El teniente general, ex jefe del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad de Bétera, participante en misiones de paz internacionales y primer español en subir el Everest y alcanzar ambos polos, pronunciará una conferencia en l'Alcora el próximo viernes 10.
CASTELLÓ. El perfil biográfico de Francisco José Gan Pampols (Figueres, Girona, 1958) está marcado por una trayectoria en la que 45 años de experiencia de la milicia, el deporte de montaña y el estudio de distintas disciplinas forjan una personalidad poliédrica, construida a través de experiencias muy diversas. Teniente General del Ejército de Tierra -en la Reserva-, este licenciado en Ciencias Políticas y Sociología y Master de Defensa Nacional fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Católica de Valencia el pasado mes de marzo. Primer español y quinta persona en el mundo en alcanzar las tres cimas de la Tierra: coronó el Everest en 1992 y alcanzó, respectivamente, el Polo Sur Geográfico en 1995 y el Polo Norte Geográfico en 1999.
Su último destino antes de pasar a la reserva fue el de Jefe del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad (CGTAD) en Bétera y responsable del Cuartel General del Cuerpo del Ejército de Despliegue Rápido de la OTAN (HQ NRDC-ESP). Antes, entre otras experiencias fue director de la Academia General Militar de Zaragoza y participó en misiones internacionales de mantenimiento de la paz en Bosnia-Herzegovina (1995-96), Kosovo (2000-2001) y Afganistán (2001). En posesión de un gran número de reconocimientos por su trayectoria, ha sido director del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas y es comunicador de la cultura de la paz y experto en yihadismo. Exvicepresidente de la Sociedad Geográfica Española, también es consejero asesor de la consultora Pharos, y ha impartido conferencias a grandes empresas (Telefónica, CaixaBank, Banco de Santander, BBVA, etc.). Es ponente en temas de inteligencia, liderazgo, estrategia, geopolítica, exploración y aventura. El próximo viernes 10 de septiembre a las 19 h, hablará sobre Talento, tecnología e innovación al servicio de la defensa en el salón de actos de Caixa Rural l’Alcora.
- Usted tenía el precedente militar de su padre, pero tiene dicho que la vocación no es una actitud momentánea sino que se ve cuando uno hace lo peor, lo más amargo de su oficio… y la vocación sigue ahí. ¿En qué momento sintió la llamada?
- Bueno, cuando ingresé en las Fuerzas Armadas, el modelo de acceso era nuevo, luego decayó y ahora se ha vuelto a adoptar corregido y aumentado: había que tener el COU aprobado, superar la prueba de acceso a la Universidad, luego un examen previo con una prueba de inglés y un psicotécnico… y en cada criba caía el 50%. En la fase de campamento, que incluía una instrucción militar dura -yo tenía 17 años y mi padre hubo de firmar una autorización- fue cuando experimenté por primera vez algunos rasgos de la fuerza de voluntad, de sobreponerse a la adversidad. En esa etapa se estrechan unos lazos de compañerismo grandes entre los miembros del mismo pelotón y si tenía alguna duda se me despejó entonces: vi que me motivaba y que quería continuar. Fue en Monte La Reina, en Zamora, donde hacíamos la instrucción con unos mosquitos que parecían aviones… aquello fue una iniciación al zen importante, porque veías al mosquito picándote pero no podías moverte al estar en posición de firmes [sonríe]. Luego ya vino el Selectivo y los años de Academia General Militar.
"lOS CIUDADANOS aprecian A LAS FUERZAS ARMADAS PORQUE LES HAN VISTO EN CALAMIDADES. OTRA COSA ES QUE ENTIENDAN QUE ADEMÁS HACEN OTRAS COSAS NO TAN VISIBLES NI TAN HUMANITARIAS. LA SEGURIDAD ES UN INTANGIBLE, Y PRECISAMENTE POR ELLO LA GENTE TIENDE A IGNORARLO".
- En su ascenso en el escalafón, siguiendo su currículo, la montaña tiene un papel importante. Al menos los regimientos de Cazadores de Montaña.
- Ciertamente. Al acabar la fase de la Academia, era teniente de Infantería y tenía mucha vinculación con la montaña, me gustaba mucho. Así que los primeros 9 meses en ese empleo de teniente los empleé en un curso de especialización, para mando de tropas de montaña, que incorporaba la capacitación para el mando de ese tipo de unidades. Y en los empleos posteriores, de teniente, capitán, comandante, teniente coronel y coronel, en todos ellos estuve en unidades de montaña.
- Ha vivido en primera fila cambios muy importantes en el Ejército de Tierra. ¿Cree que la sociedad es plenamente consciente de hasta qué punto se ha modernizado y profesionalizado en todos los ámbitos?
