ALICANTE. Nació en el mar y acabó volviendo a él. Al mismo sitio, concretamente a Casa Mediterráneo, regresa la artista alicantina Juana Francés tres décadas después de su fallecimiento. La institución diplomática realizará un homenaje a su figura con motivo del aniversario de su muerte, en colaboración con el Instituto Cervantes de Palermo, con una conferencia sobre la pintora de El Paso impartida por la doctora, crítica y comisaria independiente, Natalia Molinos. La cita, enmarcada en la serie Mujeres en español de la última institución, tendrá lugar el próximo martes, 7 de julio, a las 17 horas, en la web de Casa Mediterráneo.
Un mar que fue escenario y testigo a la vez de las múltiples coincidencias que vivió Francés. "Nació en 1924 en la plaza del Ayuntamiento, no podía ser más alicantina", confiesa la encargada de impartir la conferencia. "Fue el mismo año en que se nombró la primera alcaldesa, mujer, en España, también nacida en Alicante -a la que llamaron 'primer alcalde femenino', Matilde Pérez Mollá, original de Quatretondeta-", recuerda. Una condición que, a Juana, -que murió el 9 de marzo de 1990, un día después del Día de la Mujer- le iba a marcar toda su vida, como insiste la historiadora. "Ahora parece que está habiendo un movimiento para rescatar su figura, que, la verdad, ha sido bastante olvidada", lamenta Molinos. Subraya que el hecho de haberse casado con un escultor que obtendría tanto renombre, el zaragozano Pablo Serrano, y el hecho de que Juana "no buscaba estar en primer plano", no facilitaron que se diera a conocer y se 'acomodara' en cierta manera en el anonimato.
"Casi todos los miembros de El Paso han tenido monografías; y a ella se la ha hecho mala prensa subliminal, la mejor retrospectiva sobre su obra la hizo en Alicante su amigo y también artista Arcadi Blasco", insiste. "Para ponerla en el lugar que merece haría falta que tuviera una en el Reina Sofía, sería lo suyo", señala, a la vez que lamenta que el MACA ya no disponga de una planta "entera" para la artista informalista de Alicante. La conferencia que prepara Molinos -quien, por cierto, está ultimando un documental sobre Francés- pretende ser "cercana" al público. "Partirá de la tesis que hice sobre ella, de su relación con Italia -por ejemplo, cuando en los años 1954, 1960 y 1964 representa a España en la Bienal de Venecia-, así como con los artistas del país vecino", concluye.
"Ella no paraba, cada etapa es un hallazgo", desde los 'fondos submarinos', adonde "trabajó sobre el papel treinta años antes que muchos otros", hasta la obra que le regaló a su cuñada, sobre su madre, ya muerta. "Y La aurora, que es espectacular", no olvida Molinos. Todo esto sin dejar de lado la faceta humana de la artista, de la que también se hablará en la conferencia del próximo martes en la web de Casa Mediterráneo. "Sus amigas siempre me decían que era una mujer muy educada, elegante, comedida y atractiva, dulce", detalla la experta. "Yo me enamoré de su obra un día que vine a Alicante y conocí las famosas 'cajas' -donde la artista reflexiona sobre la deshumanización del hombre-", recuerda, lo que le llevaría a hacer el doctorado y la tesis centrados en Francés. "Me impactó. Me llegó al alma que hubiera muerto y que el trabajo fuera todavía tan moderno, tan actual", reconoce. Y la firma de J. Francés, "como hacían otras mujeres de la época, para evitar juicios", relata.
La artista alicantina siguió la estela iniciada por su amigo íntimo y también artista de Onil Eusebi Sempere a la hora de conservar su legado. Cuatro ciudades con las que ella guardaba una relación "sentimental" han custodiado de manera excepcional su huella durante tres décadas. Junto al Museo Reina Sofía de Madrid, donde vivió, el Institut Valencià d'Art Modern, el IVAM, en València, y el IAACC -que lleva el nombre de su marido- Pablo Serrano en Zaragoza, el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, donde, después de la exposición dedicada a Francés hace dos años en la sala temporal, se exhiben de manera permanente dos trabajos de su colección: Jefe Contable y Tierra de Campos. "Cuando el MACA se abrió, en 2011, dedicaron toda una planta a Juana y, aunque ahora se ha reducido por temas de espacio, sus obras siempre han sido muy viajeras, pero ahora más", explica Rosa Castells, conservadora del museo. De hecho, al MACA acaban de regresar las ocho piezas que fueron prestadas a Barcelona con el objetivo de que, por vez primera, se haya preparado una exposición dedicada 'en femenino' al informalismo, y a través de la artista alicantina.
"Todos y cada uno de los espacios donde se conserva su legado tienen un poco de cada etapa de Juana Francés", asegura Castells. Son 134 obras concretamente las que descansan en el MACA. Variopintas, entre pintura, obra gráfica, dibujos. Desde sus inicios, forjados cuando decide viajar a la Real Academia de Bellas Artes San Fernando de Madrid -donde se codeará con los mejores compañeros de pupitre, futuros artistas prolíficos-, con una primera etapa figurativa "clásica pero muy rotunda, con cierto hieratismo", como remarca la conservadora. "En la segunda abandona la figuración y se convierte al informalismo, por ejemplo con Tierras, y con estilos como el dripping, en la línea de Jackson Pollock", entre otras. A partir de los sesenta, Juana empieza a introducir, además de la tierra, pequeños trozos de ladrillo, vidrio, cerámic. "Es un trabajo más 'matérico', y con más volumen, otro tipo de paisaje, donde vuelve a caminar hacia figuración". La nueva -pero conocida- 'reaproximación' al hombre desemboca en la famosa serie de 'cajas'. "Son lienzos con volumen, de hasta 20 centímetros de anchura, donde encuadra en unas ventanas negras a unos pequeños seres, que denomina 'rotóquenos', una especie de robots", aderezados con elementos industriales, como motores, bujías, tornillos, simbolizando esta soledad del individuo frente progreso técnico, la "incomunicación", matiza la conservadora del MACA.
"Yo destacaría la calidad indiscutible de su técnica, su modernidad, estuvo en el corazón de las vanguardias, y como protagonista, en 1957, como miembro del grupo El Paso", insiste Castells. "Sí, es cierto que hay un intento de reivindicar la figura de Juana, sacarla del olvido, al margen de la dificultad de un reconocimiento por el mero hecho de ser mujer", apunta. "Se le ha hecho poca justicia, pero no es que haya estado escondida, porque tuvo mucho éxito en su vida, la desventaja fue ser mujer de un artista que la eclipsó", añade, en la línea de Molinos. "Nosotros siempre hemos cuidado y atendido el legado de Juana, es muy especial", asegura. Una artista que no dejó nunca de crear en vida, dejando incluso una exposición en Alicante a título póstumo, con ciertos 'coletazos' de ese arte protesta, reivindicativo, de una manera sutil, hablando del ente que siempre controla al humano. Abierta completamente al color en los últimos años, despuntó también con esas últimas obras de las que pudo ver cómo se exhibieron, aguadas de cometas, planetas y estrellas, esas figuras ovaladas, que nunca dejaron, ni desde Madrid, de 'hacerle ojitos' a su tierra, Alicante.