BARCELONA (EFE).- El español David Ferrer, que derrotó este miércoles en la segunda ronda del Barcelona Open Banc Sabadell-Trofeo Conde de Godó al francés Lucas Pouille (6-3 y 6-1), reconoció que poder disputar mañana los octavos de final con su amigo Rafael Nadal sería "un regalo" para él.
"Ya fue un regalo para mí jugar contra Rafa en el Open USA, en el último Grand Slam de mi carrera. La pena es que me lesioné", recordó el tenista de Jávea, quien reeditaría con Nadal un clásico del Godó si éste gana esta tarde al argentino Leonardo Mayer.
A sus 37 años y tras lograr 27 títulos ATP, Ferrer ha decidido retirarse esta temporada del circuito profesional, pero todavía no ha dicho la última palabra en la capital catalana.
Si el martes se deshizo en dos set de Mischa Zverev en poco más de una hora de partido, hoy hizo lo propio con Pouille, 32 del ránking mundial, decimoquinto cabeza de serie del torneo y un rival más talentoso que el alemán.
"Estoy contento, porque estoy disfrutando del momento, del día a día. Durante todo el año, la verdad es que me he sentido muy bien. Me siento feliz de haber hecho buenos partidos y haber ganado a buenos jugadores", analizó sobre la temporada de su adiós.
Sobre el partido ante Pouille, que se llevó son solvencia, reconoció haberse sentido "menos nervioso" que en la jornada de su debut, aunque le ha costado más arrancar a causa del viento. "El rival también era de talla mayor que el de ayer y también me he tenido que exigir un poco más", apostilló.
Preguntado por si se imagina por fin conquistando el Godó el año de su retirada -ha perdido cuatro finales contra Nadal- David Ferrer lo negó con rotundidad.
"No sueño nada ni tengo expectativas de nada. Intento disfrutar de esto, que es lo que me hace seguir adelante y, luego a veces, sin pesar de más, las cosas salen mejor de lo esperado. De hecho, ya ha salido mejor de lo esperado sin esperar nada", concluyó.
