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Joaquín Santo Matas: en el hábitat de la cultura

10/11/2022 - 

ALICANTE. Se nos ha ido de manera muy rápida -en poco más de un mes- Joaquín Santo Matas, todo un protagonista cultural en Alicante durante las últimas décadas. La noticia recibida semanas atrás por parte de su esposa María José, de que estaba ingresado y grave, vaticinaba el final inminente, sin posibilidad de esquivar. Y entonces es cuando se percibe el valor de los recientes WhatsApps cruzados y por qué uno quedó sin contestar, y también se acude al recuerdo de los encuentros menos lejanos y a la evidencia de la foto última.

Con Santo se va un activo cultural que ha estado presente desde su juventud en numerosos retos, instituciones y sociedades, que se ha ocupado de investigar la historia de su entorno, que se ha acercado culturalmente a las fiestas de Hogueras y Semana Santa en su ciudad natal, que ha participado en jurados de arte y literarios, ha firmado artículos en prensa -políticos, históricos y hasta crónicas de fútbol-, que ha publicado libros, que ha sido un eficaz divulgador de la cultura de Alicante.

No hay duda de que en su trayectoria hubo tres actividades a las que, por tiempo y relevancia, pudo dedicarles una mayor dedicación: la de su etapa política como diputado en las Cortes Valencianas durante ocho años (1983-1991), la de su dirección del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert durante seis años (2003-2009) y la de sus últimas funciones como miembro del Consell Valencià de Cultura desde 2018. No fueron las únicas, pero sí las más importantes.

De esas tres experiencias tuve la oportunidad de compartir con él la etapa del Gil-Albert como subdirector de Publicaciones de su equipo, y curiosamente en mis años después de director de la misma institución fue él quien formó parte del mío como subdirector de Patrimonio histórico-artístico. Anteriormente habíamos coincidido en las juntas directivas del Ateneo de Alicante y en la de la sección provincial de la Asociación Española de Amigos de los Castillos en mi periodo como presidente, y en los últimos años era él quien presidía otro lugar de encuentro: el del jurado del Premio internacional de cuentos Gabriel Miró de la Fundación Mediterráneo. Todo ello, unido a las numerosas ocasiones en que compartimos mesas en actos culturales, presentaciones de libros, congresos o ruedas de prensa nos generó una larga relación de amistad. 

A Joaquín Santo lo hemos percibido en muchos frentes, siempre con el nexo de Alicante y su cultura desde cualquier posición a la que accedía, ya fuera un cargo público, un artículo o una conferencia. Su amenidad en el trato de cualquier tema le facilitaba la conexión con el público. Y si se trataba de ambientes más íntimos y personales surgía a menudo su perfil de amigo divertido, con un gran sentido del humor que provocaba que fuera imposible asistir a una comida, a una cena o incluso a una reunión sin que asomara la risa sana por su modo de contar las cosas.  

Implicado en el arte, la música, la literatura, la historia, la fiesta, la gestión cultural, no había lugar en definitiva por el que no sintiera interés. Y uno no puede evitar el recuerdo, ya fallecido el amigo cultural, del momento en que nos vimos por última vez, todavía con la precaución de las mascarillas.

Me comunicó por WhatsApp que tenía que ir como representante del Consell Valencià de Cultura a la inauguración del Centro de Interpretación del Tratado de Almizra, en Campo de Mirra, el 26 de marzo de 2022, y me preguntaba si yo también estaría. Le respondí que sí y nos vimos en el ayuntamiento, desde donde iba a arrancar la comitiva de asistentes. La tarde era lluviosa, con una lluvia larga e intensa que no paraba. La comitiva tuvo que trasladarse a pie, cubierta por los paraguas, hasta llegar a las instalaciones. Y allí, en el recinto y después de un breve acto de inauguración, recorrimos las distintas salas y nos detuvimos en una para hacernos una foto él, su esposa y yo. Nunca sabemos cuándo posamos para dejar la imagen de una despedida inconsciente. Y en esa ocasión fue así, con una imagen en la que se aprecia además su altura y envergadura física, una altura que también la tenía en humanidad y en su constante dedicación a la cultura de su tierra.

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