LA TRIBUNA DEL POLÍTOLOG / OPINIÓN

Es tiempo de presupuestos

21/11/2016 - 

Ya comenzó a hacer frío. Hemos sacado la chaqueta y empezamos a ver los primeros anuncios y luces de Navidad. Todos sabemos lo que eso significa en política. El calendario se acaba y es hora de pensar en aprobar los presupuestos del año que viene.

Y como la moda de las mayorías absolutas ya es historia, este año se antoja más complejo que nunca. Más aún en Alicante o en Elche. En 2015 sus gobiernos tripartitos al menos tenían mayoría en el pleno. Ahora ni eso. Es imperativo negociar.

En esta época vemos como, de repente, los viejos enemigos políticos ya no lo son tanto. Especialmente me llama la atención el caso de Compromís y Ciudadanos.

El partido de Albert Rivera llegó a expulsar de la formación a varios concejales por facilitar con su abstención el nombramiento de alcaldes de Compromís en algunos pueblos. No les importaba que la alternativa quizás fuera un corrupto del PP o el PSOE. “A los separatistas catalanistas, amiguitos de Esquerra y Convergencia, ni agua”, parecía ser su absurdo lema.

El partido de Mónica Oltra no mostró mucha más altura de miras en la famosa investidura fallida de Pedro Sánchez. “Vamos a votar que no, pero no por el candidato, sino porque a esos amiguitos del IBEX 35 y del PP que le apoyan, ni agua", nos decían de manera no menos ridícula que lo del anterior párrafo.

Pero en estos fríos y otoñales tiempos presupuestarios podemos oír de repente a Mireia Mollà alabando en Elche “la dialogante actitud” de Ciudadanos, cuyas propuestas ahora por lo visto si que están “en sintonía con los objetivos de los gobiernos del cambio”.

Mismo caso en Alicante. Incluso más surrealista si cabe,  porque hemos llegado a ver en un mismo pleno a Natxo Bellido mostrar gran interés por dialogar con Ciudadanos de partidas presupuestarias, mientras que su compañera María José Espuch les llamaba poco menos que franquistas a la hora de hablar de Memoria Histórica.

Pero por divertidos que sean todos estos giros de actitud (y sobre todo interesados), no quiero dejar de alabarlos. 

Que no se me malinterprete. Me encanta que los políticos de distintas formaciones discutan y tengan opiniones diferentes, demuestra que en nuestra democracia efectivamente está representada toda una pluralidad de opiniones.

Pero me gustaría también que como regla habitual, y no solo en época de presupuestos, los políticos tuvieran actitudes hacia los demás partidos más parecidas a la de Bellido que a la de Espuch. O más cercanas a las de aquellos concejales expulsados de Ciudadanos que a la de su cúpula.

Porque que un grupo político tenga una idea diferente a la tuya sobre como explotar los refugios antiaéreos de la Guerra Civil de Alicante no les convierte en ‘franquistas’.

Y en Compromís (un caso político realmente curioso al que dedicaré un día un artículo entero) hay de todo. Si bien es cierto que tiene un ala que parece que sería más feliz viviendo unos kilómetros al norte de la Comunidad Valenciana, es evidente que no tiene entre sus objetivos sacarnos de España ni iniciar ningún “prucés”.

Tanto en otoño, en verano, en primavera como en invierno defiendo y defenderé que en democracia todos los partidos democráticos son aliados potenciales. Nunca se debe distinguir entre ‘partidos buenos’ y ‘partidos malos’, ya que eso básicamente es distinguir también a ‘buenos’ y ‘malos’ ciudadanos. 

Y eso no es propio de una democracia, sino más bien de otros tipos de regímenes que conviene no revivir.