- Sinceramente, creo que no. Ingresé en la Academia General Militar en 1975 y ese 20 de noviembre murió Franco. Es un cambio de época. Y desde entonces, la sociedad española no ha vivido de espaldas a sus Fuerzas Armadas. Eso sí, el servicio militar obligatorio fue excesivamente denostado, pese a que tenía una virtualidad enorme: ofrecía la posibilidad de conocer a gente de distintos sitios sin desarraigarte, al ser una cosa temporal, volvías a tu lugar de origen con amigos de todas las provincias y zonas de España, con una visión más ampliada que la localista que ahora mismo se tiene. Al acabarse eso se entiende como un logro, porque estamos en mitad de un cambio de paradigma en la seguridad y las relaciones internacionales: ha caído el Muro de Berlín y ya no hay enemigo: todos vamos a ser felices o como dijo Fukuyama, estamos en el fin de la historia, hemos llegado al modelo perfecto. Ya hemos visto ya que no sólo no ha sucedido eso sino que ante esos ejércitos que fueron menguando… alguien se dio cuenta de que tenemos problemas, que son problemas multidimensionales y que vamos a tener que repensarlos.
- ¿Cómo se hace eso y cómo conecta con la ciudadanía?
- El problema en Occidente y en nuestro modelo democracia avanzada es que es muy difícil tener una idea de qué son las Fuerzas Armadas y para qué sirven. Esto es una tarea política pura y dura: hay que explicar de forma inteligible a la ciudadanía cuál es la estrategia de seguridad nacional, cuáles son los retos, las amenazas, y cómo el conjunto del Estado -política interior, de defensa, económica, de alianzas- configura un espacio en el que somos una parte y que nos garantiza la seguridad. Ojo, una seguridad relativa, porque aquí no hay nada absoluto pero al menos nos sentimos acompañados, amparados y protegidos en algunos ámbitos en los que si fuéramos en solitario no podríamos contar en absoluto con ello.
- Entiendo que en el conjunto de políticas que mencionaba, el papel de las Fuerzas Armadas se ha convertido en un ángulo ciego para los ciudadanos, al no divulgarse demasiado.
- Claro. Si hoy hacemos una encuesta, seguramente las Fuerzas Armadas saldrían con una opinión favorable, porque son muchas las situaciones en los que se les ha visto trabajando en situaciones de riesgo, de calamidades y catástrofes. Cosa distinta es que los ciudadanos entiendan que además de eso tienen que hacerse otras cosas que no son ni tan visibles ni tan humanitarias, pero de las que depende con toda seguridad el que uno pueda levantarse por la mañana y realizar su trabajo ordinario, con una adecuada seguridad, y que le garantice que a lo largo del tiempo podrá seguir teniendo una vida normal. La seguridad es un intangible, y precisamente por ello la gente tiende a ignorarlo. Por eso cuestan tanto las campañas de concienciación de seguridad: los límites de seguridad, los cinturones del coche… es una barbaridad pero sólo lo vemos cuando la desgracia se produce: iba con exceso de velocidad, no llevaba el cinturón… o en un conflicto que has tenido con un vecino sobre la titularidad de explotación de un yacimiento submarino o la navegabilidad de unas aguas costeras, pues te han dado un revolcón y no sólo es el revolcón emocional y material, sino que además has perdido literalmente la posibilidad de ejercer tu soberanía.
"cuidado con las soluciones mágicas y con el 'Gran Hermano' que llega e impone una solución, porque luego el 'Gran Hermano' se va y los que se quedan allí son los que tienen que resolverla".
- ¿Qué cualidades son las más desconocidas por los españoles, de sus actuales Fuerzas Armadas?
- Aunque en conjunto, las aprecian bastante bien, por ejemplo no se valora la iniciativa, que les da la sensación de que es un poco anárquica. En absoluto: la iniciativa, como la innovación, son elementos indispensables para que una estructura como las Fuerzas Armadas siga estando al día. Desconocen el día a día: qué hacen las Fuerzas Armadas de tu país, cómo se preparan… y también sucede porque es complicado: mire, yo estoy entrenándome todos los días con la esperanza de que no se me emplee, porque el día que se me emplee será a costa de grandes sacrificios humanos y materiales. Y también adolecemos de lo que se llama cultura de defensa, saber qué significa la defensa. No es tener más y mejores armas que otros, significa tener un marco conceptual perfectamente establecido, con unas alianzas, con unos presupuestos, que te den una capacidad creíble y demostrable para ejercer el nivel de disuasión adecuado en los conflictos en los que potencial o realmente te vas a ver inmiscuido. Porque es inevitable, estamos en un mundo polemológico, eso no tiene visos de desaparecer.
- Usted ha estado en Bosnia-Herzegovina, luego en Kosovo y finalmente en Afganistán. ¿Qué aprendió de sus misiones internacionales?
