Este año más que nunca el feminismo es el saco de boxeo sobre el que han decidido descargar toda la ira que unos y otros llevan encima. Es increíble que se criminalizara a las feministas como poco menos que causantes de la pandemia o como mínimo de su propagación en España por las manifestaciones del 8 de marzo de 2020. No exageró. El caso fue llevado a juicio y acabó como era lógico y de sentido común archivado.
Y es también inaudito que ahora se intente echar de nuevo la culpa de todo al movimiento feminista incluidas por supuesto aquellas mujeres que este próximo lunes decidan salir a la calle y manifestarse.
Yo este año no lo voy a hacer. Me manifiesto cada día por y para el feminismo en mis acciones y a través de mi posición en la vida y aunque creo necesario seguir en la lucha feminista desde la calle, este año hay otra batalla que nos obliga a priorizar y es la emergencia sanitaria.
Aún así aplaudo a aquellas que con las medidas de seguridad necesarias saldrán a hacer visible la necesidad de seguir luchando por los derechos de las mujeres como dice Pilar Aguilar Carrasco, autora del ensayo Feminismo o Barbarie, porque eso y nada más ni nada menos es el feminismo.
Ha habido manifestaciones de varios colectivos este año. En Elche han salido a la calle los hosteleros, con pancartas, música e incluso desviándose del recorrido autorizado para ir a la puerta del ayuntamiento a quejarse al alcalde. Esos hosteleros cuya querencia se disputan ahora todos los partidos políticos como si el colectivo fuera de pensamiento único y al ir a votar lo hicieran en bloque.
Se han manifestado varias veces un grupo de personas a favor de los derechos fundamentales y libertades públicas, se han manifestado los pensionistas que cada lunes han estado en la plaza de Baix, nos hemos manifestado los periodistas y así un buen número de colectivos. Pero no, todos han hecho sus concentraciones y han defendido sus derechos mientras que nosotras somos unas bichas, las causantes de todos los males, las que trajeron la pandemia y las que van a provocar una nueva ola. Somos las que queremos salirnos del rol que el patriarcado nos asignó y las que queremos hacer lo que nos dé la gana. Las putas, las frígidas, las marimachos, las feminazis, las feas y las locas. No me extraña que hagamos nuestra la frase de “somos las hijas de las brujas que nunca pudisteis quemar”.
A lo largo de la historia se nos ha culpado de todo y por todo. Las mujeres que se han salido del estricto, concreto y disponible lugar que el patriarcado nos ha asignado han sido siempre criticadas, tildadas de endemoniadas, locas, malas y no sé qué más.
Ahora incluso con la polémica ley tras se han aprovechado para crear división entre las feministas. El otro día mi hija llegó del instituto de bajón. Me contó que habían abierto un debate en clase y tenía la sensación de que por mucho que hiciéramos, no avanzábamos.
Yo he tenido muchas veces también ese sentimiento y recuerdo habérselo manifestado a las mujeres que me alumbraron al feminismo. Modes Salazar Agulló es una de ellas y ante ese desánimo, que ella misma reconoció también haber sentido a veces, siempre me dice: “No importa que nos insulten, que nos intenten hacer retroceder, que nos intenten callar. Hay que seguir, más rápido o más lento pero hay que seguir porque defendemos algo justo y además muy necesario”.
Junto a Modes, Puri Heras, María Teresa Sempere, Rosario Tur, Gloria Marín, Lorena Escandell o Ángela Escribano son las mujeres en las que me reconozco y las que me han ayudado a entender el feminismo.
Hace 25 años yo era de las que decía, yo no soy feminista yo soy femenina. Cada vez que lo recuerdo me avergüenzo de mi ignorancia. Incluso me atrevía a decir que yo no había sido nunca discriminada por ser mujer. Me considero una mujer fuerte, y luchadora que nunca me he dejado amilanar, (pido perdón por la poca modestia al describirme así), pero eso no quiere decir que no haya sufrido el machismo ni que todas las mujeres lo hayan vivido como yo.
Con el paso del tiempo he podido comprobar como sí he sido discriminada por mi sexo desde el día mismo de mi nacimiento, como todas las mujeres en mayor o menor medida. Los asesinatos machistas son la punta del iceberg de un gravísimo problema que empieza en el simple hecho de considerar y tratar de manera diferente a una persona u otra según su sexo.
Esta semana de nuevo, un hombre de 48 años en Torrejón de Ardoz mató de 7 puñaladas a su mujer de 46. No fue para robarle, ni fue una discusión de tráfico, ni era un ajuste de cuentas, ni siquiera le caía mal. Ningún hombre es asesinado por el motivo por el que matan a las mujeres. La mató por el simple hecho de ser mujer y no atenerse a sus deseos. Mientras esto, y todo lo que conlleva añadido, ocurra habrá que salir a la calle o a los balcones a defender los derechos de las mujeres.