vals para hormigas / OPINIÓN

Hoy podría ser el día

26/06/2019 - 

Hoy será el día en que una abrumadora minoría de alicantinos descubrirá que el Supremo ha endurecido las condenas de los integrantes de la Manada de Pamplona. También asistirán con estupor a la intensificación del conflicto entre Estados Unidos e Irán o al ascenso en las casas de apuestas de la candidatura de Boris Johnson al liderato del Brexit. Puede que comprueben igualmente que Ciudadanos arde porque siempre ha sido un partido efímero y de cartón piedra, tan sujeto a los vientos como una ola de calor africana. Algunos de los componentes de esa estruendosa minoría se lamentará hoy de que el Hércules perdiera contra la Ponferradina pese a que el Rico Pérez estuviera lleno hasta la bandera, como si esa minoría tan aplastante hubiera celebrado un congreso extraordinario en el estadio. Porque caber, caben. Y entonces les asaltará el temor de que quizá la fe en lo propio y en la coca de mollitas no mueve montañas.

Si esa minoría escuchara alguna vez más que el estallidos de un masclet, los últimos hitos de una discografía para la que nunca han tenido edad y esos himnos con los que se les saltan las lágrimas, se darían cuenta de que ni siquiera entre ellos mismos serían capaces de alcanzar la unanimidad en ningún asunto que se les pudiera plantear. Ni siquiera reunidos en el coliseo del club de sus amores, ni siquiera con una batería de bandejas de coca y bacores, ni siquiera después de entonar, en pie y con la mano en el corazón, las dos primeras estrofas de La manta al coll. Probablemente confían ciegamente en un líder con la voz necesaria para acallar a todos los demás. Alguien que, en esta ocasión, sustituya en el cargo a Manolo Jiménez, un señor con alma de pangolín que solo sabe enroscarse y dejarse caer por una pendiente cuando alguien se le arrima. Que solo saluda como quien invierte en Bolsa. Y que cree que la disidencia transmite el autismo.

Hoy será el día en que los responsables de la ciudad tampoco se centren en lo verdaderamente importante porque las vacaciones están a la vuelta de la esquina. Aunque con la novedad de estrenar consistorio, igual hay quien se anima a decidir qué se hace para mejorar la limpieza, para impulsar el turismo, para buscar salida a los barrios en los que nunca la ha habido ni nunca la habrá. Para modernizar una ciudad perdida en otros tiempos que también se ha empeñado en olvidar, para reactivar a una población que jamás ha hecho otra cosa que conformarse.

Pero también podría ser el día en que comenzaran a apuntarse en la agenda las sugerencias, protestas y demandas que conduzcan a trasladar la mascletà lejos de Luceros, a repartir de forma sensata los espacios y presupuestos públicos, a conciliar los deseos de la impertérrita minoría con los derechos de una mayoría que mira o, en gran parte, se va para otro lado. Claro, que esta presunción de excelencia recae sobre el nuevo concejal de Fiestas, que solo saber mirar a sus conciudadanos como quien vive permanentemente en el remate de una hoguera, pensando que los constructores son expertos en tensiones, equilibrios y materiales. Y que nunca cae la que cae cada año.

Uno querría pensar que Jiménez va a aprender, a fuerza de leyes y burocracias, lo que significa atender tanto a quien te ha votado como a quien no lo ha hecho. Hoy podría ser el día en que a uno le vuelven a abofetear en la fe en el ser humano.

@Faroimpostor