- Veamos. De Bosnia-Herzegovina lo que llamaríamos la semilla del mal, los orígenes del totalitarismo, como lo describiría Hanna Arendt. El exacerbar un nacionalismo que acaba llevando a matanzas y limpiezas étnicas, de vecinos y familias consanguíneas. Ver cómo las personas llegan a perder lo esencial: su humanidad. En cuanto a Kosovo fue un conflicto complejo. Fue la primera vez que la OTAN utilizó la fuerza, y además en territorio europeo, porque los Balcanes son la huerta de Europa, y el Adriático un pequeño charco. Kosovo fue una solución política que ha degenerado en un problema de dificilísima resolución, porque los estados tienen que ser viables y Kosovo no tiene viabilidad hoy mismo.
- Se ha convertido en un problema enquistado.
- Es que no tiene sentido generar una expectativa política en un territorio en el que difícilmente se van a poder dar las condiciones de vida adecuadas para que la población pueda tener un estado libre. Hay tamaños críticos, y no vale la comparación de San Marino, Liechtenstein o Luxemburgo: son casos muy concretos con un entorno extraordinariamente favorable. En Kosovo, por contra, hubo un conflicto de minorías: los albaneses eran una mayoría y los serbios una minoría. Los albanokosovares tenían la tendencia de la Gran Albania, que es el primer intento que se cortó de raíz. Y los serbokosovares, a partir de Mitrovica, donde está la teórica frontera -que no es tal porque es Kosovo- se sintieron desprotegidos. Arreglamos un problema y dejamos otro. Yo viví primero una limpieza étnica de albanokosovares que fueron expulsados, pero luego vi la de los serbokosovares expulsados de sus casas. Es decir, cuidado con las soluciones mágicas y con el Gran Hermano que llega e impone una solución, porque luego el Gran Hermano se va y los que se quedan allí son los tienen que resolver la situación.
- Y esa última reflexión nos lleva sin remedio a otro escenario que fue el escenario de su tercera misión internacional: Afganistán.
- En Afganistán se aprenden muchas cosas. Es difícil pensar en un país como Afganistán porque nunca ha sido propiamente un país. Ha sido una conjunción de diferentes intereses en un territorio extraordinariamente complejo y pobre en recursos agrícolas. En otros recursos sí tiene bastantes más posibilidades de cara al futuro, particularmente en tierras raras, con algunos elementos de bastante interés. Nunca Afganistán ha conseguido tener un proceso de pacificación y de gobierno organizado, ni siquiera en la monarquía previa a la invasión soviética, ni siquiera en el proceso talibán, ni en la caída de los talibanes y el gobierno provisional, que han sido 20 años, ni en lo que viene ahora, que no tiene ninguna buena pinta. No hay una receta al uso para Afganistán: no se puede democratizar un país que no quiere ser democratizado, no se puede tratar exactamente igual que a todos al que lleva 5.000 años -el pueblo pastún, por ejemplo- con una idea muy clara de lo que son y a qué aspiran. Por poder se puede, pero el resultado es dudoso. No se puede mezclar tayikos, uzbekos, hazaras, pastunes… es complicado.
- ¿Interpreta que ahora vemos el efecto más visible del nuevo enfoque de EEUU de su papel en el planeta, más centrado en sí mismo y menos involucrado en la escena internacional?
Hay un libro de los años 60 que se titula El americano feo’ (The ugly american), que describe bastante bien cuál es esta alma partida de los americanos en general. Al ver la opinión del pueblo americano sobre las guerras en las que han participado encontramos unas diferencias enormes. La peor conceptualizada con diferencia fue la de Vietnam, porque los muertos que volvían eran soldados de leva. Por ese y otros motivos, pero sobre todo porque hubo 55.000 casas a las que sus muchachos de 18 años volvían en bolsas. Eso influyó y mucho en la gestión de los intereses americanos en una zona. Como hablábamos de una guerra fría y de choques entre dos bloques en todo el mundo, pues después de la caída del muro se llegó a una especie de Pax Americana: había un ‘hegemón’ pero eso se ha ido deshaciendo. ¿Por qué? Porque a las guerras no se puede ir por intereses: cuando los intereses cambian, a los aliados se les abandona. Puede funcionar una vez, pero la segunda no funciona.
- ¿Cuándo y por qué ha cambiado la perspectiva de EEUU en Afganistán?
- Hay que entender que EEUU quiso tener una huella firme en Asia por intereses, pero no sólo por lo del Eje del Mal y la guerra contra el terror, sino por intereses de gran potencia. Tiene aliados en la zona, le interesaría mantener una postura que permitiera la contención de China por un lado y el control de la Federación Rusa por otro. Y ahora ha decidido que ya no interesa eso, pero no lo ha decidido Biden, ni siquiera Trump, sino que lo decidió Obama. En la política exterior americana hay que saber abstraerse de la cara que pronuncia, porque la línea es sostenida. El problema de por qué ha ido mal Afganistán se puede leer en un memorándum que hizo el general McChrystal ¡y lo hizo muy pronto, en 2002-2003! Dijo “si ustedes quieren que esto acabe siendo un Estado en unas condiciones, no nos podemos ir nunca”. El Ejército afgano, de 300.000 hombres, estaba bien armado, bien preparado e incluso contaba con unas unidades de élite. Pero se enfrentaban al empuje de los talibán, que no son un Ejército como tal sino unos individuos capaces de alinearse en torno a un propósito de orden superior y que además son fanáticos. Sirven a ese propósito superior y cuando lo alcancen, el problema lo tendrán entre ellos. Volverá a pasar, porque lo hemos visto.
