CALAHORRA (EFE). El heladero alicantino afincado en La Rioja, Andrés Sirvent, cederá las mantecadoras que conserva de su padre para un proyecto con mujeres de Madagascar, a las que enseñará a elaborar helados con frutas de este país africano para que los vendan y puedan sacar a sus hijos adelante. Se trata de un proyecto solidario "muy bonito", enfocado al turismo, que este maestro heladero plantea desarrollar a petición de la ONG "Yamuna.org", que trabaja en aquel país, ha detallado en una entrevista con Efe en Calahorra, adonde llegó hace 34 años desde su tierra natal de Jijona (Alicante).
A sus 62 años y una dilatada carrera profesional, que le ha aupado a los más altos reconocimientos nacionales e internacionales en el ámbito de la heladería y la pastelería, Sirvent explica que es su primer proyecto solidario y no por ello menos importante, ya su máxima siempre ha sido que, para aceptar un encargo, le tiene que ilusionar.
Su idea es poder viajar a Madagascar con las tres máquinas mecánicas mantecadoras que conserva de su padre, que eran las que se utilizaban hace unos 40 años, y enseñar a mujeres con hijos a elaborar dos o tres tipos de helados básicos con frutas autóctonas del país, como mango y papaya; y vainilla, que la de Madagascar es "la mejor del mundo".
El proyecto, que está pendiente de concretar los últimos detalles con la ONG, cuya sede central está en Barcelona, se plantea para mujeres que residan en poblaciones o aldeas cercanas al ámbito turístico de la isla. Se trata de que puedan salir a diario, con carros, a vender los helados a las zonas turísticas de esta isla, famosa por sus recursos naturales y paradisíacas playas.
Cree que el proyecto puede funcionar perfectamente en Madagascar porque es un país que fue colonia de Francia, una nación "muy exquisita" con el dulce y el helado y con una cultura muy arraigada en estos productos. Además, ve en este proyecto una iniciativa de fácil aplicación, ya que las máquinas mantecadoras no tienen complicación mecánica, incluso si fuera preciso repararlas.
Su idea es poder viajar, la primera vez, con un mecánico de su confianza de Calahorra, que sea el que ponga en marcha la maquinaria y contacte con mecánicos de la zona para posibles reparaciones futuras. En el plano técnico, estas mantecadoras funcionan con un sistema de "frío muy válido" y no necesitan electricidad inmediata para producir los 30 grados bajo cero que precisa el helado.
Lo que le ha ilusionado de este proyecto es ayudar a mujeres necesitadas con hijos a instalar un obrador, donde enseñarles a elaborar sus helados, cómo él aprendió de su padre; que puedan crear una pequeña cooperativa y ofrecerles la posibilidad de un futuro para sostener a sus hijos. El motivo de enfocar el proyecto a madres con hijos es porque "da tranquilidad" saber que "no van a malgastar el dinero que obtengan de la venta de los helados y lo dedicarán a sacar adelante a la familia", lo que la ONG le transmitió que ve factible en esta iniciativa.
Pese a reconocer que su máxima es ver amanecer cada día y trabajar desde su obrador en Calahorra, su agenda también se ha visto alterada por la pandemia, que este año ha iniciado con eventos y compromisos que habían quedado anulados en 2020 y 2021 y, por ello, no ha puesto fecha al viaje a Madagascar, pero lo hará en el momento en el que las circunstancias de la covid-19 lo permitan.
Inicialmente, la delegación en Calahorra de esta ONG, que se dedica a enviar productos alimentarios de esta zona de La Rioja a Madagascar, le planteó que les enviara azúcar o leche, pero les dijo que no era partidario de "llevar el 'pescado', sino de enseñar a pescar". Es una forma metafórica con la que trata de explicar la razón de ceder su maquinaria e instruir en las nociones básicas de la elaboración del helado.
Reconoce haber dicho "no" a eventos "muy importantes" durante su carrera profesional, y, en cambio, cada año prepara el helado para las fiestas patronales de pequeños municipios, incluso aldeas, como la riojana de Peroblasco. Y es que, para ilusionarle, el proyecto tiene que ser "bonito, solidario", como el de Madagascar, sin que necesariamente tenga un fin económico. Formar y escribir un libro es lo le queda por hacer en toda su trayectoria personal y profesional, pero Sirvent asegura que elaborar helado lo lleva "en la sangre": "Mientras me encuentre con ganas y chispa, ahí estaremos, al día a día, y con ilusión. Ahora con este proyecto, que me ilusiona".