topó con la oportunidad histórica de volver al poder. Ximo Puig es presidente de ese gobierno, llamado del Botànic, con los peores resultados de la historia del PSPV. Desde entonces, el partido, al menos en la Comunitat Valenciana, ha transitado de manera inmóvil mientras a su derecha e izquierda han aparecido nuevos actores, algunos casi tan potentes como los del PSPV que le pueden disputar el liderazgo.

Bien es verdad que este poca sintonía y falta de conexión con el electorado no es solo de cuestión del PSPV, sino del propio PSOE y toda la socialdemocracia europea en general. Pero desde que el PSPV celebró esas gloriosas primarias -un modelo de movilización interna, como las de ahora-, en la sede Blanquerías no ha entrado ni el polvo. Bueno, sí. Ha entrado Susana Díaz para dar su charla a los cargos institucionales (alcaldes y diputados) que debían hacer presión para que los socialistas valencianos llevaran en volandas a la lideresa andaluza hasta Ferraz.

Pero esto no ha ocurrido. Y ni siquiera lo puede tapar una encuesta (no son dogma de fe, aunque suelen marcar tendencia). Y lo que se ha generado, insisto desde Blanquerías, y no de ahora, sino desde que Puig fue encumbrado a los cielos de las primarias, ha sido una retahíla de afectados y desterrados que se revuelven contra su propio líder. No contra el aparato de Ferraz (el fatídico comité federal de octubre), que también, sino contra la formas de Blanquerías que han ido apartando a todo aquél que ha criticado la inacción, la desgana y el conformismo de una sede llena de telarañas, alejada de la realidad de la calle y que el último sobreesfuerzo que se le conoce fue salir a defender el Fondo de Cooperación Municipal de la Generalitat. Del resto, ni rastro. Bueno sí, defender el supuesto chiringuito montado por uno de sus inquilinos, ahora desahuciado voluntariamente. 

Pero los avales esconden otro aviso. La fuerza del aparato ha llegado a los 5.000 avales y pico. A partir de ahora, aquellos que firmaron o rubricaron de puño y letra el papel con el nombre de la lideresa andaluza para apoyar al presidente Puig se sienten liberados. El aparato del cap i casal ha llegado hasta dónde ha llegado y los apoyos demuestran, al fin y al cabo, quién ha trabajado en cada ciudad, no las órdenes del secretario general. Y de esas ciudades se salvan Alicante y Elda. No es normal que al lermismo, con el Palau y su cartera a su favor, se le escapen cuatro comarcas enteras y ciudades como Torrevieja, Orihuela y apenas logren empatar en Elche y Benidorm. Algo falla, ¿verdad? Pues bueno, al menos que lo sepan, que no lo tapen con una encuesta, vanagloriándose de lo mismo que afean a Pedro Sánchez (ser un segundón) y a partir de ahora, que acarreen con las consecuencias, en la victoria o en la derrota. 

Y si repasan las imágenes del acto de Pedro Sánchez y ven a los desterrados de otra época, muchos de ellos avalistas del propio Puig en esas primarias de 2014, es, igualmente, porque algo no se ha hecho bien. La realidad en el despacho es una, en la calle es otra. Y cuando se descuida una de las dos, suele pasar eso: que los zombies resucitan y te montan un pollo, como los de la concertada o los del plurilingüismo, con más o menos razón, según se mire. Pero un pollo, eso es lo que tiene Puig en el PSPV.

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