VALÈNCIA. Júlia Peró quiere ponerse las cosas difícil como escritora, pero también quiere jugar con el lector. Lo hace con Olor a hormiga (Reservoir Books, 2024), una historia sobre la relación laboral y de deseo entre una anciana con demencia y una joven que le visita en casa. De fondo, las violencias que ejercen por reflejo de otras que operan contra ellas. Sobre el proceso de creación de los personajes y las implicaciones políticas, Júlia Peró contestó las preguntas de este diario.
— ¿Representar la vejez desde la envidia, la rabia, o el enfado, era una manera de hacerle justicia?
— En la novela, hay una búsqueda de honestidad brutal. La razón es doble: mi propio miedo a la vejez y la forma en que esta se suele representar. Como bien dices, en el arte, el cine y la literatura, se está empezando a mostrar una cara diferente de la vejez. Sin embargo, lo que normalmente vemos es la típica anciana que te cose jerseys y te cocina cocidos, cuando en realidad muchas de estas señoras ya están cansadas de esas tareas.
Mi objetivo era mostrar la vejez desde otro punto de vista, quizá más honesto. Quería representar el asco y el odio que a veces se siente, porque la protagonista, Olvido, es una mujer enfadada por su pasado y por cómo la tratan en el presente. El enfado, en este caso, es una respuesta natural.
— Pensando en la corriente que ha habido en los últimos años sobre la autoficción hablar desde el punto de vista de la joven tal vez hubiera sido más fácil. Sin embargo, realmente no sabemos prácticamente nada de la chica, o lo sabemos todo a través de Olvido.
— Empecé a escribir Olor a la hormiga porque me di cuenta de que tenía miedo a la vejez. Si le preguntas a alguien de mi edad si tiene miedo a la vejez, te dirá que no. Pero si le preguntas si se está empezando a tapar las canas o si le preocupan las arrugas, tal vez cambie la cosa.
Creo que hay un miedo a la vejez que empieza desde edades muy tempranas. Es casi natural por el sistema en el que vivimos. El personaje de Olvido representa ese miedo. Podría haber sido otro personaje, pero yo quería hablar de ese miedo en particular.
Me preguntan mucho cómo he podido hablar de la vejez siendo tan joven. Yo no hablo de la vejez en general, sino del miedo a la vejez. En el libro, incluso he trasladado la demencia y otras problemáticas de la vejez al estilo. No he querido hablar sobre la demencia, sino escribir con demencia, metiéndome en el mismo personaje.
— Una de las grandes herramientas de cualquier escritor o escritora es el dispositivo de empatía. Y lo pienso y es mucho más fácil para prácticamente cualquier lector de esta novela o lectora de esta novela empatice con la joven, aunque hay esa distancia que marca la propia Olvido. Sí. ¿Cómo puedes equilibrar la empatía desde la mirada de un personaje como el de Olvido?
— Olvido es una señora enfadada que genera repulsa y rabia en algunos lectores. Porque está enfadada y el enfado no nos gusta. Olvido, aunque despierta repugnancia, también provoca pena. Y aunque es difícili ponerse en su lugar, otras veces es fácil, como cuando habla de su pasado. En el caso de la chica, casi no se le conoce. Se la cree joven y bella, aunque esta belleza es subjetiva. En el libro se la representa con el pelo encrespado, acné, marcas, canas, nariz grande, ojos grandes, una oreja más pequeña que la otra y delgadez extrema. No es bella socialmente.
Desde la perspectiva social o desde los ojos de Olvido, lo joven siempre es más bello. Por eso, es fácil empatizar con la chica porque está en una posición de inferioridad. Aunque Olvido parezca vulnerable, la relación laboral entre ambas crea dinámicas tóxicas. La chica se ve obligada a ser condescendiente y aceptarlas por su trabajo, lo que la hace vulnerable ante Olvido. El trabajo también nos vuelve vulnerables ante el otro. Por parte de Olvido, como es una mujer enfadada, no nos permite verla dócil. Sin embargo, está muy asustada. No es difícil meterse en el papel de ambas.
— Cuéntame eso de que quería escribir, desde el estilo del libro, con demencia. En realidad, contra las leyes de la dinámica de la demencia, la narración es más caótica al principio.
