ALICANTE. No es una exposición al uso, sino que más bien es un espacio de transformación que se basa en la idea de ensayo, desde el concepto puramente teatral, con una serie de pruebas que pueden llevar al espectador/participante hacia algo que puede funcionar... o no. "Se vincula todo, además, con la incertidumbre que nos rodea y que no nos permite a los artistas programar, así que refleja esa inquietud que nos envuelve", explica Diana Guijarro, comisaria de esta muestra que permanecerá abierta al público en la Caja Blanca del Centro Cultural Las Cigarreras hasta el 9 de enero.
Ensayo antes de la actuación es el título de esta experiencia participativa y transformadora, a través del arte contemporáneo, donde participan seis artistas: Gonzalo Puch, Julia Mariscal, Rodríguez-Méndez, Rosana Antolí, Eduardo Infante y Zilvinas Landzbergas. Mediante mensajes escritos en el suelo, que actúan como un toque de atención para el visitante, se insta a la interactuación con la obra durante un recorrido que transcurre entre diversas instalaciones que contienen objetos estáticos y en movimiento.
"Los seis artistas no solo muestran su obra, sino que también vinculan al público con talleres o workshops que se irán realizando durante todo el periodo que dure la muestra", describe Guijarro. Actividades para las que habrá que inscribirse y que transformarán inevitablemente el espacio expositivo, dando una valiosa información a los artistas, que después la utilizarán como fuente de inspiración para futuras producciones. "Una muestra viva, que no termina".
"Es un proyecto de investigación artística que busca generar un territorio en proceso de crecimiento", apuntó el edil Antonio Manresa durante la presentación, este jueves. Una iniciativa que nace de la convocatoria pública Buitblanc, dotada con 9.000 euros de la Concejalía de Cultura. "No va a ser una exposición fija, sino que en sus espacios y las diferentes piezas que la componen se van a ir modificando. Una exposición atractiva con todas sus obras siguiendo un hilo conductor y, cada dos semanas, irá evolucionando", explicó.
Ensayo antes de la actuación constituye una especie de "fase preparatoria" donde las diferentes propuestas se encaminan a pensar sobre la presencia corporal y las posibles interacciones entre los cuerpos y el espacio, pero también en "cómo las partes pueden convertirse en un todo complementario", explican los autores de estas instalaciones. Jardín astronómico es la pieza del sevillano Gonzalo Puch con la que se inicia este recorrido, que en este caso lanza un mensaje ecologista en el que relaciona la basura de la tierra con la del espacio.
Lo hace a través de materiales reciclados y mediante el movimiento giratorio o circular, su última fijación artística surgida durante el confinamiento. "El universo está lleno de chatarra cósmica, pero aquí la naturaleza también se encuentra en una situación muy precaria; esa sensación de caos que percibo al tener basura encima y debajo de nuestras cabezas es la que se plasma en la instalación", explica el autor. "Cada artista tiene su propio mensaje, pero lo interesante es que el visitante tenga libertad y sea capaz de generar sus propias conexiones, porque ninguno tendrá la misma lectura que otro", describe la comisaria.
La ruta expositiva continúa por la obra de Zilvinas Landzbergas, un gran telón construido en tres partes, para seguir con la performance de Julia Mariscal, que cualquier visitante podrá realizar leyendo una carta con sus indicaciones. Antes de finalizar el trayecto en la sala audiovisual donde se muestra la obra de Rosana Antolí, el público se encuentra con la experiencia que ofrece Eduardo Infante, que se expresa en esta muestra a través del dibujo, "un lenguaje al alcance de cualquiera", afirma. Con sencillas cartulinas y pinturas rudimentarias construye unos dibujos en gran formato que serán completados por el público.
El rayo verde es el título de esta instalación que no busca ser una obra maestra, sino crear unas líneas que crezcan o unas manchas que expresen. Según explica, "el lenguaje plástico está descomprimido y, para hacerlo inteligible, habría que volverlo a comprimir; esa es la magia de la plástica, que es un hecho y no está obligado a transmitir nada inteligible", sentencia. "Nunca entenderé por que desde pequeños nuestro primer lenguaje es el dibujo, pero luego lo abandonamos por un lenguaje comprimido".