NUEVO DISCO Y NUEVA GIRA  

El Twanguero y el viaje de ayahuasca que le llevó a grabar a una jungla de Costa Rica

El músico valenciano, asentado en Los Angeles desde hace seis años, continúa su recorrido por el mundo siguiendo la evolución de la guitarra española. En el segundo volumen de Carreteras secundarias, Diego García lleva a su terreno los estilos latinoamericanos desarrollados entre Centroamérica y Argentina. La gira de presentación le llevará en mayo a Alicante, Benidorm y València

14/04/2022 - 

VALÈNCIA. El guitarrista Diego García, más conocido como El Twanguero, responde a nuestras preguntas desde el barco-casa que tiene amarrado en la reserva natural de Venice Beach, situada a 17 kms de Los Angeles. Navegaba con él hasta que un día se estropeó un motor y decidió reformar el interior para reconvertirlo en un estudio de grabación, sala de ensayo y oficina. Una solución mucho más conveniente que los 4.000 dólares mensuales que tendría que pagar por el alquiler de un espacio similar en la ciudad. En esta residencia flotante, rodeada de ilustres vecinos (a pocos metros están los barcos de Bob Dylan y David Lynch), el artista valenciano pasó también los primeros meses de la pandemia.

El Twanguero llegó a Estados Unidos en 2017 gracias a la tarjeta de residencia que se le otorga a todos los ganadores de un Grammy. Él consiguió uno, dentro de la categoría Latina, por el disco Romance de la Luna Tucumana (Universal, 2013), grabado junto a Diego El Cigala. Fue un cambio de vida drástico, que no solo implicó apretarse el cinturón para adaptarse al costoso nivel de vida de Los Angeles, sino que también devolvía al anonimato a un músico que ya era muy reconocido en España y Latinoamérica, tanto por su carrera en solitario como por su trabajo como músico de estudio y directo para artistas como Calamaro, Jaime Urrutia, Juan Perro, Santiago Auserón o Enrique Bunbury. Para dar un salto adelante en su carrera estuvo dispuesto a empezar de cero en algunos aspectos.

“La jugada me está saliendo bien -reconoce-, pero me ha costado. Los Angeles es una ciudad inmensa y muy solitaria. Ahora ya tengo mis colegas, pero me pasé un primer año muy solo. No existe una vida social al estilo de Madrid o València, donde bajas al club y siempre te encuentras a alguien. Aquí a lo mejor haces un amigo, pero vive a hora y media y solo os podéis ver cada dos semanas”. “Este es un lugar que te abre muchísimas puertas, aunque tienes que venir con bastantes ahorros para poder arrancar. Si no, es imposible”, asegura el músico valenciano, basándose en sus seis años de experiencia viviendo en la meca mundial de la industria del entretenimiento.

Lo primero que hizo al llegar fue contratar a una relaciones públicas a la que conoció en una fiesta. “Le dije que me daba un poco igual que me consiguiera entrevistas, que lo que más me interesaba era que me llevara a fiestas de gente del mundo de la música donde pudiera llevar mi guitarra. No es que yo sea una persona carente de habilidades sociales, pero sé que mi oportunidad para llamar la atención y hacer contactos aparece sobre todo cuando toco en directo”. Poco después completó su equipo con un manager y un sello discográfico.

Música para la industria de contenidos audiovisuales

Desde entonces han pasado muchas cosas. El Twanguero está plenamente integrado en el amplio circuito de conciertos de universidades y centros culturales norteamericano, caracterizado por un público más bien bohemio e intelectual, y donde suele prestarse interés a las músicas del mundo. En España, cuando escuchamos la palabra “centro cultural” pensamos en un espacio de titularidad pública y presupuesto raquítico. “La diferencia es que aquí hay mucho dinero, incluso para proyectos como el mío, que no son nada comerciales. También hay mucha competitividad, porque Los Angeles es un polo de atracción para artistas de todo el planeta, y muy buenos además. Así que tienes que currártelo. Más que de música, durante estos años he aprendido mucho sobre emprendimiento musical. Por muchos años que llevase trabajando como músico profesional, no he empezado a entender cómo funciona esto de verdad hasta que no he llegado aquí”.

Además de sus regulares actuaciones por toda Norteamérica, sus colaboraciones como músico de estudio para otros artistas no han parado de crecer (“Me llaman para muchas grabaciones con guitarra española”, nos cuenta). Pero el verdadero elemento diferenciador de California, su verdadera ventaja con respecto a otras ciudades, es la industria de contenidos. La pandemia le dejó este hecho meridianamente claro: “En Nueva York, que es una ciudad dotada de una escena de música en vivo gigantesca, los músicos que vivían hasta ese momento de tocar cinco veces por semana lo pasaron fatal. Aquí en Los Angeles, sin embargo, el trabajo se me triplicó. Nunca he currado tanto como en 2020. Durante el confinamiento aumentó muchísimo el consumo de pantallas, y con él la demanda de contenido musical para anuncios, redes sociales, apps o plataformas de televisión. Date cuenta de que en un área muy cercana están las sedes de Netflix, Amazon, Facebook, Whatsapp…”

