ALICANTE. Peones, caballos, reina, rey... Figuras de ajedrez que, lejos de tratarse de solo un juego, llevan implícita tal carga simbólica que las comparaciones con la sociedad -y sus diferentes estatus- no han sido escasas. Acompañadas por su tablero y por otros objetos no tan aleatorios -pinzas, balas o unas esposas, entre otros-, el artista asturiano García de Marina hace posar en sus fotografías a las piezas de un ajedrez de cristal para representar la fragilidad de las personas y de los derechos humanos en diferentes conflictos y situaciones. El resultado se encuentra, desde el jueves 12 de diciembre y hasta el 23 de febrero, en la Sala de Exposiciones Lonja del Pescado, bajo el nombre Inocentes. Esta es la primera vez que la exposición se puede ver al completo, con las 51 fotografías que la componen, ya que en la anterior ocasión –Myanmar (Birmania)- tan solo se mostraron 18. "La idea de crearla surge por la invitación que recibí en 2018 para llevar un proyecto de fotoperiodismo al Yangon Photo Festival, en Birmania", desvela el génesis de Inocentes su autor, García de Marina.
Posterior a esas 18 piezas, el fotógrafo fue desarrollando la muestra hasta llegar a las 51 fotografías actuales, que incluyen 48 diálogos. Un número -el 48- que alude "a 1948, año en que se proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos en París", desvela la simbología. En la exposición se abordan temas como la tortura o el menosprecio por el color de piel, el género o la orientación sexual, tan actuales como atemporales: "No quise plasmar escenarios de la historia, así como tampoco diferentes guerras o sucesos. Me interesaba que fuese algo atemporal, a pesar de que algunas de las fotografías hablan, por ejemplo, de un conflicto determinado que ocurrió en Myanmar; son situaciones que seguramente también sucedieron hace 100 años en otro lugar o que, desgraciadamente, pueden ocurrir dentro de 20 años o de una semana en cualquier sitio del mundo", justifica.
Bajo una misma estética, todas las imágenes emplean el color, aunque con tan poca saturación que parecen tomadas en blanco y negro. Además, García de Marina sigue la línea habitual de sus proyectos, colocando objetos para plasmar sus reflexiones: "Decidí hablar sobre una temática que está ya tan usada, pero desde un punto de vista conceptual y muy minimalista, donde las fotografías no fuesen explícitas para que no se viese sangre ni a gente mutilada. Quería que se tratase de un proyecto cercano y apto para todo tipo de públicos, aunque detrás de cada imagen sí se puede percibir la angustia y el sufrimiento", interpreta el autor. Y añade que le parecía interesante incluir "piezas que no estuvieran perfectas, sino que tuviesen pequeñas roturas o líneas, porque de esa forma podía hablar sobre las cicatrices o sobre el paso del tiempo del ser humano".
Peones tumbados que imaginan una fosa común y las distintas piezas que ofrece el juego para poner de manifiesto el papel de la mujer en la historia, el ser humano como mercancía o las minas antipersonas. Aunque las fotografías puedan entenderse debido a la carga simbólica de las fichas, "en la entrada se coloca un pequeño texto para que los y las visitantes sepan lo que se van a encontrar, además de un vídeo dentro de la exposición donde se explica, de forma breve, cómo se gestó el proyecto y cómo fue el proceso de creación", da a conocer García de Marina.
Pese a esta especie de guía introductoria, la gente lleva a cabo su propia interpretación de las fotografías, "la cual es tan válida como la que yo trato de plasmar", aclara el artista. "Por eso las imágenes no tienen cartela ni explicación; no me gusta mucho contar lo que quise hacer con las fotos, porque no existe una interpretación correcta ni una incorrecta". Ese feedback con las observadoras y observadores es un elemento que enriquece el proyecto y provoca que tenga sentido. "Si no se diera esa lectura por parte del público, se acabaría todo en la mente del propio intérprete", apunta.
Los derechos humanos son el eje que vertebra esta exposición, a través de los cuales el fotógrafo inicia una reflexión por bloques: "Tal y como se coloca en Alicante, se ven diferentes temáticas: en la pared de la izquierda las fotografías hablan sobre el territorio, mientras que a la derecha tratan sobre el muro del dolor y de la angustia", concreta. Una distribución que no muestra, únicamente, el sufrimiento, sino que también trata de arrojar esperanza, como una especie de dualidad. "Por un lado, estoy plasmando la realidad, el sufrimiento, la angustia donde a nadie nos gustaría encontrarnos; pero, por otro, quiero dejar una línea abierta a la esperanza", confiesa.
Además, ejemplifica el escenario negativo de una de sus fotografías, "donde se coloca a un peón que está rodeado de cristales rotos. Una imagen que trata de aludir a una persona que se encuentra en medio de la suciedad y lo que queda de la que fue su casa, que ahora está derruida, al igual que los edificios de su alrededor. Pero en ella también quiero hablar sobre la esperanza, sobre la construcción de un futuro mejor", imagina García de Marina.