ALICANTE. (EFE).- El conseller de Educación, José Antonio Rovira (Sant Vicent del Raspeig, Alicante, 1962), explica en una entrevista veraniega con EFE su pasado, incluso internacional, como jugador de hockey hierba y su pasión por la historia paleocristiana, pero también su difícil relación con las redes sociales.
Pregunta: Su primer verano en la Conselleria fue cualquier cosa menos tranquilo. ¿Cómo se presenta el segundo?
Respuesta: El Gobierno anterior se dedicó, el tiempo que estuvo en funciones, a preparar que todo saliese mal. No tuvimos vacaciones, pero este año estamos preparando todo para que salga bien y cogernos unos días de vacaciones que creo que nos hemos ganado.
P: ¿Algún destino de vacaciones habitual o es de recorrer mundo?
R: La playa de San Juan en Alicante, en un apartamento heredado de mis padres. Tengo una hija mayor y dos nietos, también veo allí a mi hermana, mis sobrinos, amigos... los de todos los años.
P: Me han dicho que es un amante de las ruinas, las construcciones antiguas y la historia. ¿Tiene tiempo para esa afición?
R: Ahora ese asunto lo tengo bastante aparcado para mi desgracia, pero hace veinte años, cuando era director general de Personal Docente, como dejábamos todo bien arreglado en julio, los primeros días de agosto me iba con mi mujer a recorrer sobre todo el sur de Francia. En mi primer viaje con ella le hice subir a tres castillos cátaros.
P: ¿De dónde le viene esa afición?
R: Creo que de mi padre. De joven no pudo estudiar, fue empleado de banca toda su vida. De pequeño tuve un problemas en los oídos y en la nariz y él me llevaba al médico a Madrid. Íbamos en avión por la mañana y visitábamos museos en el tiempo libre. Ahí creo que me aficioné a estas cuestiones.
P: ¿Qué lugares hay en su agenda como pendientes de visita?
R: Muchos, sin duda. No he ido a El Cairo, quizá sea el más emblemático, pero he estado en Israel. Deseo que haya paz pronto porque quiero volver. Jamás se me han puesto los pelos de punta como cuando visité el Santo Sepulcro.
P: ¿Y guarda relación esa afición por lugares emblemáticos con el interés por los libros de misterio, ocultismo o espiritismo?
R: Si el gusto por el arte y la historia viene de mi padre esto viene de mi madre, que siempre ha sido aficionada. Desde joven le cogía revistas o libros. Hoy en día sigo los programas de Iker Jiménez, escucho otros programas de ese tipo y me gustan los libros de Antonio Piñero, un catedrático de Filología de Madrid, sobre paleocristianismo, los primeros años de la época de Cristo. Conocer qué es historia realmente y qué no lo es.
P: ¿Qué música escucha?
R: Poca, la verdad, pero el 28 de julio en Alicante iré al concierto de Silvia Pérez Cruz, una cantautora catalana que me encanta.
P: ¿Series y películas?
R: Muy poco. Prefiero las policíacas, de espías... Los dramas no los soporto.
P: ¿Cómo se lleva con las redes sociales?
R: Soy de la época de Los Picapiedra, mi relación con las redes es la que me hacen los demás. Una profesora nos hizo un curso en Alicante y me dijo: "Contigo es duro, Rovira". Además, tengo poco tiempo para curiosear.
P: ¿Qué otras aficiones tiene?
R: Sin duda el hockey hierba, un deporte al que jugué desde muy pequeño y que hoy en día sigue practicando mi hijo. Es un deporte amateur, por eso me gusta decirle a mi hijo que aparte de jugar tiene que estudiar, que de eso no se vive. Jugábamos torneos por toda España, a veces en verano íbamos a Bélgica u Holanda. Llegamos a jugar hasta en México.
P: Esa era la siguiente pregunta. De aquel viaje guarda una de las experiencias más curiosas de su vida, ¿no?
R: Exacto. Fue en febrero de 1981 y a la vuelta, durante una escala en Nueva York, nos enteramos del golpe de Estado de Tejero. Teníamos 19 años, nos queríamos ir de fiesta esa noche a conocer la ciudad pero al llegar al hotel conocimos la noticia. Alguno de los jugadores estaba en la mili y había pedido permiso oficial para salir de España. Era imposible comunicar con España y aquella noche nos la pasamos frente a un televisor, con un canal de habla hispana que reproducía en pantalla los teletipos. Unas horas después se acabó el golpe y pudimos recorrer Nueva York tranquilamente.
P: Y ahora tiene un stick en su despacho de conseller. ¿Va bien para que no se alarguen las reuniones?
R: No, no... (ríe). Es decoración. Pero le he regalado uno de mi club (San Vicente) al conseller de Deportes para que se acuerde a la hora de dar ayudas. Soy el encargado de relaciones institucionales del club (ríe).