entrevista

Jorge Motos: "Los apodos y etiquetas siempre tratan de romper una parte innata de la persona"

El actor participa en el Atlántida Mallorca Film Fest con dos filmes: El aspirante, sobre las novatadas universitarias, y Una película barata, sobre la desolación tras una ruptura

24/07/2024 - 

VALÈNCIA. Cuando Jorge Motos (València, 1999) se mudó a Madrid a los 18 años, su temor a sufrir violencia en las residencias de estudiantes lo llevó a compartir piso. La película Novatos (Pablo Aragüés, 2105) y un capítulo del programa de Atresplayer Equipo de investigación sobre los ritos de iniciación universitarios le disuadieron de exponerse a las vejaciones de los residentes veteranos. Esta semana, paradójicamente, ha presentado en el Atlántida Mallorca Film Fest un largometraje de ficción sobre las humillaciones que asumen los nuevos para integrarse y hacer amigos, El aspirante.

La película llegará a los cines el 20 de septiembre y ha sido una experiencia reveladora para el actor: "Pensaba que nunca podría tener un amigo heterosexual, porque todo lo que veía de ellos en el colegio me parecía espantoso por agresivo y violento. Pero he descubierto que hay personas de todo tipo y hombres heterosexuales realmente lindos, sensibles y deconstruidos. Así que contar esta película y hacer esta crítica a la construcción de la masculinidad a través de la violencia y el poder me parece realmente importante".

En su desembarco el el festival balear también ha presentado la comedia de Osama Chani Una película barata. Durante la promoción de ambos títulos, Motos ha hecho balance de su carrera desde la nominación al Goya en 2019 como mejor actor revelación por su papel en Lucas (Álex Montoya, 2021) y su responsabilidad como referente LGTB en proyectos de ficción.

- Me da la sensación de que sueles rodar películas muy catárticas.

- Tengo la suerte de pegarme viajes divertidos, sí.

- ¿Cómo viviste el de Lucas?

- Fue el mayor reto de mi vida. Tengo una unión mágica con él, porque durante mis estudios de interpretación vinieron a presentar el corto a mi clase y sentí una conexión muy grande. Más adelante, un amigo vio por Instagram que estaban haciendo un casting para la peli y me presenté.

- ¿Por qué te supuso un reto?

- Fue un rodaje muy intenso por todo lo que pasa en la peli. Además, fue una producción súper independiente y rodamos en invierno en la Albufera. Después, cuando ocurrió todo lo que ocurrió en Málaga, sentí el impulso de la profesión a seguir trabajando duro.

- ¿Ya has visto la siguiente película del director, La casa?

- Me la pasé llorando. Admiro mucho a Alex. Ha dirigido tres películas de géneros completamente distintos.

- En Atlàntida has presentado dos largos y este otoño también estrenarás Tú no eres yo. ¿En qué momento profesional te encuentras?

- Al final la interpretación es un trabajo que sube y que baja. Después de Lucas tuve mucha suerte y me sentí muy afortunado, porque además de las tres películas, pude rodar Mentiras pasajeras y la primera serie española en Disney con un personaje LGTBI, pero luego vino un año de absoluto parón, que también estuvo muy bien porque uno también tiene que registrarse muchas cosas.

- ¿Qué importancia ha tenido sumar referentes al colectivo?

- Pertenezco a esa generación en la que la representación LGTB no estaba muy a la orden del día, así que me siento muy orgulloso. Creo que también era algo importante en mi proceso personal, porque uno siente miedo de mostrarse libre y como es. Este personaje me ha reconciliado mucho con mi yo pequeño. Esta semana justamente he estado rodando un corto, Còlera, de José Luis Lázaro, con Nacho Fresneda, sobre una agresión homófoba en un aparcamiento de la playa del Saler, muy impactante y agresivo.

- A tu personaje en El aspirante le acompaña hasta la facultad el sobrenombre de Risi, como a ti el de Dramamotos. ¿Qué opinas de los apodos que se perpetúan?

Apodos y etiquetas nunca son en positivos, porque siempre tratan de romper una parte innata de la persona y de hacerle sentir que hay algo feo en él, que está mal. No obstante, también hay algo bonito cuando, al crecer, tomas esa etiqueta, la haces tuya y te empoderas. El mío fue una tontería de mis amigos del cole.

- Iniciaste tu formación como actor a los ocho años. ¿No sientes que aquel apodo fue acertado?