— Lo que pasa es que el gato, alter ego de Olvido, también entra en escena, aunque siempre ha estado presente. Le roba la narración a Olvido, que cede su voz. La llegada de la chica intensifica la demencia de Olvido, no solo por la enfermedad, sino por los celos, el odio, la rabia y el deseo que siente. Olvido no ve la relación laboral con la chica como tal, sino como una conexión emocional. No recuerda por qué la chica está allí, y cree que ella lo desea. Esto crea una relación llena de deseo, que es lo que crea el caos.
Y también estos inputs sobre la envidia y el deseo de ser ella, pero también de amarla, interfieren con el gato. El gato comienza a hablar, a soltarse y a contar cosas que Olvido tal vez no quiere contar, pero que él está ahí para revelar.
— En el final del libro dices que es una novela sobre tu miedo a la vejez y pero también es un libro de un amor no correspondido. No sé si con eso te refieres a que si quitamos el elemento de la diferencia de edad o de la relación de trabajo, hay realmente una novela de amor, o si no hace falta ni siquiera quitar ese elemento para entenderlo como un amor no correspondido.
— En la obra observo dos relaciones. La primera, formal, entre Olvido y la chica. A pesar de la diferencia de edad, es una relación de amor no correspondido. La chica está por trabajo, mientras que Olvido la acepta por enamoramiento u obsesión.
Pero luego, esta relación me recuerda a la que yo tengo con la vejez. La vejez es un ente mayor que me obliga a estar presente, que no podré evitar cuando llegue y que parece estar obsesionado conmigo y con el mundo. Me afecta física y mentalmente, obligándome a aceptarla. No hay otra opción. Para mí, esta relación de amor no correspondido es la que tengo con la vejez: es algo que llegará y, aunque no me guste, estará presente, incluso acosándome. No puedo pararla y debo aceptarla.
Realmente, no me veo como la chica. Mis miedos se parecen más a los de Olvido. No se cuenta nada de la chica, pero sí opera una metáfora: Olvido representa la vejez y la chica la juventud.
— Es un libro donde están muy presentes las hormigas y donde están presentes, pero por ausencia, los zánganos. Quería preguntar por los zánganos, por los hombres de este libro que están presentes desde la ausencia.
— Los hombres están allí, aunque a mí no me interesaba hablar ni desde una perspectiva ni ni - hablar de cosas masculinas, porque creo que ya se ha hablado suficiente. Y porque, de hecho, en la vejez, hay muy pocos referentes femeninos, Quería enfocarme en las mujeres desde una mirada femenina, pero los hombres están presentes indirectamente. La chica tiene novio, que la afecta en algunas escenas. Olvido tiene traumas infantiles por culpa de hombres. Y está el vecino, que las ha juntado.
Me gustaba la idea de que, aunque los hombres no participan oralmente ni físicamente en la novela, sí lo hacen en el recuerdo de los personajes y afectan a sus conversaciones. Lo mismo hacen los zánganos: no están en el mundo de las hormigas y solo aparecen para el vuelo nupcial.
— ¿Es una novela ante todo violenta? Lo pregunto porque también hay escenas en la que se intuye cierta ternura, y hay incluso una escena de sexo. ¿La violencia también está ahí o no lo está?
— La literatura condescendiente no me interesa ni como escritora ni como lectora. Aunque en algunos momentos está bien, creo que la literatura que no es condescendiente con el lector, que lo incomoda, es más fructífera. Desde el enfado, la rabia o el asco es de donde muchas veces cambiamos las cosas, no desde la comodidad.
Para esta novela me interesaba incomodar al lector, que se enfadara, que sintiera asco y que percibiera la violencia. Hay mucha violencia en el libro, de muchos tipos. La de Olvido, en realidad, es una respuesta a otras violencias que ella ha sufrido: violencia homófoba, violencia sexual, edadismo…
Sí que quería que la lectora descansara, en esa escena sexual pero también en otras que sí son tiernas. No como entretenimiento ni como distracción, sino porque creo (esto es muy cursi) que la vida es esto: hay mucha violencia, incluso en la vida de las mujeres, pero luego me gusta mucho pensar (lo dice Olvido) que las mujeres son las que le han hecho la vida más fácil.