- Es decir, seguirá siendo una zona en conflicto permanente.
- También ganaron a mediados de los 90, y sin embargo allí había una guerra civil y la seguirá habiendo. La zona de Mazar-e Sarif es imposible que se gobierne ordinariamente por pastunes, porque no los aceptarán, igual que en Herat no aceptarán a otros… y volverán los señores de la guerra. Quizá no los mismos, quizá otros con otros nombres, pero volverá a ser lo mismo. Y como aquello sigue siendo el cementerio de los imperios, pues cada facción de los que hay alrededor con intereses apoyará a unos u otros.
- Con tan distintas etnias en un territorio, ¿existen distintas cosmovisiones del mundo o hay rasgos que permitan hablar de un carácter afgano como tal?
- No existe tal cosa: existe una concepción tayika del mundo, otra uzbeka, otra pastún… y en función de en qué parte estén o de quiénes hayan sido sus vecinos, han tenido una conllevanza mejor o peor. Los pastunes pueden ser dos tercios de la población, con presencia mayoritaria al sur y al este, pegados a Pakistán.
"Europa no puede ser un elemento discontinuo en medio de un enfrentamiento entre China y EEUU: negociamos y tenemos intereses con los dos y con la Federación Rusa. Tenemos que posicionamos éticamente y generar sistemas en los que ganemos todos".
- Usted ha citado a Ian Bremmer, describiendo la situación actual como el peor escenario posible, sin un líder mundial. ¿Cómo afecta esto a la lucha contra el terrorismo internacional?
- El terrorismo internacional no ha desaparecido en absoluto, pese a que nosotros tengamos una falsa percepción de seguridad ahora porque hace tiempo que no hay atentados. No los hay porque no se permite que los haya: atentarán siempre que puedan y harán todo el daño posible. Ahora hay un resurgir de Al Qaeda en la zona del Magreb y en la parte de África Occidental, llegando incluso a zonas de Mozambique, donde han entrado salafistas yihadistas de Siria e Irak, que han recorrido todo el Magreb por su franja sur, el Sahel, y se han movido tanto hacia la zona de Níger, Burkina Faso, Lagos… los estamos viendo por muchos sitios y con bastante fuerza. Viendo el número de atentados que se producen, la cantidad de muertos en la población civil, la acción es muy contundente. Y no son estados fallidos, los del Sahel, pero tienen escasas posibilidades de enfrentar con éxito un fenómeno de estas características. El Sahel, recordémoslo, se extiende a lo largo de 5.000 kilómetros, y tienen este problema en toda la franja, desde Sudán o Sudán del Sur a Somalia, Djibouti, Chad… hasta Senegal. Esto ha llegado hasta la costa atlántica sin problema. Y al golfo de Guinea, también.
- Desde su trabajo en la Academia de Zaragoza hasta estas misiones internacionales, ¿sabría decirme qué proyecto le ha llenado más, en su trayectoria?
- Pues no, pero no por no comprometerme, sino porque cada empleo te da una perspectiva distinta. En cada uno había un proyecto y un objetivo, que al conseguirlo ha sido el más satisfactorio de todos. No hay un proyecto de vida porque la diferente perspectiva que va dando el avance en la carrera te permite acceder a recursos, a conceptos y a personas que en otros estadios no están a mano.
- ¿Y cómo se viven los peores momentos? En alguna entrevista llegó a reconocer que en algún momento había visto flaquear su vocación.
- En el itinerario vital que tiene el desarrollo de una profesión, hay momentos de dudas muy serias, al afrontar situaciones dicotómicas en que el peso de la renuncia es una difícil carga. Y uno se pregunta si verdaderamente va a afrontar un paso por algo que no tiene claro. Flaqueas en el sentido de que no eres un monolito.
- Pasando a su dimensión académica e intelectual, es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología y Master de Defensa Nacional. ¿Qué le llevó a estudiar estas disciplinas y en qué momentos de su carrera lo hizo?
- Como no podía hacerlo presencial lo tuve que hacer por la UNED, que es la única universidad marxista del mundo porque no tiene clases [ríe]. La licenciatura de Ciencias Políticas y Sociología fue un grado que hice en los dos últimos años de comandante y los tres primeros de teniente coronel. Era la única posibilidad de compatibilizarlo con mi carga de trabajo, y esto siempre sale de los periodos nocturnos, me convertí en un búho porque las horas del día eran para otra cosa. Me gustaba el tema, me resultaba interesante y era una buena formación para entender mejor el mundo: se adecuaba bastante al trabajo que iba a hacer a partir de ese momento en las Fuerzas Armadas.
