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conmoción por muerte de Carmen martínez

'Hachazo' emocional sin respuesta en los 'Kennedy' de Alicante

11/12/2016 - 

ALICANTE. ¿Por qué? y ¿por quién? Ésas son las preguntas que rodean a muchos de los amigos y conocidos de la familia Sala-Martínez, un matrimonio que fue modélico, mientras vivió Vicente Sala, ex presidente de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, y Carmen Martínez, Doña Carmen, para muchos, que también lo fue como viuda y madre. El asesinato de Carmen Martínez, el viernes por la tarde, ha dejado a una ciudad conmocionada, sobre todo, a su extenso círculo de amistades, una vez descartado el móvil de robo y focalizado en el económico. Los Sala Martínez son uno de los patrimonios más acaudalados de la ciudad, merced a la fortuna gestada por Vicente Sala a través de la firma SM Resinas, que comercializaba los derivados del petróleo para hacer productos de plásticos y caucho. SM Resinas era un imperio con delegaciones en Portugal y varios países de Suramérica, con unas ventas anuales que rondaban entre los 35 y 45 millones de euros (según resultados de hasta 2014).

Los Sala-Martínez eran una piña. Y se movían como tal. Lo primero siempre era el negoci. Tras la muerte de Vicente Sala, el consejo de administración de SM Resinas lo formaban la viuda y los hijos (un varón y tres féminas). Hay muchos rumores y pocas hipótesis -el móvil económico es el que está sobre la mesa en estos momentos, el entorno más cercano, bajo los focos-. El único dato objetivo es el que se publicó en el Registro Mercantil, en el que el hijo mayor, Vicente Jesús Sala Martínez, había dejado sus cargos de responsabilidad al frente de la empresa familiar, SM Resinas S.A., para que los ocuparan sus hermanas. De esta manera, Sala Martínez cedía la presidencia de Samar Internacional S.L., que posee el 100% de SM Resinas, para que la nueva presidenta fuera su hermana María del Mar Sala Martínez. Al mismo tiempo, Vicente Sala hijo también había dejado su cargo como presidente de Compañía Española de Resinas S.L., un puesto que había sido ocupado otra hermana María Antonia Sala Martínez. Hay también rumores de que esa situación se revertió al mes siguiente tras una decisión de la junta general de la compañía (Vicente Sala pasó a ser administrador único). Y que tras ello también pudo haber razones médicas del primogénito de los Sala. Pero la única verdad es que ese cambio en la presidencia de la compañía pasó como refleja el Registro Mercantil, y en su momento publicó Alicante Plaza.

¿Si había disputas entre hermanos? Gente cercana a la familia admite que en todo caso, sí había algo, era disparidad de criterios entre los hermanos y alguna preferencia que otra de la viuda. Pero eso había quedado entre las cuatro paredes del palacete familiar de los Sala Martínez, ubicado en Avenida de Dénia.

Pero la imagen exterior era otra. Los Sala Martínez se mantenían unidos y daban imagen de ello. Y de esta circunstancia se encargaba la propia asesinada, la madre, que ejercía de ello y de nexo de unión entre los hermanos. De ahí que la extrañeza de que ella sufriera la ira de sus asesinos, cuyo móvil económico, objeto actual de las pesquisas policiales, apunta todavía más la profesionalidad de los elegidos. Las preguntas siguen siendo la mismas: ¿Por qué? y ¿por quién?

Desde luego, los más cercanos a los Sala Martínez descartan o no se imaginan que la cruel idea haya podido surgir del primer círculo familiar o el segundo o del tercero, una vez descartada la hipótesis del robo. Y sobre todo no se lo imaginan por el bondadoso y afable carácter de Doña Carmen (ella de Aspe), ahora, y de su marido, Vicente Sala (el de Novelda), con anterioridad. En todo caso, si hubiera alguna razón económica, la atribuyen a las turbulencias de inseguridad que generan el hecho de tener delegaciones y concesiones en países del otro lado del charco.

Y de ahí la extrañeza. Pues Doña Carmen era una persona que, a sus 72 años, hacía vida normal. La cogieron con un Porsche Cayenne, pero quienes la conocen dicen que era una excepción. Se manejaba mejor con un Volvo ya más entrado en kilómetros. Era habitual verla en la oficina del Bankinter o dejándose ver por las instalaciones de Novocar, donde ocurrió el fatal suceso. Siempre atenta con los amigos de la familia y de las herencias emocionales que dejó Vicente Sala en su etapa al frente de la CAM. Fue una asidua al Club de Tenis Montemar y merced a sus relaciones, atendía todas las llamadas y las invitaciones que se le hiciesen. Otra cosa es que pudiera acudir, pero siempre contestaba.

Pese a los elevados ingresos de la familia, fruto de los negocios de SM Resinas, y de los concesionarios de vehículos que comandaron, siempre hicieron de la modestia virtud. Muy católicos -en la mansión de la vivienda de la Avenida de Dénia se halla una capilla con capacidad para 30 ó 40 fieles- y con amistades de renombre. El ex presidente de Endesa, Manuel Pizarro, o el Rey Juan Carlos frecuentaron la vivienda de los Sala Martínez fuera de los focos de la opinión pública, aunque también coincidieron en actos públicos y en el barco de la CAM.

La vida social de los Sala Martínez decayó mucho tras la muerte de Vicente Sala. Pero siempre mantuvieron su perfil benefactor. Ponían dinero para la causa que hiciera falta (Cáritas, Proyecto Hombre,...) y sin hacer ostentación de ello. Eran como unos Kennedy, pero en Alicante, de ahí que el hachazo emocional que ha supuesto su asesinato, y además sin tener respuesta, genera más expectativas, casi como lo que ocurrió aquella mañana del 22 de noviembre de 1963 a las 12.30 minutos cuando el 35ª Presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy caía asesinado en la Plaza Dealey de Dallas. De aquello hubo muchos hechos y teorías; pero sólo se encontró la bala. De momento, como lo ocurrido el viernes con Doña Carmen. Sólo tenemos una bala. Y un sillón del consejo de administración, vacío. Y, sobre todo, mil teorías.

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