Se trata del auge inflacionario, estanflación, miedo al crecimiento y la moderación de la actividad y las tensiones inflacionistas, tal y como explica el experto
MADRID. La elevada inflación es la base de esta incertidumbre a nivel macroeconómico y es probable que la evolución de las presiones sobre los precios haga que los inversores se planteen diferentes escenarios a corto plazo: un estallido inflacionista, un escenario de estanflación, una crisis de crecimiento y una moderación tanto de la actividad como de la inflación a niveles relativamente similares a los del ciclo anterior.
A continuación, los explicamos y analizamos qué clases de activos serán los más beneficiados según cada escenario.
AUGE INFLACIONARIO
En términos generales, la presión sobre los precios podría seguir siendo elevada, porque es indicativo de crecimientos sólidos en la demanda y que ofrece al lado de la oferta una razón para seguir tratando de recuperar el terreno perdido: un círculo vicioso. El hecho de que el aumento de los salarios se mantenga sólido en EE UU y continúe acelerándose en Europa ayudaría probablemente a aumentar la duración del ciclo de inversión en capital, que también podría verse reforzado por tendencias más estructurales como la inversión en defensa nacional y la seguridad energética. En igualdad de condiciones, un mayor nivel de movilización de recursos significa mayores presiones sobre los precios.
En este escenario, creemos que los bancos europeos estarían especialmente bien posicionados para conseguir mejores resultados, dado que el sector ha descontado una parte importante del riesgo de recesión debido a las consecuencias negativas para el crecimiento europeo de la crisis de los precios de la energía. En general, este contexto sería positivo para los activos de riesgo y, por lo tanto, también beneficiaría a las divisas de los países emergentes de mayor beta, al dólar y acciones australianas y a las acciones estadounidenses ponderadas por igual.
ESTANFLACIÓN
Los impactos negativos sobre la oferta derivados de los eventos geopolíticos, la persistencia de la pandemia y las interrupciones de la producción consiguientes, o los fenómenos meteorológicos extremos podrían intensificarse. Una subida brusca de los precios de los productos de primera necesidad, como los alimentos, la energía y la vivienda, dejaría a los hogares con menos capacidad para gastar en artículos de consumo discrecional. Y debido a que la inflación ha sido muy elevada, es poco probable que los bancos centrales se fijen en estas fuentes de presión al alza de los precios, incluso si no están relacionadas con el exceso de demanda. El endurecimiento de la política monetaria también afectaría a las perspectivas futuras, lo que aumentaría la presión sobre los ingresos reales.
En nuestra opinión, es probable que las materias primas desempeñen un papel clave en la creación de un entorno de estanflación en el que el crecimiento se ralentice por debajo de la tendencia y la inflación se mantenga muy por encima del objetivo. Creemos que las materias primas en general, así como los valores energéticos y agrícolas, estarían entre los pocos beneficiados si se produce este escenario macroeconómico e igualmente son atractivos si se produce el escenario de auge inflacionista.
MIEDO AL CRECIMIENTO
Como esperamos que el crecimiento y la inflación se moderen, también valoramos la posibilidad de que los inversores esperen que la desaceleración se convierta en un deterioro real. Este sería el caso, en particular, si la actual rotación del crecimiento económico desde los sectores de bienes a los de servicios se convierte en algo más que una situación en la que la incipiente debilidad de los bienes se extiende a los servicios.
Las posiciones largas en el dólar estadounidense frente a las divisas asiáticas cíclicas y el euro -las regiones que, en nuestra opinión, tendrían más probabilidades de ser líderes en una desaceleración económica a escala mundial- son atractivas desde el punto de vista fundamental y deberían mostrar un fuerte impulso. Dentro de la renta variable, también preferimos el sector sanitario que es el sector defensivo con las valoraciones más baratas y las revisiones de beneficios más fuertes de los últimos seis meses.
LA INFLACIÓN SE RALENTIZA, EL CRECIMIENTO PERSISTE
Si la mejora de los resultados de la salud pública reduce los riesgos de la cadena de suministro, los precios de los bienes básicos se normalizan a medida que la demanda se desplaza hacia los servicios y se pone fin a la guerra de Rusia contra Ucrania, es probable que se reduzca la presión alcista sobre los precios sin que se vean afectadas las perspectivas de crecimiento.
No obstante, creemos que las probabilidades de que el mercado valore una transición a ese entorno de 'ricitos de oro' a corto plazo son relativamente bajas, por dos razones:
En consecuencia, nuestro conjunto de posiciones tiene la menor ponderación hacia este escenario en la actualidad. Mantenemos cierta exposición a valores de calidad que suelen tener un buen comportamiento cuando el crecimiento se vuelve más lento, pero sigue siendo positivo y también tienen algunas características defensivas en caso de que el riesgo de recesión percibido aumente materialmente.
Es muy importante vigilar si hay indicios de que los riesgos de inflación y de crecimiento están disminuyendo de forma sostenida, ya que esto sería probablemente una señal para aumentar la exposición bruta a los activos financieros.
Jaime Raga es responsable de relación con clientes de UBS AM Iberia