- Es profesor invitado en las principales universidades y escuelas de negocios, y ha publicado bastante en revistas especializadas sobre temas de liderazgo, geopolítica e inteligencia aplicada. ¿Qué es el liderazgo?
- En pocas palabras, conseguir que un equipo humano trabaje de forma cohesionada y con entusiasmo en busca de un fin que les trasciende, de orden superior, y que lo hagan contentos, convencidos. Todos esos factores son importantes.
- ¿Comparte la sensación de que hoy queda cada vez menos gente con ‘auctoritas’, esa forma de poder no vinculante pero socialmente reconocido?
- Como Roma es el origen de estos conceptos, recordemos que la ‘potestas’ la concedía la curia, la ‘auctoritas’ la concedían los legionarios y el ‘imperium’ lo concedía Hacienda, que era quien te permitía recaudar impuestos. Sin ‘auctoritas’ no existe liderazgo: existe dirección, mando, pero no liderazgo. La ‘auctoritas’ es lo que hace que la gente se vincule a un fin superior, que les trasciende, que lo hagan queriendo, que entiendan que no puede haber recompensa porque no hay hueco para ella, pero que lo hacemos porque estamos convencidos y ya llegará… la ‘auctoritas’ vincula emocionalmente al mandado con el que manda, y lo hace por dos razones: primero porque se ha ganado su confianza, al ser transparente, honesto, competente, y luego por la razón emocional, que es que te va a ir mejor con una persona así, evidentemente. Pero luego, ojo, no hay nadie imprescindible, y si alguien en el ejercicio de una profesión ha acaparado mucho conocimiento y no ha sido capaz de transmitirlo a otro para que continúe con su labor, es un egoísta redomado y un soberbio.
- Esa es una buena lección de vida.
- Las frases más celebradas en Internet tienen que ver con dos elementos: unas son las de la picaresca y las otras, las relacionadas con el sentido humano. Las que van en el sentido de que se expanda la bondad, que es un problema que tenemos, que no somos capaces de entender que hay que hacer el bien incluso por egoísmo, para que no triunfe el mal. Porque para que triunfe el mal basta con que el bien no haga nada. Así que hay que hacer bien las cosas, ser una buena persona y cambiar el mundo.
- Al recibir el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Católica de Valencia , usted citó a Mark Eyskens, ministro de Exteriores belga, quien en 1991 dijo aquello de que la Unión Europea era un gigante económico, un enano político y un gusano militar. Si le preguntaran hoy, ¿cree que sólo cambiaría lo del gigante económico?
- No, creo que lo cambiaría todo. En todo ha habido variaciones. Económicamente, según las estadísticas como UE ahora estaríamos entre el tercer y cuarto puesto del mundo. Netamente el tercero, pero es una falacia porque no somos economías integradas. Políticamente, ha habido avances muy notables, porque en el 93 llegaría el Tratado de Maastricht, el primero de los que han desarrollado el concepto de la Unión. Es verdad que tenemos un Servicio Europeo de Acción Exterior, que al menos intenta integrar la atención al ciudadano europeo en el exterior, con muchísimos déficits. Es verdad que hay mecanismos que han mejorado la democratización del Parlamento Europeo, también que la Comisión es dificilísima de embridar porque se ha convertido en un monstruo, o los COREPER (Comités de Representantes Permanentes I y II). Estamos hablando de más de 20.000 funcionarios, de unas estructuras de dificilísimo gobierno. Pero por lo menos es un intento. Y luego, militarmente se ha avanzado muy poquito: todavía no hay un concepto integrado de defensa europea. Sin querer ser malo, a lo mejor ahora que Gran Bretaña no está en la Unión Europea es fácil que algún paso se gane, siempre han sido el enemigo en casa, sin duda. Ha habido algún tímido intento, existe el concepto de Eurocuerpo, y también por la vía de la economía unos planes en los que se prevén programas de defensa conjunta en la UE, que se doten fondos… pero como aún no tenemos una única voz en política exterior, respaldada por una única percepción de seguridad y defensa, pues esto irá más lento.
"¿Por qué la UE no mira a África, que es nuestro primer y principal problema en el corto y medio plazo? ¿Por qué no volcamos programas de desarrollo y de retención de la población en origen, y de mejora de la calidad de vida, y seguridad y defensa con nuestros vecinos?".
- Usted habla de los riesgos medioambientales, las enfermedades infecciosas, el aumento de la desigualdad, el riesgo de dejar decisiones importantes a los algoritmos… y ve un mundo geopolíticamente más inestable que hace una década. Pero dice que es el mejor momento para devolver la política al ámbito de la ética. ¿Es eso viable?
