VALÈNCIA. Llamas al timbre, se cierra la puerta y con ella el ruido de Primado Reig. Coges el ascensor y subes hasta el quinto piso. Apenas conoces a la gente que te espera y, tal vez, la exposición empiece con eso. La situación es rara y sitúa la percepción de las obras desde otro lugar. Los convecionalismos arquitectónicos de una galería o de una institución desaparecen, la exposición se despliega en un piso de un edificio de la época desarrollista. No hay esa supuesta higiene visual moderna del cubo blanco, hay rodapié y un dibujo del plano que no responde a un polígono racional. Todos los criterios expositivos del arte moderno autónomo concluyen en el momento en el que llamas al timbre y sabes que estás subiendo a casa de alguien. Una casa que se ha vuelto espacio expositivo.
Algo Algo Editorial son Shabely Acebo Estévez, Miguel Rubio Tapia y Mencía Machado Pérez. Tres colegas de Tenerife que se conocieron en la facultad y que están en València estudiando diferentes másters de producción artística. Algo Algo Editorial surge en enero de 2021. A principios de año deciden editar cuatro fanzines en los que poder desplegar formatos, estéticas e investigaciones compartidas. Los temas giran ya en ese momento a cuestiones vinculadas al territorio.
Desplazamiento por estudios o trabajo y un sistema cultural nacional centralista que muchas veces obliga a tocar sus núcleos culturales hacen, que la escena canaria (como otras) esté acostumbrada a salir del archipiélago de forma recurrente. “En Tenerife, la historia general de cualquier persona, que se haya ido fuera de la isla es volver, con el yo he estado fuera. Estaba Martín Sicilia, Alejandro Castañeda. Lo teníamos en mente” cuenta Algo Algo Editorial. “Por alguna razón la gente que se va fuera de Canarias, termina haciendo cosas así”.
Hay una pequeña genealogía de proyectos deslocalizados canarios. Esta tendencia permite ver como esta escena tiene muy consciente como implementarse dentro de los contextos a los que migran y con sus recursos consiguen hacerse visible dentro de estos. Proyectos en Madrid como el edificio de Martín Sicilia, Cosa de Alejandro Castañeda, junto a Maria Menchaca, Storm and Drunk de Raisa Maudit, o ahora en València, el piso de Algo Algo Editorial. Todos estos proyectos son testigos de una manera de hacer, que permite ver como a partir del abrir un espacio de recepción, la escena canaria busca en sus nuevos contextos una conexión y visibilidad.
A parte de esta condición nómada, se junta también una cuestión generacional propia de unos tiempos en los que se ha asumido el bloqueo institucional y la escasez laboral. La escena emergente empieza a crear contexto independiente como respuesta. Aunque la idea de independiente se podría poner en duda, por independiente se acaba entendiendo la autogestión y un repensamiento de la situación individual y colectiva. Este repensar pasa muchas veces por asumir qué se tiene y desde donde se parte y trabajar con ello. Un situamiento de una generación que no piensa tanto en hipotecas o en proyecciones futuras de especulación, más bien en sus recursos y posibilidades.
Este contexto ha hecho pensar a Algo Algo Editorial en expandirse del blanco de las páginas del fanzine o el libro a las paredes de pladur y yeso de su casa. Cediendo su espacio de intimidad al proyecto expositivo, el colectivo invita artistas a intervenir en su lugar de cotidianidad. El proyecto curatorial les permite además mantener la producción editorial y acompañan la exposición con fanzines con imanes que puedes llevarte a tu nevera.
“No hay como una sensación de estoy en mi casa y estoy durmiendo en el pasillo. Te despiertas pero ya estás dentro de la expo y tienes que recoger y preparar el espacio para convertirlo de nuevo en espacio expositivo”. Comentan los integrantes del grupo. “Estuvo bien que durante la exposición te girabas y veías a gente buscando vasos en tu casa o fregando”.
La familiaridad de tu espacio cotidiano se desvanece. Aunque Algo Algo Editorial no lleva mucho tiempo en el piso y aún sus cuerpos no se han habituado a la casa, el hecho de ceder tu espacio cotidiano puede llegar a generar cierto extrañamiento. Algo así a lo que Freud llamaba umheimilich, y que podemos traducir como el rostro siniestro de lo familiar. Una sensación de deslocalización en el lugar familiar y que en momentos de poca lucidez, como al despertar, te hace sentir un no conocimiento de este. Tu vivienda se convierte en tu trabajo y eso algo que empieza a ser demasiado habitual: teletrabajo, rooms producers o artistas que viven en su estudio.
Desde un principio las lineas de investigación de Algo Algo les han llevado a trabajar con cuestiones en relación al territorio. Estos planteamientos también se han desplegado al programa curatorial que habitará su casa. Para la primera muestra invitaron a Álvaro Porras que a partir de una investigación especulativa en torno a los círculos. Círculos en territorios a los que a falta de una investigación académica se les atribuye un significado narrativo y ficticio. El artista parte de la forma para hacer una serie de guiños conceptuales que hilvanan teorías arqueológicas no demostradas con guiones de películas pop. La exposición, titulada Patata, abre un programa curatorial que se añade a la escena independiente de València.