ALICANTE. Semana importante para el Hércules, si no en lo deportivo donde desgraciadamente está todo el pescado vendido, sí en el plano institucional. En los próximos días Juan Carlos Ramírez tiene la ocasión de demostrar que no va de farol y que cuando habla de tomar las riendas del club lo hace con todas las consecuencias. El empresario tiene ante sí la ocasión de constatar que el suyo es un paso adelante en firme y eso sucederá únicamente si entra a formar parte del consejo de administración blanquiazul, sea o no como presidente.
No se le puede negar a Ramírez que haya puesto mucho dinero de su bolsillo en los tres últimos años casi por amor al arte, ni tampoco pongo en duda su voluntad de seguir desembolsándolo en el futuro para mantener a flote un barco que navega a la deriva. Pero sólo si entra en el consejo de administración podrá tapar bocas y evidenciar que realmente quiere capitanear la entidad. Si no, no dejará de ser un (importantísimo) benefactor que prepara una huida sin consecuencias por si llega una ola que se lleve por delante el club.
Si Ramírez quiere enarbolar la bandera del Hércules y conseguir que las tropas le sigan, éstas deben tener un motivo para creer en su líder (aunque a día de hoy resulte difícil ver al empresario vasco como tal). Y a falta de otros argumentos, que Ramírez se moje realmente por el Hércules puede ser uno. La afición está cansada de muchas cosas pero, entre otras, de que haya hombres de paja al frente del club y que sean terceros, sin ninguna responsabilidad legal, los que hagan y deshagan a su antojo sin tener que asumir personalmente las consecuencias.
Aunque hace tiempo que Enrique Ortiz defiende que ha dado un paso atrás en la gestión del Hércules, el primer gesto que evidencia que está dispuesto a ceder el control del club ha sido entregar la cabeza de Carlos Parodi a Ramírez. Y ahora es Ramírez el que debe tener otro gesto hacia sus aficionados entrando en el consejo de administración y demostrando que está dispuesto a mojarse por el Hércules del todo.
Particularmente he sido muy crítico con Juan Carlos Ramírez porque no me gustan las formas con las que ha actuado en ciertos momentos, pero si da el paso que le reclamo se habrá ganado mi respeto (que no mi conformidad en todo lo que haga). Entre otras cosas porque, me guste más o menos su forma de actuar, estará exponiéndose ante la opinión pública y las consecuencias de lo que pase con el club también le podrán arrastrar a él. Eso sí, cuanto menos se meta en la parcela deportiva, creo que mejor le irá al Hércules.
A todo esto, esta semana se cumple un mes desde que venciera el plazo otorgado por la Agencia Tributaria para que el Hércules avalara los 4,4 millones de euros de deuda. Entonces salió Ramírez a anunciar a los cuatro vientos un acuerdo con el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) para adquirir las acciones del club y, de paso, alcanzar un convenio con Hacienda. Un mes después, el club sigue sin firmar un cerrar un nuevo acuerdo singular con Hacienda, el IVF sigue sin sacar las acciones del club a subasta y el futuro de la entidad sigue en el aire.