- La viabilidad se consigue a golpe de mazo: si no hay un primer paso no habrá ninguno. Lo de devolver la política al mundo de la ética es porque es la única solución inteligente que queda antes de que nos aboquemos a un conflicto que no sabemos cómo acabará. Por ponerlo negro sobre blanco: Europa no puede ser un elemento discontinuo en medio de un continuo de enfrentamiento entre dos potencias como son China y EEUU: nosotros negociamos con los dos, tenemos intereses con los dos. Pero es que hay un tercero, que es vecino, con el que compartimos frontera, que es la Federación Rusa, con el que también tenemos que tener cierta autonomía. Tenemos que posicionamos desde un punto de vista ético en el concepto ganar-ganar… o sea, es imposible que nosotros respaldemos un nuevo ‘hegemón’, porque no se va a dar. No habrá un triángulo, porque hay dos elementos que tienen un peso específico mayor que el tercero, pero esto es dinámico, se mueve. Aparecerá India…. y en toda esta melé, lo único que podemos hacer es aproximar posturas pensando en generar sistemas en los que ganemos todos. Porque si no, el futuro es mucho más negro de lo que parece.
- Del dominio de EEUU pasamos sin apenas advertirlo a otra etapa con protagonismo de China. ¿Ve posible que se implante un multilateralismo eficaz para la convivencia y gobernanza global?
- Vamos a ver. ¿Por qué China puede actuar con esa soltura, solvencia y proyección actuales? Primero, porque su régimen político le evita un gran número de problemas a la hora de rendir cuentas. La ‘accountability’ es baja, por decirlo de alguna manera [bromea]. Pero luego porque tiene delante un mundo dividido. Si nosotros pretendiéramos ir de poder a poder con la República Popular China podríamos hacerlo, pero tendríamos que hacerlo todos a la vez. Un ejemplo clarísimo es la penetración del 5G en Europa: hay países que han comprado Huawei… tenemos todo el espectro de posibilidades, cada uno ha hecho una cosa. EEUU está chocando en tecnología porque está en otra liga, jugando un partido distinto al que jugamos nosotros. Nosotros no podemos fiar todo al rojo, tenemos que convivir con los dos.
- ¿Seguiremos los europeos haciendo cada uno la guerra por nuestra cuenta, o asumiremos la idea de un nosotros-Europa?
- Si seguimos haciéndolo cada uno por nuestra cuenta, nos queda una década, por decirlo de alguna manera. Nuestro proceso de degeneración y desintegración irá creciendo. Tenemos que encontrar esferas de interés común con los dos grandes actores. China no es ahora una amenaza en seguridad para la UE, o no es percibida como tal, pero entretanto se está forzando a que la OTAN identifique enemigos o problemas en otras zonas, con lo que alineamos una parte muy importante de la UE hacia una zona que no acabo de tener claro si es lo que más nos preocupa de nuestro entorno. ¿Por qué la UE no mira a África, que es nuestro primer y principal problema en el corto y medio plazo? ¿Por qué no volcamos programas de desarrollo y de retención de la población en origen, y de mejora de la calidad de vida, y seguridad y defensa con vecinos a los que primero habrá que formar, para evitar un nuevo fiasco?
- ¿Y no resulta especialmente asombroso que eso no forme parte del debate público en España, que tenemos África a tiro de piedra?
- Ciertamente, lo es.
"si aprovechamos la capacidad de proyectar lo mejor de nosotros mismos, tenemos 600 millones de razones por las que establecer un mercado cultural, económico y geopolítico".
- Desde punto de vista sociopolítico, la España de los 70 tenía como horizonte la democracia, la de los 80 la modernización, la de los 90 la apertura al mundo, la de los 2000 la mayor integración europea… ¿y la de 2021?
- [Piensa unos segundos] Pues… un personaje en busca de autor. A ver, ¿qué somos? Una potencia de tipo medio. En el concepto democrático, estamos entre las democracias de mayor calidad del mundo. En PIB estamos entre los 20 primeros alternando con unos y otros. Pero eso no es nada, son sólo herramientas. Nosotros, si aprovechamos la capacidad de proyectar lo mejor de nosotros mismos y dejar de emponzoñar la vida cotidiana, tenemos 600 millones de razones por las que establecer un mercado cultural, económico y geopolítico en el que de una u otra manera podemos atraer e intercambiar talento.
- ¿Nos empeñamos en darle la espalda a ese mercado latinoamericano?
Y también en guerras fútiles de carácter semántico que no llevan a ningún lado. Pero es que también tenemos una obligación con nuestra ribera sur del Mediterráneo, con la que comerciamos y tenemos muchos motivos para anclar estabilidad, progreso y seguridad en esas zonas. Tenemos muchas cosas que hacer, pero es que hay que definirlas. Y no vale decir que ya estamos dentro de otras organizaciones: tanto mejor, porque ahí habrá que influir, y lo haremos en función de que nuestro peso específico sea considerado. Si no se nos considera por lo que somos y hacemos, es por nuestra culpa, ¿eh? Fuera nos valoran más que nosotros mismos, nuestro caché es mucho más alto fuera de casa. No sé si es por algo atávico o que no nos acaban de explicar que la autoestima es importante. Hacemos muchas cosas bien, y claro, otras mal, pero tenemos un margen de mejora grandísimo y tenemos escenario, un espacio grandísimo. Y tenemos las herramientas. Atraer e intercambiar talento es importante porque si de verdad quieres ser algo, tienes que traer a los mejores, formarlos y luego devolverlos con la semilla de mejora que han visto aquí.
