MÚSICA

Sergio Pastore: "La música a cierta edad es un parque de atracciones que te permite libertad absoluta"

El cantautor valenciano se ha aliado con Carles Chiner (Gener, Meravella) para crear un disco que aborda “el melón” de las nuevas y viejas masculinidades a partir de la controvertida figura de Serge Gainsbourg. El resultado es Banzai, un álbum ecléctico, que salta del rock al reggae, la salsa, el bolero o a las sonoridades orientales

1/08/2024 - 

VALÈNCIA. Hace ya siete años, durante la promoción de su primer disco, Reverdecer (2017), el cantautor valenciano Sergio Pastore (Valencia, 1978) avanzó a varios conocidos que su siguiente trabajo se pondría “gabacho”. Le rondaba la cabeza la idea de rendir homenaje a uno de sus grandes ídolos, Serge Gainsbourg, acercando el repertorio del cantautor parisino a la lengua española. Pero se encontró con un problema insalvable. El estilo lírico de este referente indispensable del pop francés no era fácil de trasladar a otro idioma. “Jugaba mucho con las sonoridades de la lengua francesa, y rimaba buscando el golpe humorístico, más que el poético -señala Pastore-. Eso hacía que las letras perdiesen totalmente la gracia y el sentido al traducirse al castellano. Perdían el carácter y la esencia tan particular que tenían sus textos, que es precisamente lo que yo quería transmitir”.

Por sorpresa, en ese infructuoso intento de dar nueva vida al repertorio de Gainsbourg, empezaron a salir canciones propias. Composiciones que no eran del autor galo, pero que bebían directamente de su aura provocadora de dandi decadente y musicalmente heterogéneo. Así es como empezó a gestarse Banzai, segundo disco de Pastore. Hablamos de un álbum con un punto extravagante en el aspecto musical, que salta sin complejos del rock al reggae, la salsa, el bolero o los ritmos japoneses. El hilo conductor lo pone un personaje que se nos presenta en el primer corte (“Centro de Interpretación del Romanticismo”), y que continúa deambulando por el resto del disco.

Este trabajo, cuya imagen ha sido diseñada por Enric Alepuz, cuenta con un colaborador indispensable que además resulta ser uno de los mejores amigos de Pastore. Carles Chiner, ex líder de Gener, no solo toma las riendas de la grabación, producción y mezcla del disco, sino que ha jugado un papel primordial en la composición de sus diez temas. Hablamos de todo ello con Sergio, alma pater de Pastore.

-¿Cómo describirías al protagonista de este disco?
-Ese personaje toca de lado la masculinidad que se asocia a la figura de Gainsbourg. En estas canciones lo traigo a nuestra sociedad contemporánea para hacer que se enfrente a diferentes situaciones. “Centro de Interpretación del Romanticismo”, que es la canción bandera del disco, habla de diferentes citas con mujeres en las que todo le sale mal, y él mismo se va dando cuenta de que hay algo que no funciona. Todo esto visto desde una posición irónica, divertida y con mucho humor. Era fundamental para mí abrir este tipo de debate desde un punto de vista humorístico. Para hablar de todo esto con más seriedad y más solidez hay otras personas más cualificadas que yo. En realidad, la primera canción que compuse para este trabajo fue “Watson y Holmes”, que está basada en el personaje de la serie de Sherlock, porque para mí guarda cierta similitud con Gainsbourg, y habla de un hombre sociópata que poco a poco logra humanizarse y mostrar sentimientos, ternura y empatía. Cada una de las canciones del álbum es de su padre y de su madre, pero con esa idea principal de un hombre de antaño enfrentado a este mundo actual tan lleno de matices, de ofensas y límites.

 -¿Dónde te sitúas tú, como hombre en la cuarentena, con respecto a estos cambios? ¿Hasta qué punto el disco responde también a tu interés por aclararte contigo mismo?
-Mi posición frente a todo esto es ni más ni menos que la que hay en el disco. Es decir, ese personaje  también tiene muchas partes de nosotros; unas partes oscuras de nuestra masculinidad que no comprendemos o no sabemos tratar. Y ese tipo de aprendizaje que recibe el personaje también lo recibo yo, y creo que lo reciben muchos hombres de mi generación.

-¿Qué significado tiene Gainsbourg para ti, no solo como músico, sino como icono de una sexualidad masculina que hace décadas era absolutamente cool y ahora resulta misógina y machista? 
-Es una figura esencial de un mundo que ya ha desaparecido. Representa el siglo XX por completo: culturalmente, estéticamente, desde el punto de vista de la actitud. Lo asemejo a actores, directores o escritores como Robert De Niro, Marlon Brando, Scorsese o Foster Wallace… esa raza de artistas con los que hemos crecido y que seguramente no existirá más, porque ahora hay otro modelo. Creo que Gainsbourg forma parte de ese club de la prehistoria cultural esencial. Abarcó muchísimos registros; era un artista total. Además de músico, era cineasta, actor, pintor y un personaje público adorable, en el sentido de que una entrevista con él daba unos titulares magníficos para los periódicos. Poco a poco, todo eso se volvió en su contra. Siempre me acuerdo de la frase de Batman: “O mueres como un héroe, o vives lo suficiente para convertirte en un villano”. Gainsbourg acabó siendo un personaje repudiado, y con razón. Esa parte oscura que durante su juventud le proporcionó mucho éxito, luego acabó siendo insoportable. Un ejemplo es “Je t'aime... moi non plus”, su máximo éxito, que resultó graciosa y divertida cuando se publicó. Yo no soy nadie para juzgar si estaba bien o mal su comportamiento, pero me parece una figura y un personaje interesantísimo. Más allá de sus malas decisiones o de las relaciones que tuvo, creo que todo el mundo debería echar un ojo a su repertorio.