La alucinación premonitoria de un jaguar

“Este es un lugar perfecto para un músico como yo, que en realidad soy muy underground y en cada proyecto hago lo que me da la gana. Aquí hay dinero para apoyar mis locuras”. La última de ellas ha consistido en escaparse tres meses a una jungla de Costa Rica para grabar un disco inspirado en un viaje de ayahuasca. El resultado es Carreteras Secundarias Vol. 2 (Cósmica, 2022), un álbum donde prosigue su investigación de campo sobre la transformación que experimentó históricamente  el sonido de la guitarra española al viajar por el resto del mundo. Si la primera entrega nos trasladaba a los orígenes del blues, el country y el ragtime en ciudades norteamericanas como Chicago o Nashville, en este nuevo trabajo ha puesto el foco en los ritmos y estilos de la guitarra latinoamericana. A diferencia de otros discos, que se han grabado en estudios repartidos en distintos países o ciudades, este se ha registrado enteramente en una jungla de la parte caribeña de Costa Rica, el único país al que se podía viajar sin restricciones en 2020.

Documental que recoge la grabación del último disco de El Twanguero en Costa Rica

Todo empezó con un viaje de ayahuasca. “Yo tenía una novia de Sinaloa (México) que organizaba ceremonias de este tipo desde hacía muchos años. En noviembre de 2019 me invitó a asistir a una de ellas en Topanga (donde por cierto acaba de mudarse Enrique Bunbury). La idea era que yo participase y además tocase la guitarra, aunque me resultó imposible el primero de los tres días que dura la ceremonia. Los otros dos pude hacerlo, y tuve visiones espectaculares y experiencias sonoras que pude grabar. Al principio pensé que me moría, pero después me dejé llevar, atravesé un túnel y aparecí en una jungla que parecía completamente real. Allí  lo primero que vi fue un jaguar que estaba llorando y me hablaba”. Ese felino salvaje protagoniza una de las canciones incluidas en Carreteras Secundarias Vol. 2, donde también encontramos temas dedicados a Argentina (“Iguazu”, “Pampa”) o a la música folclórica centroamericana (“La leyenda del Cañaveral”).

“Mi idea inicial era viajar por Centroamérica, bajar a México y acabar en Chile, pasando por varios estudios. Pero como no se podía hacer, me fui directamente a Costa Rica. Llegué ya con la mitad del repertorio compuesto, pero allí me encontré con la sinfonía de la jungla. Un montón de sonidos de pájaros, monos, chicharras que grababa por las noches y después los integré en algunas canciones, o incluso interactuaba con ellos con las cuerdas de la guitarra”. Sentado en un claro en medio de la selva, rodeado de árboles de cacao de más de 600 años y acompañado de una guitarra española de la prestigiosa casa Ramírez, varios micrófonos y un generador silencioso, el disco empezó a tomar forma.

“Yo venía de haber pasado los primeros meses de la pandemia encerrado en el barco, más solo que la una. Fue un periodo en el que aproveché para reencontrarme otra vez con la guitarra española, que es el instrumento con el que empecé a tocar de niño en València. Meterme en una jungla a grabar adquirió todo el sentido del mundo, no solo porque allí descubrí el paisaje que había visto durante mi viaje de ayahuasca, sino porque lo entendí como una ofrenda al bosque por haberme regalado el material que ha condicionado toda mi vida: la madera con la que se fabrican las guitarras. El disco está grabado con una guitarra maravillosa hecha a mano para mí con maderas de Centroamérica”.

“La parte de cultura negra de Costa Rica, la del Pacífico, tiene estilos de guitarra muy interesantes derivados del contacto entre antiguos esclavos que enviaban allí desde distintas partes del mundo para trabajar en astilleros. El Puerto de Limón, por ejemplo, conectaba Costa Rica, La Habana y Nueva Orleans, y todo eso se observa en el beat afro del calypso, por ejemplo, que es muy chill-out, como muy reggae. Y luego tienen el swing criollo, que es como una cumbia de los blancos”.

Este contexto, sumado a la experiencia reciente de El Twanguero en la India, donde fue contratado para tocar durante un mes en un retiro de meditación, explica que esta sea la música más introspectiva que ha compuesto a lo largo de su carrera; el que tiene atmósferas más espaciosas. “La verdad es que yo de hippie no tengo nada -ríe-, pero es lo que me pedía el cuerpo. No me apetecía grabar un disco con banda, pero separado del resto de músicos. Yo soy esencialmente un músico de rock, pero lo que me gusta es la interacción en el local de ensayo y esas cosas”.

La gira de Carreteras Secundarias Vol. 2 cruzará el charco y recalará en la Comunitat Valenciana en mayo. Están previstas por el momento tres fechas: el 14 de mayo en la sala Euterpe de Alicante; el día 15 en la sala Quinta Avenida de Benidorm, y el 22 en el 16 Toneladas de València. Serán espectáculos en los que Diego García contará la historia detrás de las canciones; miguitas de pan en sus incesantes viajes por el mundo persiguiendo y reinterpretando el camino que transitó en su día el la guitarra clásica. “Empiezo el viaje en España, paso por Chicago, me detengo en la jungla y termino en Argentina”.

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