- En su discurso en la UCV habló de “huir del igualitarismo, que cretiniza las sociedades, despreciando el mérito y la capacidad”. Y añadió que necesitamos una nueva élite alejada de la mediocridad y el cortoplacismo. ¿Cómo hemos llegado al punto de que esto suene políticamente incorrecto?
- Le preguntaron a un matador de toros cómo había llegado a gobernador civil y respondió que degenerando. Esto no es flor de un día, sino fruto de un ‘iter’ en el que el concepto de mérito y capacidad se ha ido degradando. La igualdad es importantísima, el igualitarismo es una estupidez. No podemos ser iguales porque no somos iguales. Hay que dar muchísimo espacio a la igualdad en las oportunidades, en la potenciación de capacidades, pero no podemos pretender que todo el mundo sea igual porque estamos creando un monstruo. Un monstruo que no reconocerá que tiene deberes y sí todos los derechos. Estos modelos a los que vamos, que no priman el esfuerzo son destructivos, realmente disolventes. ¿Para qué te vas a esforzar si vas a obtener exactamente lo mismo que cualquier otro? Nuestra igualdad siempre tiene que ver con cercenar miembros para que parezca que somos todos de la misma altura. Y pasa lo mismo con el talento: somos un país que producimos talento y como no generamos las condiciones para que se desarrolle adecuadamente, se va. Todo lo que nuestros impuestos pagan, de buenos estudios, de buenos profesores… se va, porque quien prime el esfuerzo irá allí donde éste sea reconocido y donde le den medios para seguir progresando.
- Esto va bastante más allá de la cuestión del igualitarismo.
- Es que este es un debate social que no puede resolver escudándonos en que tenemos un 47% de paro juvenil. Estamos haciendo algo muy mal para que pase eso: se dice “es que Fulano tiene un grado universitario y está en paro”. Pues habremos explicado muy mal qué es un grado o cuál es el ‘iter’ de una persona en la sociedad. Tienes que ser consciente de que en este mercado laboral la demanda de tu título universitario es limitada y sin embargo, hay una gran demanda de otros títulos en los que tendrás que pensar como medio de subsistencia. El Estado no lo puede arreglar todo.
- Vayamos finalmente a su faceta deportiva. Sebastián Álvaro, el alma mater de Al filo de lo imposible, le llama “el general aventurero”, y su vida está marcada por la montaña. Le he leído que esta saca lo mejor y lo peor de las personas. ¿Sólo manifestamos quiénes somos realmente cuando exploramos nuestros límites?
- Seguro que hay gente que tiene una bondad extraordinaria y puede hacerlo en las condiciones ordinarias del día a día. Pero estoy seguro de que todos tenemos algún pliegue y que se despliega en los peores momentos, para bien y para mal. Me he encontrado los dos casos. Muchas más veces el bueno que el malo, ¿eh?
- A veces nos conocemos a nosotros mismos en esos momentos, ¿no?
- Lo que pasa es que, parafraseando el título del programa de TV, si durante una época de tu vida estás moviéndote “en el filo” estás entrenando, y si entrenas estás reduciendo el umbral de incertidumbre. Al final, quieres reaccionar como crees que tienes que reaccionar.
- Precisamente en el archivo de ‘Al filo’ están sus hitos deportivos más llamativos. ¿Qué se siente en las tres cimas de la Tierra: Polo Norte Geográfico (1999), Polo Sur Geográfico (1995) y Everest (1992)? Usted se dejó varias falanges de los dedos en un 8.000… pero seguro que los polos y la montaña más alta le dejaron huella.
- Plásticamente, una montaña es la evidencia de un esfuerzo. Tiene una altura, una aproximación, unos itinerarios donde hay que emplear conocimientos, esfuerzo… y es mensurable, la subas o no. En esto, los Polos son diametralmente opuestos a la montaña: son ochomiles horizontales. No te puedes parar porque tienes el tiempo tasado, debes recuperar el tiempo si lo pierdes, es totalmente distinto. Es mucho más introspectivo y monótono el viaje a un Polo que la escalada a una montaña. Sobre todo porque estás caminando y estás solo, aunque vayas con más personas, no tiene nada que ver. Es un esfuerzo continuo de motivación, de dirigir el esfuerzo, de no desfallecer, mantener la serenidad. La montaña requiere de acciones más inmediatas, a veces es más explosiva, pero a veces concede reposo. El Polo, no.
- Sea sincero, ¿se planteó bajar a la fosa de las Marianas, para cerrar el círculo?
- Pues la verdad, tengo una sinusitis potente y no me lo hubiera podido plantear [risas].
