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APROBADO ESTE MIÉRCOLES EN EL PLENO DE LA DIPUTACIÓN DE ALICANTE

José Pérezgil ya es hijo adoptivo de la provincia

27/02/2019 - 

ALICANTE. Hay artistas cuya alma queda vinculada a una ciudad, hayan nacido o no en ella. Y su obra, inmortal e imperecedera, dejará huella en el legado pictórico de la tierra de acogida. Es el caso de José Pérezgil, un hombre que supo mimetizarse con su entorno, con esa esencia mediterránea que impregna cada rincón de esta provincia, con paisajes que mudan de color y de horizonte encada estación. “Soy un pintor que mira la naturaleza según estoy yo y no según está ella”, afirmaba. Así definía su proceso creativo Pérezgil, quien unió su trayectoria vital y laboral a la ciudad Alicante, donde echó raíces desde que, con 7 años, se trasladara aquí, procedente de su Caudete natal. Recién llegado, lo que más le impresionó fue la inmensidad del azul del mar Mediterráneo. La luz de esta tierra, blanca y lumínica, que tan bien supo captar en sus trabajos, le marcaría de por vida. Este miércoles, el pleno de la Diputación de Alicante aprobaba su distinción como Hijo Adoptivo de la Provincia, a título póstumo. “Siempre se sintió hijo de Alicante y siempre sintió el arraigo de esta tierra y el cariño de su gente”, afirmó durante el acto Joserre Pérezgil, hija de José Pérezgil y directora del MUBAG.

La Plaza de San Cristóbal de Alicante fue el punto neurálgico desde el que desarrolló su trama personal, a la par que la artística. Ese enclave se convirtió en su refugio de vida y en su inspiración para reflejar la esencia de una ciudad con la que se involucró activamente y con la que mantuvo una relación de amor que duraría toda la vida. Sus intensas vivencias con los alicantinos se reflejan en su participación como constructor de Hogueras, un mundo que le permitió estrechar lazos con la sociedad fogueril del momento y que le brindó la ocasión de conocer a la que se convertiría en su mujer,Josefina, y que por aquel entonces era Bellea de la Hoguera del Ayuntamiento. Empezó haciendo decorados para la gran fiesta del fuego y progresivamente derivó sus labores hacia la elaboración de cartelería y hacia la construcción de monumentos fogueriles. Pero, además, se introdujo también en el mundo de la Semana Santa alicantina, en las fiestas de Moros y Cristianos y en la creación de carteles para los cines Monumental, Rialto, Avenida e Ideal. Tal era su vinculación con esta ciudad y con sus tradiciones, que también se introdujo de lleno en el mundo del toreo, del que fue un gran apasionado, no solo en la Feria de Alicante, sino en las de Madrid,Sevilla, Valencia o Bilbao.

De esos espectáculos perdura una colección de unos 400 dibujos ya puntes taurinos, además de numerosas crónicas que escribía para la prensa. No en vano, de casta le viene al galgo, porque su primer pincel se lo confeccionó su abuelo Miguel con el rabo de un toro. Sus vínculos con la provincia se extienden a otros municipios como Monóvar o Xaló, localidades con arraigo familiar y que constantemente reflejó en sus obras, así como los castillos del Vinalopó. O las encaladas calles blancas de Altea. O el imponente Peñón de Ifach de Calp. O el Hondo de Elche. O las sequias de Orihuela. O las vistas desde el Benacantil o los barrios de Santa Cruz y Benalúa. Trazos a los que se sumaba su pasión por pintar almendros en flor, salinas o casas de pescadores, una constante en su completa iconografía. Su extensa trayectoria y méritos como pintor le valieron numerosos reconocimientos y becas profesionales por algunas de las ciudades más importantes de Europa.

Hoy el pleno de la Diputación, por unanimidad, le otorga el título de Hijo Adoptivo de la Provincia, una distinción que recogen sus familiares y que para nosotros supone un orgullo porque, aunque ya lo era, lo afianza como un ciudadano más de nuestra tierra, como un alicantino que dejó su esencia, su huella y su impronta en nuestra historia. Como un personaje que contribuyó a engrandecer nuestro patrimonio artístico. Su minucioso y meticuloso proceso creativo, su carácter abierto y sociable, su destreza para reflejar paisajes y entornos lo convirtieron en un artista con personalidad, con duende. Desarrolló en nuestra tierra su brillante carrera profesional, dejándonos un importante legado, tanto a nivel local como nacional. Nadie como José Pérezgil supo captar con su magia y su particular visión las postales y entornos más emblemáticos de nuestra tierra. Su pincel se deslizaba suave, con gran pericia, trazo claro y transparente, transmitiendo emociones al espectador. Transportándole al lugar en el que el lienzo había tomado forma.Dominaba de manera magistral el color y era capaz de encontrar todos los matices posibles para ofrecer una imagen diáfana, una atmósfera envolvente, un lenguaje singular, propio y personal. 

Supo capturar instantes, que hacía suyos, y los convertía en bellas imágenes cuyos matices recorrían todas las policromías. Su estilo pictórico destacaba por la autenticidad y precisión de cada uno de sus bocetos, dibujos o cuadros. Su honestidad con aquello que reflejaba, y que llegaba a interiorizar con profunda admiración e introspección, lo convirtió en un artista íntegro. Captó con sutileza el lenguaje no escrito, la luz, el ritmo y las atmósferas envolventes y las mostró a través de sus ojos limpios, ávidos de belleza y escrupulosidad. A cambio, recibió el reconocimiento de varias generaciones de artistas, agradecidos también por su completa disposición pedagógica. Su vinculación y relación con otros creadores e intelectuales de la talla de González Santana, Emilio Soler, Baeza, Adrián Carrillo, Pizarro o Emilio Varela, todos ellos coetáneos, todos ellos amigos y cómplices, fue un revulsivo para su desarrollo creativo. Además, en sus años en Madrid se unió al movimiento de la escuela madrileña, entablando afectos con Guijarro, Macarrón, Arias, Menchugal o Delgado, entre otros muchos.

Su obra ya es eterna para los alicantinos y siempre permanecerá en nuestro bagaje cultural. Repartida en colecciones particulares a lo largo de toda la geografía española, en Madrid, Bilbao, San Sebastián,Valencia, Murcia, Albacete o Alicante, supo renovar como nadie el paisaje y pintar con coherencia y sinceridad, aspectos que le proporcionaron éxito, admiración y reconocimiento. El que hoy también le muestra a sus descendientes la Diputación de Alicante, porque Pérezgil es, y siempre lo fue, un alicantino de pro que ha engrandecido nuestra historia y nuestro arte. 

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