DE LA VÍA PA ARRIBA / OPINIÓN

Era necesario

19/12/2019 - 

El pasado sábado por la noche la gente que pasaba andando o en coche por el centro de Elche se alertó debido a la presencia de un coche totalmente destrozado por un accidente de tráfico junto al Palacio de Altamira.

La imagen era terrorífica. Era un amasijo de hierros difícil de identificar como un vehículo y varias piezas del coche por el suelo, así como mantas térmicas que la policía y los servicios médicos utilizan para tapar a los heridos o fallecidos, coches de policía, ambulancia y bomberos.

Se trataba de una campaña de impacto de la policía local para prevenir y concienciar sobre los peligros de la conducción bajo los efectos de las drogas y el alcohol, especialmente en estas fechas en las que abusamos y nos relajamos con las celebraciones.

Muchas personas se alarmaron ante la imagen. En un establecimiento en el que yo me encontraba entró una mujer casi llorando, pensando que era cierto. En redes sociales, en un primer momento, también preguntaban por el accidente. Cuando poco a poco se enteraban de que era una campaña de sensibilización hubo comentarios de todo tipo.

La mayoría reconocían que el impacto y desasosiego que creaba el conjunto era realmente duro pero eficaz. Otras personas, probablemente las menos y sin reflexionar del todo, calificaron la escena y la campaña de “desagradable e innecesaria”. Realmente era desagradable, pero muy necesaria.

Era dramático ver ese coche convertido en algo parecido a una bola de papel de aluminio arrugada. Y era terrible ver lo vulnerables que somos y lo que en un segundo puede cambiarnos la vida.

Estamos en una época del año en la que abundan las comidas de amigos, las cenas de empresa y las celebraciones con la familia. Nuestra costumbre, nuestra cultura, pasa por considerar el alcohol como elemento vinculado a la mesa y la fiesta. Separando lo que es un consumo tóxico o las personas enfermas con adicciones, todos tomamos un par de cervezas o de copas de vino en algún momento. Lo que estas campañas nos quieren trasmitir no es que no celebremos, es que no mezclemos el alcohol o las drogas con la conducción.

La sensación de euforia o simplemente el cansancio nos puede llevar a engaño y podemos pensar que en un pequeño trayecto urbano a casa vamos a ser capaces de “controlar”. Pero los datos demuestran que no es así.

Beber alcohol multiplica por nueve las posibilidades de sufrir un accidente y fumar sustancias estupefacientes como “porros” lo multiplica por siete.

Es una ruleta rusa pero hay muchas más balas que recámaras vacías. Son datos de la Dirección General de Tráfico.

La policía local de Elche ya ha empezado a realizar controles de drogas y alcohol los fines de semana con motivo de las fiestas. La semana pasada, se detectaron 13 alcoholemias positivas en unas pocas horas y en un solo punto. Son 13 bombas de relojería circulando por las calles poniendo en riesgo sus vidas y las de los demás. A lo largo de todo el fin de semana fueron muchas más.

Un 43,4% de los conductores que fallecieron durante el año pasado en accidentes de tráfico en España había consumido alcohol, drogas y/o psicofármacos, según el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. El dato es el más alto desde 2012.

La imagen del sábado pasado en pleno centro, rompiendo el ambiente de paz y amor de las luces navideñas y los villancicos, con el simulacro de accidente nos asustó. Fue muy “cortarrollos”. Pero de verdad estas cosas pasan y cuando pasan es un instante, una mala decisión, un momento de poca lucidez. ¿De verdad vale la pena?

Yo vi ese coche y se me heló la sangre pensar que podía ser yo, o lo que es peor, alguien a quien quiero o aprecio. Podías ser tu.