- ¿Qué valores le ha enseñado/reforzado el deporte?
- Como valor personal, el espíritu del sacrificio. Uno aprende a soportar lo que viene, que es importantísimo. Y a nivel colectivo, el compañerismo, la camaradería. Esa capacidad en la que sin darte cuenta estableces unos vínculos emocionales con otra persona que hacen que arriesgues tu vida por ella porque estás persuadido de que ella va a hacer lo mismo contigo.
"No sabemos lo que nos traemos entre manos con nuestro planeta. He visto retroceder glaciares, he visto a la banquisa polar descongelarse a una velocidad increíble y me preocupa mucho, sobre todo porque algunos procesos son irreversibles".
- Como deportista, montañero y amante de la naturaleza, ¿cree que los humanos sabemos lo que tenemos entre manos y lo que nos jugamos ahora mismo con nuestro planeta?
- No. No, y lo digo de primera mano, porque yo sí he visto retroceder glaciares, he visto a la banquisa polar descongelarse a una velocidad increíble, y además como me gusta la Antártida estoy pendiente de cada vez que se desprende uno de esos icebergs monstruosos que son como Mallorca. No lo sabemos, no. Y tristemente algunas de las cosas que leo me preocupan muchísimo, sobre todo por la irreversibilidad de algunos procesos.
- En este punto, hay noticias recientes sobre cómo se está ralentizando la corriente del Atlántico Norte.
- Bueno, ojo, porque eso sería parte del fin de la vida. El termostato del mundo son las corrientes marinas, lo que mantiene los ciclos normales de humedad, precipitaciones, etc., son las corrientes y con ellas la salinidad del agua. Porque en función de a qué altura van, calientan más o menos la superficie del mar. Eso sería una tragedia inimaginable. Que la corriente de Humboldt, la del Labrador, la del Golfo de México varíen o se alteren... ¡madre mía!
- Y habiéndose negado el cambio climático desde tantas instancias y durante tanto tiempo, ¿no nos convertimos en nuestro mayor enemigo como especie?
- La fase de negación de la evidencia es siempre el paso previo a buscar culpables. Y luego los buscaremos.
- Finalmente, hablemos de su presente. ¿En qué ocupa su tiempo un teniente general en la reserva?
- Leo mucho, estudio… el mundo cambia tan rápido y en tantos frentes que el día no da para mucho. Entre lo que leo en redes, algún libro atrasado, alguna conferencia que me piden, ese es mi día a día. Y montarme en bicicleta, hacer deporte y subirme a la montaña cuando puedo, claro.
- Le he escuchado que es importante considerar las tres dimensiones de cualquier capacidad humana: el ser, el saber y el saber hacer. Ahora, en el mundo de la inmediatez, ¿no cree que a veces esto se nos escapa?
- Si se nos escapa, el trabajo estará mal hecho. Lo primero es tener unos principios que ordenen tu comportamiento, tu marco de valores. Luego hay que aprender, saber cuál es tu entorno, tu cometido… y luego hay que ponerlo en práctica. Pero el último eslabón es hacerlo bien y para eso hay que estar siempre aprendiendo, ejercer el aprendizaje a lo largo de la vida. En el aprendizaje nunca has acabado. Cuando ya lo sabes hacer, hay que ser perfectos, innovar, cambiar, relacionarte con otros. Eso es un proyecto de vida entero.
- Dice que la juventud siempre ha sido igual, en lo esencial, y habla de la necesidad de canalizarla a través de los valores.
- El concepto de valor está denostado y es un error. Cuando a alguien se le explica qué es el compañerismo, la honradez, y se explica en edades tempranas, con ejemplos que pueden entender, lo asumen perfectamente. El primer punto de socialización en valores es la familia siempre, luego los pares, el colegio… y luego la empresa, cuando creces. Nadie sale del primer golpe de talla, las facetas hay que ir puliéndolas.
- ¿Y qué planes tiene ahora?
- Intelectualmente me sigue atrayendo mucho compartir cosas. Cuando me pide una empresa que hable de liderazgo siempre les pregunto para qué, porque quiero ser útil. Creo que tengo una deuda y quiero ser útil. Y luego, cuando acabe esta porquería de la pandemia, quiero entrar en algún modelo de cooperación social. Y tengo la ilusión de envejecer con dignidad, sentirme bien, sentir físicamente que en cada momento hago todo lo que puedo hacer correspondiente a ese momento de mi vida.
- Finalmente, ¿qué puede esperar quien vaya a escucharle en l’Alcora el próximo viernes?
Pues en la conferencia utilizaré la innovación como un elemento catalizador para hablar de tres cosas sin las cuales la innovación carece de sentido: el talento, que es el que la produce; la tecnología, que la facilita y finalmente, el modelo de empresa donde se aplica. Yo lo explicaré aplicado a la defensa pero siempre tiene que tener un entorno que alimente la innovación, que genere expectativas.