MADRID (EP). Durante mucho tiempo se ha pensado que tener células T 'autorreactivas' en el páncreas era un signo seguro de diabetes tipo 1, pero un nuevo estudio dirigido por científicos del Instituto de Inmunología de La Jolla (LJI) muestra que incluso las personas sanas tienen estas células al acecho en el páncreas, en cantidades sorprendentemente altas, según publican en la revista 'Science Advances'.
El páncreas está plagado de grupos de células llamados islotes y en la mayoría de las personas, las células beta especiales viven en los islotes y producen la insulina que el cuerpo usa para regular el azúcar en sangre. Pero en las personas con diabetes tipo 1, las células T del cuerpo se mueven por error hacia los islotes y destruyen las células beta.
"Estas células T son como depredadores --explica el profesor de LJI Matthias von Herrath, autor principal del nuevo estudio--. Y siempre pensamos que las células beta morirían si el depredador estuviera allí. Pero resulta que las células T ya están allí. Simplemente parecen estar esperando una señal para atacar".
Estas células "depredadoras" se denominan células T CD8 + y se dirigen específicamente a una molécula llamada preproinsulina, un precursor de la insulina. Estudios anteriores han demostrado que las personas sanas tienen algunas de estas células T en el torrente sanguíneo. Sin embargo, nadie sabía si estas células viajarían al páncreas, en parte debido al desafío de obtener muestras de páncreas.
En un trabajo encabezado por Christine Bender, primera autora del estudio y becaria postdoctoral en el laboratorio von Herrath, los investigadores utilizaron una nueva técnica de tinción para mostrar dónde se reunían estas células en muestras preciosas de tejido humano. Se sorprendieron al ver que incluso las personas sanas tenían células T específicas de proproinsulina pululando en el páncreas.
Parece que el valor predeterminado es un gran número de estas células T en el páncreas, ya sea que tenga diabetes tipo 1 o no. "Nos sorprendió --reconoce Bender--. Por supuesto, cada donante es diferente, pero en general, las cifras son bastante altas".
Las personas con diabetes tipo 1 la tenían peor, ya que sus muestras de tejido mostraron que las células T estaban muy cerca e incluso infiltrándose en los islotes. "No podemos decir que estos sean los únicos culpables de la diabetes tipo 1 --señala Von Herrath--. Pero estas células T son las principales sospechosas".
Estos resultados añaden evidencia a la teoría de que la diabetes tipo 1 no es causada por un mal funcionamiento de las células T que atacan a las células beta. En cambio, el cuerpo ya está produciendo estas células T y algo en el páncreas está desencadenando el ataque. Von Herrath cree que esto podría significar que una terapia eficaz para la diabetes tipo 1 debería ser local en el páncreas.
En el futuro, los investigadores planean observar más de cerca cómo se comportan las células T específicas de la preproinsulina. El equipo también espera investigar otras proteínas en los islotes que podrían atraer ataques de células T. "Todavía tenemos muchas preguntas", admite Bender.