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vals para hormigas  / OPINIÓN

Gerberas y acelgas

18/10/2023 - 

Hay una batalla soterrada entre dos personas a las que no puedo citar, porque no me han dado permiso, sobre la disposición del jardín familiar. A un lado se encuentra la defensora de las plantas ornamentales; al otro, la del semillero hortofrutícola. Una prefiere llegar a casa y recibir un estallido de color; la otra, alimentarse del esfuerzo que dedica a su pequeño plantío. Es bonito. La eterna lucha de los artistas entre la belleza y el sustento. Que es también el argumento que se esconde –tan mal como un gato que oculta su cara tras la cortina y deja a la vista el resto de su cuerpo- bajo los premios Planeta de novela. Casi, se diría, el debate entre lo efímero, que representa a los políticos que no ven más allá de su propia legislatura, y lo sólido, que representa a quienes entienden que solo somos inquilinos en este planeta y tenemos que conservarlo como vivienda, también, de las próximas generaciones. Bien, pues les avanzo que, pese a que tiene lugar en esta época de predominio del fogonazo visual, en la pelea entre las gerberas y las acelgas, ganan las segundas. De momento.

En realidad, les confieso que he empezado por el segundo párrafo. Porque el recuerdo de esta contienda dialéctica de bancal se me atraviesa después de contemplar los macetones que el alcalde Luis Barcala me ha plantado –es un decir, porque están sobre la acera- en la puerta de mi casa. Y en las cuatro esquinas de la confluencia entre mi calle y la paralela. Con eso, y con la promesa de que llenará Alicante de palmeras y plátanos de sombra, me da que la adecuación de la ciudad al futuro neoclimático, con temporadas más largas de un intenso y pegajoso calor se parece bastante al tren en el que viajaban el lunes los eurodiputados entre Bruselas y Estrasburgo y que, por error, acabó en los apeaderos de Disneyland París, donde no se puede legislar, pero se divierte uno mucho más, dónde va a parar. A saber si fue un error, por cierto, y no una artimaña que los afectados supieron esconder mejor que lo del Planeta. Me da que la visión largoplacista de nuestro alcalde es tan amplia como la sombra de una palmera, que sí, que admito que es muy mediterránea y todo eso. Sitúense debajo de un ejemplar y sabrán de lo que estoy hablando. Si la intención es proteger a los ciudadanos del cambio climático, sospecho que da lo mismo regar –es otro decir- los balcones de macetas, como propuso Isabel Díaz Ayuso para Madrid, o asfaltar las calles con prímulas, como la sujeto número uno de mi primer párrafo.

Puede que lo de los macetones se deba exclusivamente a un anticipo de la campaña comercial de Navidad. Reconozco que ni presto demasiada atención a lo que sale del Ayuntamiento ni soy capaz planear las fiestas decembrinas ya en octubre. Son, desde luego, del tamaño que corresponde a un eventual ramo de flores que llevara en su regazo la Virgen María de récord que nos plantarán en la Explanada. Lo que sí soy capaz de vislumbrar es que Barcala se aleja bastante de los postulados de la sujeto número dos de mi primer párrafo. Paseo ocasionalmente por las calles y no veo ningún indicio de que estemos dejando Alicante preparada para los nietos que nunca tendré. Eso sí, no cabe duda de que las gerberas quedan mucho mejor en las fotos de los turistas de instagram que una acelga. Dónde va a parar, también.

@Faroimpostor

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