ALICANTE. El pintor alicantino de adopción Lorenzo Aguirre (Pamplona, 1884 - Madrid, 1942) se trasladó de pequeño a Alicante con sus padres cuando apenas tenía cuatro años. Desde entonces, la terreta fue su hogar y su paraíso. Conoció a su mujer, Francisca Benito, con quien se casó y tuvo tres hijos: Jesusa, Margarita y la célebre escritora y poeta alicantina Francisca Aguirre. Se ganó la vida como funcionario de policía, por oposición en la Segunda República, pero se la quitaron tras la Guerra Civil, siendo ejecutado a garrote vil al volver a España tras regresar del autoexilio que se había impuesto escapando de la represión franquista.
Durante su vida en Alicante cultivó fructíferamente su faceta artística como escenógrafo, cartelista, y caricaturista, entre otras muchas disciplinas. Un legado que ahora se conservará en el Museo de Bellas Artes Gravina (Mubag) de Alicante, por expreso deseo de su familia, que hacía pública este martes la donación de un conjunto que incluye 39 pinturas, 73 dibujos y bocetos, dos carteles, un cuento ilustrado y una decena de objetos personales del autor. “Es un orgullo haber podido conseguir que su obra esté aquí; creo que es lo más importante que voy a poder hacer en toda mi vida”, confesaba emocionado Ignacio Grande, familiar que ha custodiado este legado durante los últimos años, durante la presentación a los medios.
Ignacio Grande, hermano del poeta Félix Grande, marido de Francisca —más conocida como Paca Aguirre, nombrada Hija Predilecta de Alicante, en 2012, y Premio Nacional de las Letras Españolas, en 2018—, cuidaba la obra del pintor alicantino como heredero, tras el temprano fallecimiento de Guadalupe, hija de Paca, en 2021, quien había dejado escrito en testamento su deseo de que la colección se conservarse en la ciudad. “Siempre me hablaban de Alicante”, afirmaba Grande sobre sus familiares fallecidos. Y ahora ya es una realidad, tras un arduo trabajo para reunir distintas piezas repartidas entre diversos miembros de la familia.
“Es un día muy importante para nosotros al tener de nuevo la obra de Aguirre con nosotros, después de dos décadas”, aseguraba Jorge Soler, director del Mubag, que ya contaba en sus fondos con la pieza Retrato de mujer (1925). Ahora entran a formar parte de estos mismos fondos otras 115 piezas del pintor. Unos cuadros y dibujos que tendrán que ser restaurados para su exposición en una muestra monográfica sobre el autor que se prevé para 2025. “La restauración será algo prioritario”, confirmaba, sobre unos trabajos que se llevarán a cabo por parte del propio museo. “Vamos a tratar con exquisitez y el mayor cariño posible este legado, para que cuando se inaugure esa exposición y la veáis, estéis satisfechos con el trabajo”, afirmaba el diputado de Cultura, Juan de Dios Navarro, dirigiéndose a la familia.
“Es llamativo lo completo del conjunto de piezas, que cuenta con retratos y paisajes, así como dibujos satíricos”, explicaba María Gazabat, técnico del Mubag. “Entre otras piezas, un lienzo dedicado a su madre o una caricatura de su hermano”, destacaba. Una colección en la que se puede ver la costa alicantina, por ejemplo, con pinturas de la playa de San Juan o de las calas de Moraira, así como bodegones o algún desnudo, además de una tira de dibujos en los que representaba a las mujeres más destacadas de la época. Además, también se incluye en esta colección unos bocetos de un proyecto pensado para el Palacio Provincial de la Diputación de Alicante, que no llegó a realizar. “La totalidad de estas 115 piezas será intervenida para su puesta a punto y su exhibición”, aseguraba Gazabat.