- Como le sucede a mi personaje en El aspirante, quizás mi personalidad, mi sensibilidad o mi libertad a la hora de de escuchar mis sentimientos no encajan dentro de la norma de la masculinidad. A todos los chavales que desentonan, siempre se les apunta con el dedo de alguna manera.

- ¿Cómo tuviste aquella epifanía a tan corta edad?

- No recuerdo ese momento, pero me han contado que mi madre se estaba arreglando para ir a trabajar, entré en el baño y le dije: “Mamá, quiero ser artista”. Me había apuntado a fútbol y no funcionó; y a ajedrez, que me aburría un poco. Creo que pesó la figura de mi abuelo, que siempre estaba grabando vídeos familiares con la cabecera de Metro Goldwyn Mayer. Siempre me gustó mucho jugar. Recuerdo ser pequeño y montar unas performances increíbles con los muñecos y con las muñecas. Lloraba con ellos. De repente descubrí la interpretación, pero no de una manera profesional, sino como un juego que me enamoró, porque me abrió los ojos hacia un mundo que estaba fuera del  universo escolar. Cuando un niño está en el cole, pasa ocho horas ahí dentro pensando que es la única realidad que hay, pero no lo es.


- ¿Cómo fue el salto a la interpretación profesional?

- Viví lo que era un rodaje y la construcción de un personaje en 2017, con mi primera serie. Ahí ya me enamoré. La parte profesional frente a la cámara me pareció realmente increíble.

- ¿La teatral te interesa menos?

- He tenido muy poca. Me muero de ganas. Me da mucho vértigo. porque estoy muy acostumbrado a jugar con la cámara, pero las experiencias que tenido en los planos secuencia, que es lo que podría ser más cercano al teatro han sido un viaje increíble.

- La parte del trabajo corporal que exigen las tablas ya pareces haberlo desarrollado. En El aspirante transmites una gran fragilidad e inseguridad en tus elecciones posturales.

- Me alegra que me lo comentes, porque siempre intento trabajar la corporalidad de los personajes para buscar que se alejen lo más posible de mí. Mi personaje en El aspirante tiene unas taras bastante grandes. Solo me he podido sentir reflejado en él, quizá, en la inocencia y en el mundo infantil al que se haya anclado en la primera parte de la película, que conecta con mi yo de 18 años cuando me mudé a Madrid y estaba viéndolas venir.

- ¿Has finalizado los estudios de Comunicación Audiovisual?

- Sí, me he graduado y ahora tengo un título muy bonito en casa. Ojalá en un futuro pueda en el mundo de la creación.

- Hasta que te decidas, vas haciendo prácticas.

- A lo mejor me meto en un jardín, pero pero hay un problema claro y grande con la educación universitaria en este país. Yo siento que he aprendido mucho más de comunicación audiovisual como actor que en la carrera. Los estudios me han aportado cultura, que está muy bien, pero ahora es un momento de buscar lugares donde aprender a escribir, donde alejarme de la autoficción y encontrar herramientas para poder contar las cosas de mi cabeza, pero primero quiero estar formado y aprender.

- ¿De qué manera se ha resignificado la película después de los cánticos machistas del Colegio Mayor Elías Ahuja de Madrid?

- Esta película surge de una investigación llevada a cabo por el director sobre las novatadas. Cuando sucedió lo del Colegio Mayor, sabíamos que era real, duro y que se había contado poco en el audiovisual español, pero me di cuenta de que lo que estábamos contando era todavía más importante de lo que pensaba, porque sigue pasando a día de hoy.

- ¿Cómo se trabaja formar parte de una manada?

- La película la rodamos en 14 días, así que dedicamos un proceso de ensayos muy largo. La grandísima suerte de esta película es que pese a ser un reparto casi al 90 por ciento masculino, todo el equipo técnico y artístico era todo lo contrario al tipo de masculinidad que reflejamos. De forma que ha sido un rodaje muy agradable y constructivo.

- ¿Qué impacto esperas de esta película?

- Espero que la gente se la vea y luego se eche una revisión en casa, porque la necesidad de pertenencia nubla la vista. En mi personaje, de hecho, se ve hasta dónde se es capaz de llegar para pertenecer a esa manada. Y siento que en mayor o menor medida, muchos hemos hecho eso a lo largo de nuestra vida para encajar en un ambiente laboral, amistoso e incluso de pareja.