ALICANTE. Pocos elepés tienen el honor de poderse escuchar de forma íntegra y no saber qué tema sobra o cuál está de relleno. Esa canción que engorda el disco, pero que jamás será tocadas en directo y que los fans olvidan con la rapidez de un rayo. Esto no pasa, ni por asomo, con Soul & Destroy de Hermano Fuego. Un trabajo que desde el primer tema, Entre bastidores, ya abre el camino de calidad sonora, muy en la línea del rock garajero más divertido y potente que puedas escuchar ahora. No hay tema de relleno, os lo aseguro.
Javi Peral es el guitarrista y anterior bajista del combo, uno de los últimos en llegar al grupo, cuando ya estaban algo conformados. “Claudio (voz y armónica) y J.C (batería) ya habían tocado juntos antes en Las membranas y Flamin Guays. Los Flamin terminaron cuando falleció el inigualable Paco Rufus. Unos años después sintieron que era el momento de volver a hacer música juntos, y empezaron a ensamblar las piezas de la banda. En un principio empezamos con Sam a la guitarra, y conmigo, que acababa de dejar Hyrels, al bajo”, relata Peral.
La música y las letras son pegajosas, tan contagiosas como las risas en una noche de cerveceo veraniego. “La idea era hacer canciones con un pie en el punk rock y el otro en la música de raíces tipo blues, soul o R&B y con letras en español”, apunta. El grupo se reformuló un poco, algo normal en cualquier banda. “Tras un par de ensayos Sam se marchó y entró a la guitarra Dr.Jau alma mater de Le Grand Miércoles, quien conocía a J.C y Claudio desde hace tiempo y estaba al tanto del nuevo proyecto y con ganas de unirse”. La banda ha seguido ampliando sus filas, algo que hace que suene mejor el muro sonoro de su música “Esta es la formación con la que empezamos y grabamos el disco, pero recientemente se nos ha unido Dani al bajo, pasando Javi a la guitarra. Al haber dos guitarras ahora, el sonido ha evolucionado, se ha refinado en contundencia”.
Suena raro, pero Soul & Destroy se grabó en 24 hora en un sótano y en directo. De ahí que se nota tan crudo y directo. Tan palpable, casi puede sentir el vaho de la voz de Claudio. “Una vez asentada la formación, empezamos a componer y fue todo muy natural”, recuerda. “Las canciones fluían en el local de ensayo, y a los pocos meses teníamos ya suficientes como para hacer algo con ellas. La idea inicial era grabarlas para nosotros, como una especie de demo para un futuro disco. Nos metimos un fin de semana en el sótano de Claudio y grabamos en directo los cuatro. Añadimos muy poca cosa. Algún coro, algún arreglo de guitarra y alguna percusión”.
Con todo grabado sucedió que el mundo entró en coma, y ellos con la grabación debajo del brazo optaron por seguir adelante con temas como El Rey de nuestro Amor. “Entonces llegó la pandemia y se paró todo”, señala. “Como no podíamos ensayar, componer ni tocar en directo se nos ocurrió que Jau, que además de músico le da a los botoncitos como productor, iba a mezclar las canciones (ya se había encargado él de la grabación). Así que por las noches cuando se dormía su hija, con un portátil y unos cascos se puso a ello. Nos iba mandando borradores por mail, le dábamos nuestra opinión, y retocaba hasta que nos pareció que ya estaban acabadas”, recuerda.
Soul & Destroy huye de la posproducción a tope, que aporta ese halo de música de plástico, muy tratada. Y eso lo consigue estando grabada tocando en directo, más orgánica. “Lo de grabar en directo sí fue premeditado”, señala. “Queríamos que sonara crudo, real; que el disco fuera una fotografía del sonido del grupo, y que fuera lo más fiel posible a la energía que oímos en el local de ensayo o en un concierto”.
El sonido te envuelve mucho más cuando detectas que en cada riff, voz y percusión hay unas emociones vertidas en su ejecución. “La ventaja principal de hacerlo así para nosotros está en que le acabas dando tanta importancia al sentimiento como a la ejecución de manera que para que una toma sea realmente buena, no solo tiene que estar bien tocada, sino que tenemos que estar todos dentro de la canción”, remata. Curiosamente, el disco se grabó en San Valentín. “Lo del día de los enamorados fue una alegre coincidencia. Sin más”.
Solo me faltas tú es una preciosa canción de amor (o desamor) tan en la onda 60 que me vuelve loco. Perfecta para bailar. Ese final repitiendo el bucle el título de la tonada es una maravilla para el directo. “La idea, como hemos comentado antes, siempre ha sido meter en la túrmix música negra y punk”, dice. “Hacer soul, blues, R&B con espíritu punk. Entonces en el disco puedes encontrar exactamente eso. Está Sam Cooke, están los Stooges, Mc5, Howling Wolf, Screamin Jay Hawkins, La perrera. Todo eso bien destilado por el Hermano Fuego”. Después de dos canciones más tranquilas llega, sin aviso ni nada, Carne Cruda. El equilibrio mostrado por el disco, que pasa por el lado más macarra y por el más sentimental, debe haber sido difícil. “A nivel composición no -señala-. Nuestro proceso es muy intuitivo. Muy natural (como el yogur). Improvisamos en el local todos juntos sobre ideas que, o bien surgen allí mismo, o alguien trae de casa. Y si funciona, funciona. Sin importar si es más lenta o más ligera”, aclara.