Las seis canciones de la maqueta Supongamos, por ejemplo (1985) han sido remasterizadas por José Guerrero y saldrán a la venta el 5 de enero en formato vinilo con un diseño de María Gea y material gráfico inédito de la banda madrileña
VALÈNCIA. La era digital ha permitido que la afición por rastrear obras musicales del pasado adquiera una escala global en la que no hay lugar geográfico, subgénero o grupo, por minoritario que sea, que escape a nuestro afán investigador. Muchos de los hallazgos de arqueología musical que se han producido en las últimas dos décadas corresponden a pequeños sellos discográficos -o incluso melómanos independientes- que tuvieron suficiente tiempo, ganas y recursos para localizar y rescatar del olvido obras maestras de las que ya casi nadie se acordaba.
Pueden ser canciones que en su día fueron autoeditadas o publicadas por discográficas que después desaparecieron. O discos de tirada y popularidad muy limitada que nacieron en la época analógica y hasta ahora solo habían estado en manos de un puñado de coleccionistas repartidos por todo el mundo -es el caso de la banda de proto-punk de Detroit Death, cuya historia contamos en Culturplaza hace algunos años-. O música que nunca llegó a editarse oficialmente, y solo tuvo predicamento en círculos muy subterráneos en forma de maquetas. O géneros musicales que sí tuvieron mucha importancia, pero en países a los que Occidente tardó mucho tiempo en prestar atención.
Un ejemplo muy claro de esto último es la recuperación de que hizo en los años noventa el sello francés Buda Musique de los discos de jazz etíope de los años 60 y 70, aunque quizás los casos más sonados de los últimos tiempos son los del cantautor norteamericano Sixto Rodríguez o el del músico brasileño José Mauro, al que se había dado por muerto y que el sello británico Far Out Recordings localizó y volvió a editar después de que sus dos álbumes fuesen descatalogados por el cierre del sello que los editó en un primer momento.
Pero no hace falta irse tan lejos. En España tenemos nuestra propia cuota de discos perdidos que se han vuelto a poner en circulación para el disfrute de todos. Recordemos cómo La Nau dels Argonautes, compuesta por el valenciano Pep Llopis, se relanzó como obra de culto en 2017 gracias a la reedición del sello neoyorquino de música experimental RVNG.
“Se han dado muchos casos similares en la historia -comenta Juan Vitoria, coleccionista y propietario de la tienda Discos Amsterdam-, sobre todo de discos de los años ochenta. Muchas veces, las compañías multinacionales absorben sellos pequeños como un mero divertimento, pero luego no apuestan por los grupos de esos catálogos. Como consecuencia, muchos proyectos que todavía estaban en ciernes desaparecían del mapa hasta que alguien los recuperaba. Por ejemplo, el sello Lemuria publicó hace años material de la banda de Castellón Los Auténticos, que para mí es un grupo fundamental, y que en su día solamente sacaron un single con dos canciones. Snap! Records también ha recuperado singles de bandas perdidas de los ochenta como Paraíso”.
Esta semana nos centramos en Ataque de Caspa, banda madrileña cuya primera maqueta -Supongamos, por ejemplo (1985)- reeditará el sello valenciano Flexidiscos el próximo 5 de enero. Esta reedición en vinilo de 12 pulgadas contiene las seis canciones originales del grupo remasterizadas por José Guerrero (Chavalan, Cuello, Betunizer) y con un diseño de María Gea (La Plata) que incluye un libreto con material gráfico inédito (fotos, reproducciones de entradas de conciertos, carteles, letras originales, etc) y textos de varios autores. Se pondrán a la venta tres versiones del disco: dos tiradas limitadas de cien copias en color naranja o verde, y una estándar en negro.
La historia de cómo Ataque de Caspa pasó del anonimato a la condición de grupo de culto requiere que nos remontemos al año 2010. Ese año, coincidiendo con la gira de promoción del álbum LP2, Los Punsetes incorporaron a su repertorio una versión de “Viaje a Egipto”, canción atribuida a un grupo de los ochenta llamado Ataque de Caspa a quien nadie conocía.
Anntona, guitarrista y principal compositor de Los Punsetes, había descubierto recientemente a través de unos amigos la maqueta perdida de ese peculiar grupo de pop fresco, inocente y con letras ligeramente surrealistas. El flechazo fue inmediato y le animó a publicar en su sello -Gramaciones Grabofónicas- las únicas canciones conocidas de la banda. Esa reedición, que salió a la venta en 2011, incluía en una cara las canciones originales de Ataque de Caspa, mientras que en la otra se grabaron versiones de grupos de pop contemporáneos como Los Punsetes, Prisma de Llamas, Klaus&Kinski, Gran Aparato Eléctrico, Triángulo de Amor Bizarro y Linda Miranda. El interés suscitado por el grupo animó a los componentes originales a reconstituirse para componer de nuevo. Desde entonces, han publicado dos elepés: Sol (2014) y Frecuencias (2018).
Contactamos con varios periodistas activos en los años ochenta y comprobamos que, incluso a día de hoy, Ataque de Caspa sigue siendo un grupo desconocido para mucha gente. No sin embargo para Juan de Pablos, que fue el único aliado con el que contó la banda en su momento. Él captó a la primera el talento crudo y sin pulir de ese grupo de pop que no mostraba rastro alguno del nihilismo, la excentricidad o la vibración siniestra que desprendían bandas coetáneas como Alaska y Dinarama, Décima Víctima o Parálisis Permanente. Tal y como nos explica Nacho Biosca, bajista de la banda, ellos nunca se quisieron vincular al rock, al punk, ni a la new wave. Se consideraban un grupo de pop, simplemente. Sus referencias esenciales eran grupos como The Cure, The Smiths y The Clash. Nacho habla también de su debilidad por The Style Council, la banda que formó Paul Weller tras abandonar The Jam.
“Los descubrí siendo jurado del Concurso de Rock Villa de Madrid de 1984. Era un domingo de mayo y estábamos en la Corrala de Lavapiés -recuerda Juan de Pablos-. Ninguno de los grupos que tocaron ese día llamó mi atención, hasta que Ataque de Caspa se subió al escenario. La cantante, Carmen, me pareció maravillosa. La voz de ella era lastimera, y la música era ultrapop”.
En aquella edición del Concurso Villa de Madrid, Ataque de Caspa no llegó ni a la semifinal. No gustaron a ningún miembro del jurado, excepto a Juan de Pablos. El contexto no era muy bueno tampoco. “La escena musical estaba mustia; la gente estaba más por el rock duro, que entonces todavía no se llamaba heavy metal. La época buena de los ochenta fueron los primeros y los últimos años, pero Ataque de Caspa surgieron en un momento complicado, en el que el pop estaba mal visto porque se consideraba "pijo”, recuerda el periodista.
Meses después del Villa de Madrid, Juan de Pablos, que por aquel entonces trabajaba como guionista del programa A Uan Ba Buluba Balam Bambú de Televisión Española, ofreció al grupo la oportunidad de actuar en el programa. La canción escogida fue “Nigeria”, una canción cuya letra reproduce una hipotética carta que un amigo le escribe a otro desde el país africano. Pero ni siquiera eso fue suficiente para lanzar la carrera de Ataque de Caspa. “Era un grupo con gancho y que fluía con mucha naturalidad. Sin embargo, ni la industria ni la crítica les hizo el menor caso”, lamenta Juan de Pablos.
Hoy en día, esa actuación es el único documento audiovisual que tenemos de la primera etapa del grupo, razón por la que María Gea ha querido utilizar uno de los fotogramas de ese video como punto de partida para la reedición que publicará la semana que viene Flexidiscos.