-Carles Chiner, que también colaboró en alguna canción de Reverdecer, ha tenido un papel muy importante en este segundo trabajo. ¿Cómo se ha desarrollado esta colaboración?
-Carles y yo hemos cocinado Banzai mano a mano en el estudio que él tiene en su casa. Lo hemos compuesto en jornadas intempestivas, cuando todo confluía y podíamos pasar un par de días juntos encerrados. Seguimos lo que hacían nuestros grandes ídolos, que creaban, grababan y producían en el mismo estudio, y en un mismo día. Como el famoso Lost Weekend de John Lennon. Carles es uno de mis mejores amigos, somos prácticamente familia. Y además es un referente musical absoluto para mí. Creo que Gener fue una de las mejores bandas, sino la mejor, que ha surgido en nuestra ciudad. Y proyectos como el de ahora, Meravella, también son fascinantes y muy interesantes. Como nos conocemos mucho, invertimos poco tiempo en materializar nuestras ideas. Sabemos enseguida lo que está pensando el otro. Una de las cosas más bonitas de esta grabación ha sido la oportunidad de pasar todo este tiempo juntos reafirmando nuestra amistad y haciendo lo que más nos gusta.

-¿Por qué te ha llevado tantos años -siete- hacer este segundo disco?
-Soy de composición lenta y me cuesta sentarme a componer. También es cierto que compongo mucho a través de la chispa; tengo que encontrar el concepto o la idea sobre la que escribir para poder abrir las compuertas y que surja todo lo demás. Además, tengo otro trabajo, y familia. Todo esto ha influido en que se haya prolongado tanto la existencia de una grabación oficial, aunque durante estos años he grabado otras cosas en casa que no han salido a la luz. De todos modos, tampoco me he preguntado mucho sobre si habría otro disco o no. Quizás el disco tiene esa efervescencia y es tan contagioso porque las canciones no tenían un proceso de creación excesivamente largo.

 
-Según contaste en su momento, las canciones de Reverdecer nacieron de un momento de crisis vital y te sirvieron como terapia. En este disco, en el que también utilizas un lenguaje claro y muy diáfano, se atisban otros tonos: hay ironía, cachondeo incluso en algunos temas. ¿Tiene esto algo que ver con la elección del título del disco, que en japonés puede traducirse como una expresión de alegría tipo "¡Viva!"?
-Reverdecer y Banzai son discos completamente distintos, que podrían proceder de músicos diferentes. Mi primer disco surgió en un momento en el que yo estaba pasando una mala época a nivel emocional, y las canciones responden a eso, son confesionales y hablaban de mi aprendizaje vital. Banzai tiene un punto diferente desde el primer momento. Es más festivo y utiliza el humor y la ironía como fuente compositiva para decir verdades. Una de las ideas clave que Carles y yo manejábamos era la necesidad de huir del dramatismo. Queríamos ser intensos, pero no dramáticos. Visto desde la lejanía, creo que Reverdecer pecaba un poco de dramatismo. En cuanto al título, Banzai es el grito de guerra samurai que se utiliza antes de lanzarse a una batalla en la que no sabes si sobrevivirás. Esa parte heroica y kamikaze casaba muy bien con el espíritu del disco.

-Da la impresión de que este álbum ha sido para ti una especie de parque de atracciones en el que te has permitido jugar con todo tipo de estilos ¿Crees que ese tipo de libertad te la da en parte el hecho de que no vives profesionalmente de la música y por tanto tampoco te preocupa dirigirte a un perfil específico de oyente? [Sergio es maestro de educación primaria].
-Sí, realmente la música a cierta edad es como un parque de atracciones, o como una gran juguetería adulta que te permite libertad creativa absoluta. Al estar compuesto en gran parte a través de la voz de un personaje, este disco me ha dado una libertad todavía mayor. En ningún momento nos planteamos ni Carles ni yo qué estilo musical iba a gobernar el disco. Siempre he escuchado diferentes tipos de música; me gusta mucho la latinoamericana, en la que la variedad de estilos y ritmos están a la hora del día. Tengo mucho bagaje de esa raíz y creo que en este disco se ve. Además, todo esto lo hilo con el personaje de Gainsbourg, porque él también tenía ese punto a la hora de componer de no anclarse a ningún tipo de sonoridad. Tocó muchos palos distintos: reggae, calypso, jazz latino, canción popular, balada costumbrista… todo ese estilo era él al final. Creo que Banzai, a pesar de tener ese eclecticismo, sí está conectado internamente de alguna manera. Los estilos cambian, pero no te dan un codazo y te sacan del disco. Hay una cierta coherencia, aunque que se ha logrado de forma muy inconsciente. Creo que es fundamental abrir compuertas en la creatividad y no quedarse encerrado en un mismo género musical.