la fotoperiodista expone su trabajo en cuba y publica un libro

La mirada militante de Eva Máñez en las fosas comunes de Paterna

11/08/2022 - 

VALÈNCIA. Quien haya trabajado al lado de Eva Máñez, sabe de primera mano que es valiente con la cámara. Pero además de morro, hay otros muchos valores más que definen la buena labor de un fotoperiodista. Estos días, la fotógrafa valenciana está haciendo las maletas rumbo a Cuba, donde la Fototeca Nacional expondrá un proyecto sobre las fosas comunes del cementerio de Paterna, cuyas exhumaciones lleva cubriendo desde 2016. Paterna, el paredón de España, reúne algunas de las imágenes más impactantes que ha hecho Máñez para medios como Valencia Plaza, eldiario.es, Reuters o El Salto; además de 60 retratos a descendientes de víctimas de fusilamientos, que han compartido su historia para este proyecto.

Explica Máñez que desde el principio, cuando le contactaron desde la asociación de la Fosa 113 (la primera que se hizo bajo la nueva ley de Memoria Histórica de la Generalitat Valenciana) para que les acompañara en el proceso, supo que había muchas historias detrás: “Una vez vez una exhumación y te cuentan la historia de alguien de los represaliados, te das cuenta de que has de contar el resto”. De esta manera, empezó un trabajo incansable por convencer a compañeros y compañeras de profesión, con cámara, bloc de notas o despacho, de la importancia de hablar de Paterna y de hacer también una exhumación mediática de la represión franquista: “Ha sido un trabajo incansable de ser muy pesada con mucha gente, también de ceder muchas fotografías y hacer trabajo altruista, para que Paterna tuviera la atención que tiene ahora mismo”, reconoce.

El Festival Imaginària le propone a Máñez exponer algo de su carrera periodística, lo que sea. Y entonces se pregunta qué resume mejor su interés y su naturaleza como fotoperiodista. Es entonces cuando decide poner en el centro su trabajo sobre Paterna, pero dándole una nueva dimensión: hacer un relato de género a través de 60 retratos inéditos a mujeres descendientes de los y las represaliadas, que conforman un relato coral de las consecuencias del fusilamiento y la pérdida de la memoria familiar. “El enfoque de género es algo novedoso en el relato de las exhumaciones, y sin embargo, es algo que refleja explícitamente la Ley de Memoria Histórica. A veces, cuando preguntaba la historia a la nieta de un fusilado, se quedaba en blanco cuando preguntaba qué había pasado con su abuela, en una época en la que las mujeres no podían tener propiedades, sueldo, y eran señaladas y vejadas constantemente”, relata Máñez.

Esta insistencia en conformar el relato de género ha dado sus frutos en un trabajo que, además de fotográfico, también ha sido de investigación. Los 60 retratos no se han hecho a vuelapluma, sino que son fruto de una cita, en la que las mujeres le cuentan el relato a Máñez. Después, ella le da forma al texto para destacar las singularidades de cada una de las historias cedidas. Siempre acompañadas de una foto del familiar fusilado, la fotógrafa toma la instantánea de la persona que busca ahora reconstruir la historia: “Me interesa mucho el potencial del álbum familiar y la memoria vicaria. Hay tres generaciones, la que vivió la represión, la que vivió con los dientes apretados y tuvo que callar y una actual que ha decidido que, para avanzar, necesitan romper con ese silencio”.

“Mi mirada en este proyecto es militante, además de por cuestiones familiares y de sensibilidad por la Memoria Histórica, como feminista”, confiesa la fotógrafa. Desde ahí nace este proyecto, en el que lejos de buscar un relato frío de lo ocurrido, ha construido un proceso de implicación y de trabajo codo a codo con las familias represaliadas por el franquismo.

El proyecto ha ido creciendo mucho, y ahora llega a la Fototeca Nacional de Cuba gracias al comisariado de Maribel Acosta, que descubrió, en un viaje a València, el proyecto de Máñez. “La muestra resultó para mí amor a primera vista por sus extraordinarios valores: la pulcritud de los registros, la fuerza de los testimonios, la museografía síntesis y símbolo”, explica la misma.

Además de la exposición, también se ha organizado un encuentro organizado por la Unión de Periodistas de Cuba con descendientes de personas exiliadas a la isla durante la Guerra Civil y la posguerra y familiares de fusilados en el Cementerio de Paterna.

En València, la Conselleria de Memòria Democràtica ha editado un fotolibro con los 60 retratos que tiene previsto presentarse en septiembre, y el Centre del Carme expondrá este mismo trabajo en los meses posteriores. El dispositivo de la exposición es una única pieza de cerca de 18 metros de longitud en forma de acordeón que permite conocer de manera individualizada las historias que ha recogido Máñez en su investigación, aunque la fotógrafa recuerda: “Hay otras muchas que se han quedado fuera porque la gente sigue teniendo miedo a ser señalada en su pueblo”.

No se trata esta batería de muestras y actividades de la culminación de nada porque aún queda muchísimo por hacer. La cuenta atrás sigue corriendo: los y las descendientes directas van cumpliendo años y falleciendo, las fosas se exhuman a un ritmo que juega contra la conformación de una memoria íntegra a través del relato pormenorizado de la barbarie de la dictadura de Francisco Franco. En la lucha contra el tiempo y el olvido sigue Eva Máñez con su cámara.