ELCHE. Bajo el lema ‘somos las nietas de todas las brujas que no pudiste quemar’, el este pasado sábado tuvo lugar en la sala ilicitana La Llotja La Revolta, una jornada anarco-feminista que tenía como objetivo recuperar y fomentar la cultura de la autogestión, visibilizarse a nivel local o problematizar y analizar la historia del feminismo desde el movimiento libertario. Para seguir trabajando en ese empoderamiento femenino que se lleva viviendo con especial auge de un tiempo a esta parte en nuestro país, se realizaron encuentros de colectivos sociales, proyecciones de documentales y charlas, entre otras acciones. Y cómo no, la mejor forma de acabar una velada así debía ser con un poco de rock ‘n’ roll y música feminista.
Por lo tanto, el contexto del evento hacía que no pudieran ser otras que Ultrazorras las encargadas de finalizar la jornada en La Llotja. Previamente, la pasional cantautora María del Alar caldeó el ambiente con sus letras intimistas pero también muy críticas, arengando al público entre canción y canción. Una actuación bastante cercana que finalizó con su sierra musical, curioso artefacto que emitía un sonido agudo y chirriante, similar al del Theremín. Una buena forma de aunar la temática de la jornada con experimentación musical.
Unos minutos después llegó el turno de las alicantinas Ultrazorras, que no sólo tiran bastante de letras feministas que ensalzan esa liberación sexual de la mujer con letras auto reivindicativas y provocadoras —en sus conciertos también han solido versionar a las Vulpes—, sino que recogen esa tradición rocknrollera de Alicante que comentábamos para el aniversario de La Cucaracha. Son veteranas de la escena de la provincia y siempre están dispuestas a noquearte el cuello, lo cual empezaron a provocar nada más empezar el concierto. Lógico por otra parte, por ese punk tan melódico al que profesan sus respetos.
Armadas con un teclado Korg para crear esa ambientación y sonido tan típico de grupos referentes del género como los Fuzztones, Ultrazorras repasaron temas primigenios de la formación así como su última obra, ‘Ultrazorras E.P.’, de este año. De él sonaron temas como ‘Gominolas’ con ese estribillo tan adictivo y en el que se ve cómo apelan a los coros de casi todas las integrantes del grupo para que tenga más gancho. También ‘El capricho de las damas’ —tema dedicado a un tal Ramón que se encontraba entre el público—, que sin duda es uno de los cortes más inspirados del epé. Y mientras la banda alicantina repartía decibelios a base de acordes y ritmos garageros, en las primeras filas se encontraban las más fieles, bailando desde el primer minuto, con alguna niña incluso; educar a los más pequeños en el santo ritual de la música en directo siempre es un punto a favor. Detrás, algo de headbanging y algún intento de pogo que no fructificó masivamente.
Como detalles, la participación espontánea de un seguidor en una de las canciones, la versión de ‘Poison Heart’ de los Ramones, dejando bien claro de dónde vienen y unas escobas, atadas a los pies de los micrófonos, en referencia a ese lema de La Revolta. En cuanto a la sala, la acústica de la Llotja no es la idónea, pero como en el punk y el rock ‘n’ roll para los antros la cosa va más de actitud que de sibaritismo, no importaba. De hecho, difícil acabar el directo con más actitud: cerraron con ‘Campo de nabos’ y el escenario se inundó de gente que acabó bailando entre los instrumentos. En su mayoría eran mujeres, como pedía el guión viendo la temática de la jornada. Tras el concierto, la revuelta se trasladó a La Cuna, en el Raval, para culminar una exitosa jornada que acogió a mucha gente durante todo el día.