El festival regresa bajo la dirección de María José Mora recuperando la programación internacional, potenciando los encuentros profesionales y con un aumento de presupuesto
VALÈNCIA. En no pocas ocasiones el cambio de imagen de tal o cual entidad dibuja un lavado de cara que enmascara un proyecto que sigue siendo el mismo. Este no es el caso de Dansa València. El festival de danza cambia su imagen, un rediseño a cargo del estudio Yinsen, pero también se transforma por dentro, de la mano de su nueva directora, María José Mora. La bailarina y gestora cultural accedió a la dirección hace ahora un año, pocos días antes de la celebración de una edición que defendió comunicativamente pero que no diseñó. Ahora presenta la primera edición bajo su sello, un proyecto que quiere desplegar sus tentáculos no solo desde el punto de vista físico, conquistando nuevos escenarios, sino también temporal, llevando su proyecto más allá de la semana oficial de representaciones. Que, por cierto, es del 2 al 10 de abril. “Ahora Dansa València no es un proyecto solo de una semana de programación, estaremos todo el año haciendo actividades y acciones para las compañías. Queremos estar siempre dando apoyo”, defendió Mora durante la presentación, en la que estuvo acompañada por la secretaria autonómica de Cultura, Raquel Tamarit; la concejala de Acció Cultural, Maite Ibáñez, y la directora del Escalante, Marylene Albentosa.
La renovación del proyecto pasa por la programación y, también, se nota en el bolsillo. Prueba de la confianza de las instituciones en la dirección de Mora es el considerable aumento del presupuesto, que alcanza los 450.000 euros, un 67% más que en el año anterior. También se da un paso importante por lo que respecta a la potenciación de las relaciones con la industria, más allá de la propia programación de espectáculos. “Es muy importante ese espacio de encuentro de profesionales”, subrayó Tamarit durante su intervención. Con todo, esta 35º edición dibuja la creación de una suerte de feria, tal y como avanzó este diario, un espacio de encuentro que, en cualquier caso, se aleja de la fórmula clásica de stands en un espacio físico concreto y se dibuja más bien como un paraguas que aúna las distintas acciones enfocadas al público profesional.
“Estamos trabajando para dar apoyo a las compañías valencianas a lo largo del año”, explicó Mora, que deslizó algunas de las propuestas, como una plataforma para la presentación de proyectos, rueda de negocios de la mano de las asociaciones de danza, acompañamiento de compañías a ferias o la cesión de un espacio por parte de la Oficina de Turismo instalada en el Teatro Principal para que, durante los días del festival, los profesionales puedan concertar reuniones. Estas medidas, algunas de ellas todavía por anunciar, van de mano de un trabajo quizá más invisible pero también necesario, que pasa por fomentar las relaciones personales con gestores de otros certámenes o encuentros con el objetivo de mejorar la posición de Dansa València entre los profesionales a nivel estatal. En este sentido, María José Mora ha hecho tourné este año con el objetivo de amplificar esas conexiones. El fruto de esto ya se está materializando con el intercambio de piezas con el festival PalmaDansa, que se traduce en la exhibición de Very, very Slightly de Eulàlia Bergadà, o el acuerdo de colaboración con el centro KVS para impulsar una estancia en la Compañía Real de Teatro de Bruselas.
La carta de presentación de esta edición será una adaptación de El público, de Federico García Lorca, a cargo del alicantino Gustavo Ramírez Sansano. La pieza, que se podrá ver el 6 de abril en el Teatro Principal, recupera uno de los textos clave para completar la biografía del granadino, una pieza escrita en 1930 que no llegó a estrenarse hasta 57 años después de su creación. El teatro y el amor homosexual se funden en un texto en el que el poeta se despoja de mascaras, mostrándose más que nunca en todo un canto a la libertad. “¡Hay que destruir el teatro o vivir en el teatro!”, exclama uno de los personajes de El público, un teatro que abre sus puertas a Dansa València con un total de nueve estrenos absolutos. Entre ellos, el viaje introspectivo de Janet Novás en Where is Janet?, en el que juega con los límites de la física y la emocionalidad; One Night at the Golden bar, de Alberto Cortés, con una reflexión en torno a la masculinidad hegemónica; o el proyecto en torno a la red social TikTok de Núria Guiu.
Otros de los nombres clave de esta edición son Rocío Molina, que acaba de ser galardonada con el León de Plata en el Bienal de Venecia, que unirá su talento con el maestro de la guitarra flamenca Rafael Riqueni; Juan Carlos Lérida, uno de los bailarines y coreógrafos más prestigiosos del flamenco de vanguardia, o la compañía Mal Pelo, que culminará con Highlands su exploración del trabajo del compositor Johann Sebastian Bach. Entre los nombres valencianos que dan forma a la programación se encuentra Javier J. Hedrosa, Sandra Gómez o la compañía Otradanza, que combinará baile y circo en La banda. A esta lista también se suman valencianos que han hecho carrera fuera de la Comunitat, nombres como Marina Mascarell, que reúne sobre la escena a intérpretes de 22 a 54 años, o Silvia Batet, que presentará en el Museu de Belles Arts Oblivion.
Una de las novedades de este año, y que justifica en parte el aumento del presupuesto, es la recuperación de la programación internacional, con un espectáculo de Grecia y artistas de Reino Unido, Bélgica y Países Bajos. Uno de los nombres clave es el de Christos Papadopoulos, considerado una de las grandes promesas de la danza contemporánea europea, que estrena en España el espectáculo Ion. Este bloque es importante aunque, ojo, Dansa València tiene claro su campo de actuación y ese es el nacional. “El festival no es un festival de programación internacional, sino de propuestas locales y estatales. De hecho apunta a ser la plataforma de danza contemporánea de creación en España, pero está bien tener alguna propuesta de fuera porque es interesante para el público y la profesión”, reflexionó la directora.
La apuesta por los espacios no convencionales también volverá a ser una de las claves de Dansa València, con espectáculos en distintos puntos de la ciudad. Tal es el caso del alicantino Carlos Peñalver, que llevará Ciaccona a la plaza dels Furs y a la del Patriarca, mientras que LASALA representará Alive, una pieza que habla de la libertad de elección de la mujer, en la plaza del Mercat. También el cauce del río Turia, la plaza de la Virgen o el Parc Central se convertirán en escenarios atípicos desde donde se llevará la danza a cada rincón de la ciudad, con proyectos como Club Mutante. Aunque también se da el camino a la inversa, con producciones pensadas para la calle que en esta ocasión desembarcan en sala, como el caso de Migrare, de Maduixa, o IN-SIDE, de Lucía Montes y Mado Dallery, que tomarán las tablas de Les Arts y La Mutant respectivamente.
La castellonense Pepa Cases escribe y dirige 'Voràgine', un espectáculo de danza que habla del dolor y también de la incompresión que padecen especialmente las mujeres agredidas