La presidenta de Baleares, la popular Marga Prohens, proclamó hace unos días que urge repensar el modelo turístico de las islas en el sentido de que "hay que crecer en valor y no en volumen". No es la primera vez, ni la segunda, que Prohens brama contra la hiper-masificación porque es plenamente consciente de que ese modelo va a ser una ruina a medio y largo plazo, en uno de los territorios más singulares, y bellos, de España. Me pasa un enlace de la noticia Miquel González del diario de Mallorca para envenenarme, más aún, en estos asuntos donde muchos confunden la prevención y los parámetros de desarrollo sostenible con turismofobia (ya había leído la noticia en algunos medios nacionales). No. No es lo mismo. Ni se ha inventado ahora: desde los años noventa se viene debatiendo, con intensidad creciente, con eso de no matar la gallina de los huevos de oro.
Lo que me gusta, y me regodeo un poco, es que el Partido Popular de Baleares afronte el toro por los cuernos: la sostenibilidad ya no es patrimonio exclusivo de la izquierda. Y aún va el PSOE de dicha comunidad diciendo que "les copian". Si fuera así, bienvenida sea la copia. Prohens acaricia la idea del “decrecimiento” que es una teoría político/económica surgida del rumano Nicolae Georgescu en previsión de un post-comunismo más o menos viable, y surgida también del sociólogo francés Serge Latouche, con tintes mucho más ecologistas. En algunas cosas yo me la aplico a rajatabla: por ejemplo llevo el mismo teléfono móvil de hace siete años y no lo cambiaré hasta que eche chispas por la pantalla.
Tengo amigos que en este periodo de tiempo ya han cambiado de aparato tres o cuatro veces. Mantengo la mismas batidora de hace 25 años. Y el verano pasado, tras años de reflexión, cambié el ventilador que compré cuando vivía en València a mediados de los noventa por uno un poco más moderno. Debo confesar que soy un caso especial en esta objeción al consumo desenfrenado que es una manera sino de decrecer por lo menos de contener. Y de una objeción radical a la obsolescencia programada que me pone de los nervios. Algunos de esos amigos son de los que se escandalizan por el precio de una entrada de cine, o por pagar 80 euros para ver un concierto sinfónico de los de rompe y rasga. ¡Ay!
Prohems: "Hay que crecer en valor y no en volumen....hay que hacer un esfuerzo de contención de las visitas". Y de paso, guerra total a los apartamentos turísticos ilegales, y guerrilla a los pisos turísticos legales en zonas tensionadas (que normalmente son los centros de las grandes ciudades). La alcaldesa de València, María José Catalá quiere ir por ahí: ya veremos si la dejan. Aún me acuerdo de cuando Esteban González Pons, 2006, fue conseller de Territorio y proclamó aquello de “sueño con una Comunitat verde por dentro [freno al desarrollismo] y roja por fuera [con pasión]”. Los principales promotores y urbanizadores de suelo se llevaron las manos a la cabeza de tal modo que Pons duró en Territorio menos que un pastel a la puerta de un colegio.
A diferencia de Prohens, en la Comunitat Valenciana los debates, que por fin están emergiendo, son tibios. En diciembre de 2023 la consellera de Turismo Nuria Montes exclamaba "que aquí no tenemos ningún problema de masificación ni turismofobia". Y hace unos días deslizaba guerra sin cuartel contra los apartamentos turísticos ilegales en favor de nuevos hoteles, justo cuando en Amsterdam acaban de prohibir nuevas licencias. La capital (de facto) neerlandesa es una de las grandes referencias turísticas de Europa, como Venecia, Madrid , Barcelona o València. El alcalde de Alicante Luis Barcala busca suelo para usos hoteleros....espero que no se pase de frenada. Su idea de alguna promoción en la semiperiferia no es mala. Con mesura.
Hace tres semanas el president de la patronal hotelera Hosbec, Fede Fuster, alertaba en la asamblea anual del riesgo de "hotelización" de los conjuntos residenciales concebidos en los planes de urbanismo para eso: para vivir y contribuir a la grave crisis de vivienda. Pero se están convirtiendo, vino a decir, en viveros de apartamentos turísticos ilegales o semi-legales. Apoyó Fuster las políticas que ha iniciado el Ayuntamiento de Altea con su alcalde a la cabeza Diego Zaragozí (Compromís) donde se ha procedido a una paralización cautelar de licencias turísticas. El Supremo acaba de tumbar los proyectos de dos rascacielos planeados en la playa del Acequión de 26 plantas y 80 metros de altura...un plan que alberga un halo del polémico Manhatan de Cullera. Un halo. ¿Hay brotes verdes en este universo de repensar el turismo? Ojalá. No lo sé.
CODA 1: Por cierto: ¿hay que modular el número de visitantes a la Isla de Tabarca en temporada alta? Yo desde luego no cojo la 'tabarquera' de junio a septiembre ni harto de vino. Tengo mucha prevención a las aglomeraciones y al ruido (sobre todo en los restaurantes).
CODA 2. El toro embolado no es arte ni cultura, señor Barcala. Es tortura. Se pongan como se pongan algunos de los suyos y la ultraderecha que le apoya en pleno de vez en cuando. Chunga barbarie. Si lo permiten ayuntamientos de izquierda, igual de fatal. No es pretexto.