En sus poemas, Paca Aguirre lloraba por un mar. Se trataba del mar de Alicante y lloraba por una infancia robada en su añorada ciudad, donde veía pintar a su padre, Lorenzo Aguirre. “Fue un gran pintor a todos los niveles, que ayudó a fundar algo tan arraigado como es la fiesta de Fogueres”, explicaba José Luis Ferris, amigo de la familia y encargado de coordinar los trabajos para llevar a cabo esta donación, como intermediario entre la familia y la Administración. “Él fue el autor de los primeros carteles de Fogueres, entre otros, en un gran formato de tres a cuatro metros, pero también montó la primera comisión de Santa Isabel y escribió sainetes fogueriles”, explicaba sobre su vínculo alicantino. Sin embargo, en los años 20 del siglo XIX también se prodigaba en exposiciones nacionales y se hacía con diversos reconocimientos como la tercera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, en 1922, por la obra Luz divina (Museo Reina Sofía) o la segunda medalla en 1926, por la obra Crepúsculo de vidas (Museo Elisa Cendrero de Ciudad Real).
En 2025, el Mubag volverá a disponer para el público la segunda gran muestra monográfica del pintor alicantino tras la Guerra Civil, después de la exposición celebrada en el Mubag en 2003 con setenta cuadros del autor procedentes de colecciones particulares. Esta vez, más de dos décadas después, el museo contará con una nueva muestra del artista, con el mayor número de piezas exhibidas hasta ahora y, sobre todo, siendo las más especiales e íntimas. Las obras que conservó él mismo y su familia. “Hay una deuda con la memoria y esto debería ser una primera piedra para impulsar la memoria de la edad de plata de Alicante, el primer tercio del siglo XIX, una generación de excelencia, para lo que propongo crear un centro de estudios, investigación y exhibición que profundice en ese Alicante y en las personas que lo habitaron”, proponía Ferris. “Una ciudad tiene proyecto de futuro cuando se reconoce a sí misma”, sentenciaba.
"Las obras de arte se encuentran fechadas entre 1904 y 1942, año de su fallecimiento en la cárcel de Porlier, y la mayoría están realizadas al óleo, aunque también hay acuarelas y carboncillos en soporte papel", ha explicado la técnica del Mubag. De todas ellas, la pintura más temprana es una tabla al óleo de pequeño formato con un paisaje de palmeras fechada en 1904 y, de las más tardías, una acuarela sobre papel de 1941 en la que se representa a San Fermín. Las temáticas artísticas que desarrolló Aguirre a lo largo de su trayectoria se vislumbran en las pinturas del conjunto, entre las que se encuentran paisajes, bodegones, retratos y desnudos. El grupo más numeroso es el de los paisajes, con una veintena de ellos, seguido por once retratos y completándose con dos bodegones y dos desnudos.
Los paisajes se engloban en dos grupos; los ejecutados entre 1920 y 1930 de la costa alicantina, entre los que destacan los dedicados a Moraira, al óleo y en un formato medio; y los realizados entre 1939 y 1940 en su exilio francés, tras la Guerra Civil Española, en la ciudad francesa de Le Havre. Por su parte, con los retratos el autor acerca al público su obra más íntima al inmortalizar a su estimada familia y a él mismo en un autorretrato a la edad de 45 años. Además de por su pintura, Aguirre destacó por su satírico dibujo que ilustró las revistas humorísticas de la época con las que colaboró a partir de 1914, durante su estancia en Madrid. Las caricaturas de las actrices María Guerrero, Consuelo Hidalgo y la Preciosilla, entre otros rostros femeninos, reflejan la frescura y la renovación plástica de este artista. En la colección sobresale una tira satírica compuesta por cincuenta y cinco viñetas en las que se mofa de lo que acontece tanto en su país como en el mundo. Y entre los dibujos se encuentran dos bocetos preparatorios de un proyecto que desarrolló en 1931 con destino a la decoración del techo del salón de actos de la Diputación de Alicante, que finalmente no se ejecutó.