ALICANTE. El idílico municipio de Altea, uno de los iconos de esta región bañada por el Mare Nostrum, contará en breve con un nuevo referente cultural que añadir a su oferta. Del 20 al 29 de noviembre acogerá la primera edición de Series Nostrum, el primer festival de series de la Comunitat Valenciana, con el que se trata de posicionar al territorio e impulsar un genero audiovisual que está en auge. La cultura y turismo se unen de nuevo en un proyecto que ha encontrado el apoyo del Ayuntamiento de Altea y el Institut Valencià de Cultura. El director, del festival, Carlos José Navas, explica a Alicante Plaza todos los detalles de esta primera aventura, que se iba a celebrar en abril, pero que se ha retrasado hasta ahora por la pandemia.
— ¿Por qué no había habido hasta ahora un festival específico sobre series?
— Por explicarlo de forma gráfica, respecto al mundo de las series de televisión, en la sociedad hemos pasado de preguntar “pero tú ves series” a “tú qué series ves” o directamente “por qué capítulo vas”. La oferta ahora es una barbaridad y estamos viendo como, en todos los grandes certámenes cinematográficos como pueda ser Sitges, Málaga o Sevilla, se están incorporando estrenos de series. Es cierto que hay otros como el FesTVal de Vitoria, que se centran en la televisión en general, además de Serielizados, que lleva mucho tiempo haciendo un esfuerzo ímprobo en Barcelona y Madrid, pero en el arco Mediterráneo somos pioneros.
— ¿Se minusvalora la ficción televisiva y de streaming respecto a la cinematográfica?
— En absoluto. En la conversación cultural de la sociedad, hace cien años, se hablaba sobre la última lectura que habías hecho. Hace cincuenta, se hacía sobre la película que veías el fin de semana. Ahora, en los últimos años, son las series las protagonistas o el cine en plataformas. En los cinco últimos años ha habido un gran revulsivo con las plataformas digitales. Las series han logrado esa cercanía y espacio en el que desarrollar una trama y unos personajes que cuentan historias muy concretas. De todas formas, esto no es una competición. Se trata de disfrutar de la cultura audiovisual, donde cada cosa tiene su lugar. Hay historias que se cuentan mejor en dos horas y otras en sesenta episodios, pero todas tienen la posibilidad de convivir y disfrutarse.
— La tecnología ha cambiado los hábitos de consumo de ficción…
— Antes tenías que estar pendiente del horario en el que cada cadena de televisión emitía tu serie favorita y ahora ves lo que quieres, cuando quieres y donde quieres. No tienes que estar atado a un objeto que está en el salón de tu casa. Ese cambio se está produciendo, aunque se siguen viendo muchas series en los lineales de las grandes cadenas. Conviven un montón de factores que han revolucionado la oferta. Porque antes todos veíamos prácticamente lo mismo, aunque tampoco lo viéramos todo, pero sí veíamos lo que nos llegaba. Ahora es absolutamente imposible verlo todo.
El modelo de negocio es distinto. Ya no se basa en la publicidad sino en las suscripciones y no tienen que durar 45 minutos o de hora y media de la parrilla televisiva sino lo que se puede contar en los minutos que sea. Hay muchas formas distintas de contar las historias y eso lo facilita todo. Las series tienen más protagonismo y eso origina, entre otras cosas, que surjan también iniciativas como Series Nostrum, por ejemplo.
— Siendo la primera vez de Series Nostrum, ¿qué festival puede esperar el público?
— A estas alturas, hay que hacer de la necesidad virtud. Sabiendo las restricciones que hay y siendo esta una primera edición, en la que toca probar cosas por mucha experiencia que tenga el equipo, pues será algo experimental. Con respecto a la edición que se iba a celebrar en abril y que se presentó en Fitur, pues hay cosas que han cambiado como eventos multitudinarios o acercamientos a los actores, que quedarán limitados. Pero será una edición mixta (presencial y online) que permitirá que quien no pueda desplazarse a Altea (algo que no es bueno porque siempre es recomendable visitar Altea), podrá seguirlo por streaming. Creo que será la mejor edición que podríamos tener en las circunstancias actuales y que nos servirá para aprender y conseguir que la segunda sea mucho mejor y así sucesivamente.
— Empezáis con un reconocimiento especial a Chicho Ibáñez Serrador…
— En el primer día del festival daremos uno de los primeros premios honoríficos que será para Chicho Ibáñez Serrador, a título póstumo. Lo recogerá su hijo, Alejandro Ibáñez. Es el premio a la trayectoria que daremos cada año. A partir de entonces, llevará su nombre y será el Premio Chicho Ibáñez Serrador a la Trayectoria Profesional. Además, habrá una exposición sobre su vida y obra en la Casa de Cultura de Altea. También celebraremos una mesa redonda bajo el título El legado de ‘Historias para no dormir’, en la que contaremos también con su hijo para hablar de sobre su figura, el terror y lo que ha supuesto él para el género en España.
— ¿Qué otras actividades se han programado?
— Después de la jornada inaugural, habrá mesas redondas por la mañana y proyecciones por la tarde. Además de la charla sobre Chicho Ibáñez Serrador, tendremos otras mesas de debate sobre la producción de series, sobre el fenómeno cultural y turístico que están suponiendo y sobre la perspectiva de género y el papel de la mujer en la ficción de hoy en día. Habrá proyecciones de episodios las series homenajeadas, también encuentros con sus creadores y, por último, la gala de clausura y entrega de premios. No es una competición, sino que entregamos cuatro galardones, todos ellos honoríficos. Premio a la Trayectoria, para Chicho Ibáñez Serrador; al Fenómeno Mediático, para El último show, al Legado, para Al salir de clase; y a la Conciencia, para #Luimelia. Es más sencillo enviar una película a concurso que una serie, pero estamos estudiando una fórmula para hacer un certamen en próximas ediciones.
El creador de Brassic vio cómo su padre, que trabajaba en una fundición a la que tenía que acudir en bicicleta, fue despedido en los 80, lo que acabó en divorcio y en una familia desestructurada. Él era disléxico, no tenía acceso a tratamientos de salud mental y acabó siendo un adolescente hinchado de antidepresivos que se puso a mover marihuana. Basada en esa experiencia real, surge esta serie, con dos primeras temporadas bestiales, en la que refleja una clase trabajadora adorable que lo respeta todo menos la propiedad privada