En un contexto en el que cualquier obra puede ser plagiada casi al instante, han aparecido dos herramientas que ayudan a los artistas a defenderse de la IA: Glaze y Nightshade permiten camuflar el estilo de sus ilustraciones e incluso confundir a los programas que las cogen
VALÈNCIA. Hace unos años parecería impensable que un artista o creador abandonará una red social por la gran visibilidad y la cantidad de oportunidades que le podía generar. Pero más de un millón de personas -entre ellos creativos- ya se han marchado de X (Twitter) por las políticas que ha impulsado Elon Musk, probando suerte ahora en la alternativa red social Bluesky. Así mismo, también son cada vez más los profesionales que han dejado de publicar sus obras en Instagram. Es el caso de la ilustradora valenciana Paula Pérez i de Lanuza (Paulapé), quien ha avisado a sus seguidores de que no va a seguir compartiendo el grueso de sus proyectos por la desprotección que esta plataforma ofrece ante una Inteligencia Artificial y el robo de imágenes.
"El entrenamiento de la IA lleva tiempo sobre la mesa, pero en el último año se ha agravado bastante. Determinadas empresas que ya hacían servir este tipo de herramientas, anunciaron que harían uso de una manera incluso más exagerada. Es realmente preocupante hacía dónde nos pueden conducir", afirma Paula Pérez, quien explica que su decisión respecto a Instagram se debe a dos motivos: "Empecé a publicar menos, porque es bastante desmotivador ver cómo funciona el algoritmo. El contenido, antes, llegaba a mucha gente y, ahora, ni a un 20% de tus seguidores. A esto se le suma que las IA degenerativas funcionan nutriéndose de trabajos protegidos con derechos de autoría, pero ninguno de estos softwares lo respeta. Por lo tanto, me llevó a tomar esta decisión la conjunción de diferentes cosas: la deriva que van teniendo las redes sociales y que ya no son imprescindibles para difundir tu propio trabajo, porque si no pagas por publicidad nadie te ve".
El sentir es general explica la también coordinadora técnica de la Associació de Professionals de la Il·lustració Valenciana (APIV). A lo que, nos preguntamos, ¿y dónde habita, o podría habitar mejor, el portfolio de todos estos artistas?
Existen varias opciones. En el caso de Paula Pérez ha optado por el lugar que siente más seguro, que es su propia web. "Para mí siempre había sido complementario la web con las redes sociales, pero ahora a lo que le dedico más tiempo es a mi propia página. La actualizo a menudo y las redes sociales me sirven para otras cosas. Las veo más como un espacio de reflexión. Los stories, por ejemplo, funcionan muy bien. Realmente son para eso, para generar diálogo y conexión con otras personas".
No son las páginas webs 'santuarios' a los que una IA no puede llegar. Como afirma la valenciana, "hay una parte que siempre está fuera de control, porque Internet funciona de manera libre". Sin embargo, la clave está en que aquí sí se puede cuidar al máximo el espacio en el que aparecen las imágenes. Dentro de su web, Paula Pérez avisa de que ninguna IA puede utilizar su contenido. "Si igualmente utiliza una imágen mía podría demostrar que no está permitido. Entraríamos en una batalla legal más segura para mí". Y aquí la diferencia respecto a compartir contenido en una red social como Instagram, la cual te avisa de que está haciendo uso de tu trabajo.
Aun así, con la Inteligencia Artificial campando a sus anchas, cualquier obra puede ser plagiada casi al instante, sin saber contra quién reclamar o a quién quejarse. Que una artista avise de la prohibición de reproducir su trabajo puede facilitar las cosas a posteriori, pero no pone fin a un problema que cambia casi a diario. No se impide que estas herramientas generativas utilicen todo lo que esté a su alcance. Es ante esta desprotección que los profesionales del diseño, la ilustración y el arte están empezando a usar otro tipo de herramientas que podrían protegerlos de manera más defensiva.
En la Universidad de Chicago, un equipo de desarrolladores e investigadores ha puesto en marcha Glaze, una herramienta gratuita que ayuda a los artistas a camuflar su estilo para que una IA no lo pueda replicar. Esto se consigue, porque la app cambia los píxeles de la foto de tal forma que el ojo humano lo puede seguir percibiendo con normalidad, pero una Inteligencia Artificial no lo puede procesar bien y no puede replicar los detalles. Es decir, si en la obra aparece por ejemplo un gato, la IA lo detectará pero no podrá imitar el trazo, la paleta de colores y demás elementos que conforman el estilo de la artista.
La propia ilustradora Paula Pérez afirma que ha empezado a utilizarla y ya ha pasado la "capa de invisibilidad" de Glaze por sus últimas obras. El inconveniente -avisa- es que el programa funciona muy lento, "mientras que el mundo en el que vivimos es vertiginoso". Además, hacerlo supone sumar una tarea más a su trabajo, que como sabemos los autónomos no tienen pocas.
Pero la posibilidad está aquí y el mismo equipo de Glaze ha puesto en marcha incluso otra aplicación: esa es Nightshade. De manera un poco más agresiva a la anterior, esta herramienta se encarga de "envenenar" obras de arte. ¿Cómo? Modificando de forma invisible los píxeles de las piezas para que cuando un modelo de IA generativa los ingiera, se confunda. Volviendo al ejemplo del gato; si un programa como Dall-E, Midjourney o Stable Diffussion se topa con una imágen que ha pasado por el filtro de Nightshade, en este caso no verá en ella un gato sino algo diferente como un avión y lo que generará no tendrá ningún tipo de sentido.
Sus creadores, un equipo dirigido por el profesor de informática Ben Zhao, aseguran que así se puede "devolver la lucha a los artistas" en cuanto a la propiedad intelectual y los derechos de autor. Aunque coinciden en que esta "no debe ser la única solución", porque es posible que en el futuro las IA sean capaces de interpretar las imágenes y replicar su estilo pese a todo. Sea como sea, se comprometen a seguir actualizando ambas aplicaciones.
"La batalla no está perdida, porque si lo estuviera ya nos habríamos puesto a trabajar en otra cosa", manifiesta, por su parte, Paula Pérez. La ilustradora valenciana es consciente de que el camino que les espera a todos creadores "es largo", porque se trata de un problema de mucha complejidad, y por eso desde APIV es un debate que están transitando colectivamente para ir encajándolo de la mejor forma.
"Está bien que se vaya tomando conciencia del problema, porque el grueso de la población las considera herramientas útiles y no se está pensando en cómo están los creadores directamente afectados y a quiénes están enriqueciendo. Las personas que han creado ese contenido no tienen ningún tipo de remuneración, pero las empresas que lo explotan sí", reitera la ilustradora.
¿Y qué le ha supuesto a 'Paulapé' dejar de utilizar Instagram al mismo nivel que antes? "No sabría decirte. La repercusión de las redes sociales es muy relativa.No sabes muy bien cuanto te llegan encargos, de dónde provienen. Pero, a nivel personal, es una pena. Bueno, más que pena, da rabia que nos veamos abocadas a tomar decisiones así, porque es una herramienta que has utilizado durante mucho tiempo para visibilizar tu trabajo y de pronto debes limitarlo y perderlo".