la opinión publicada / OPINIÓN

Ese Perrosanxe del que usted me habla

18/01/2025 - 

No estaría de más que algún día de estos el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tenga a bien visitar la provincia de Valencia y, en particular, los municipios afectados por la Dana del 29 de octubre. Aunque sólo sea porque se trata de la peor tragedia que ha vivido el país en su conjunto desde hace décadas, que ha causado cientos de muertos, ha cambiado para siempre o por muchos años la vida de miles de personas, y va a condicionar el devenir de la política, la economía y la sociedad valencianas para las próximas décadas. En resumen, se diría que esta es una de esas situaciones en las que el máximo dirigente del país debería dar señales de vida, comparecer ante los afectados, y mostrar un mínimo de interés por sus problemas. El contraste con el comportamiento de Sánchez a propósito de la erupción del volcán de La Palma, un desastre natural que motivó la continua presencia del presidente en la isla, no puede ser más llamativo.

Sánchez vino pocos días después de la catástrofe acompañando a los reyes y salió trasquilado. Sus escoltas le metieron en un coche tras ser agredido y ya nunca más se supo de él en Valencia. Pero el presidente del Gobierno no puede ser alguien que se esconda permanentemente y "pase" de los ciudadanos afectados por este desastre, especialmente porque es un factor más que se une a los muchos motivos de queja referidos a la desatención y desidia de las autoridades para atender las necesidades de las víctimas de la Dana. Hemos entrado en una espiral delirante y patética, desde el primer día, en la que las estrategias por parte tanto del Gobierno central como de la Generalitat Valenciana están totalmente volcadas a triunfar en su "narrativa" y que el "relato" de los hechos que les beneficia triunfe entre los ciudadanos.

No lo estarán haciendo muy bien, porque lo que dicen las encuestas y la percepción pública es que tanto Sánchez como Mazón, PSOE y PP, están hundiéndose. Y es normal que así suceda, porque parece casi inconcebible que ni siquiera una tragedia de esta dimensión sirva para dejar en segundo plano la conveniencia electoral. 

Que se perciba muy claramente, por parte de la ciudadanía, que el objetivo de ambos es dejar mal al otro y quedar bien ellos. Y no sé qué resulta más bochornoso: si las continuas críticas a lo mal que lo hacen los otros o sacar pecho de las ayudas públicas que dan "los nuestros", como si las sacaran de su cuenta corriente personal y nos estuvieran haciendo un favor.

Sánchez no era el responsable de la gestión de la catástrofe ni de su prevención y por tanto no cae sobre él el peso insoportable de los más de 200 muertos. No se pasó horas en "El Ventorro" haciendo aún no se sabe muy bien qué mientras las inundaciones llegaban al área metropolitana de Valencia. De acuerdo. Mazón es peor. Tanto, que incluso el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una declaración verdaderamente notable, considera que el principal error de Mazón fue no ceder la gestión de la catástrofe a Sánchez, lo que es lo mismo que reconocer su incompetencia e ineptitud y presentarlas a la ciudadanía como un sorprendente valor.

Pero que Mazón lo haya hecho aún peor que Sánchez no significa que el comportamiento de Sánchez sea defendible. Porque no lo es; no lo fue en los momentos inmediatamente posteriores a la tragedia, cuando se le vio el plumero, a él y al Gobierno central, de que lo que más les preocupaba era que las consecuencias políticas de la crisis se las comieran Mazón y el PP y no ellos, en lugar de tomar las riendas de la situación y tratar de minimizar desde el principio y en lo posible los catastróficos efectos de las inundaciones. Y no lo está siendo desde entonces. 

Otros dirigentes socialistas, tanto del PSPV como del Gobierno central, están intentando hacer lo que se espera de ellos (que aporten soluciones, que muestren interés y empatía con los afectados, y que no farden de lo que hacen como si fuera algo excepcional). Pero de Pedro Sánchez, un dirigente que va por ahí presumiendo de su valentía y que ha llegado a publicar una autobiografía de encargo con el título "Manual de resistencia", no se sabe nada. Puede que el presidente tenga agallas para el regate corto de la política, pero su incomparecencia aquí, durante meses, es más que clamorosa.

Como está claro, a estas alturas, que los argumentos referidos a lo que ha de hacer un Gobierno y un presidente en situaciones así no le hacen ninguna mella, vamos a lo importante, para que Pedro Sánchez lo entienda: a su devastador efecto electoral. Esto, sus jueguecitos y su desaparición durante meses, los ciudadanos también lo recordarán cuando tengan que votar, se convoquen cuando se convoquen las elecciones. Castigarán, con la abstención o cambiando de opción política, a los partidos supuestamente "serios", "preparados", con gente formada, de "los que saben gestionar", y se irán a alguna de las diversas opciones del malvado "populismo extremista", de izquierda o derecha, por la sencilla razón de que el fracaso en la previsión de la crisis y después en su gestión está siendo clamoroso, tanto en los hechos como en las palabras y los símbolos. Que también importan.

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