VALÈNCIA. Uno de los principales argumentos cuando la ministra Diana Morant, exalcaldesa de Gandia, se presentó al proceso para liderar el PSPV-PSOE en sustitución de Ximo Puig fue, precisamente, que formaba parte del gobierno de Pedro Sánchez. Un rango que le proporcionaba una importante ventaja mediática frente a cualquier contendiente, dado que su categoría como integrante del Ejecutivo central le garantizaba una visibilidad y potencia en el discurso muy superior a la de sus hipotéticos competidores, el secretario general de Alicante, Alejandro Soler, o su homólogo de Valencia, Carlos Fernández Bielsa.
Medio año después de que Morant se convirtiera en secretaria general del PSPV-PSOE puede hacerse un primer análisis sobre la situación de los socialistas valencianos como principal fuerza de oposición frente al presidente de la Generalitat y líder del PPCV, Carlos Mazón. Lo cierto es que, pese a los momentos de dificultad atravesados por el jefe del Consell, especialmente a causa de la pérdida como aliado de Vox, no parece que el PSPV esté poniendo en apuros al presidente de la Generalitat: más bien al contrario.
En primer lugar, uno de los agujeros del PSPV en los últimos meses se concentra en la reforma del sistema de financiación y, más en concreto, en la reivindicación de un fondo de nivelación mientras se aplica la remodelación de un sistema que perjudica notablemente a la Comunitat Valenciana. Este mismo jueves, el secretario de Organización del PSPV, Vicent Mascarell, admitía en una entrevista en À Punt un cambio de discurso en su partido sobre esta cuestión debido a que la nueva líder, Diana Morant, era ministra del Gobierno de Pedro Sánchez.
Es decir, lo que sí pedía el PSPV liderado por Ximo Puig (por ejemplo en 2022 en Les Corts) ya no se exige ahora debido a que la nueva secretaria general forma parte del Ejecutivo central. O lo que es lo mismo: se ha producido un cambio de estrategia respecto al fondo de nivelación porque el Gobierno de España no es favorable a esta petición y Morant, precisamente, forma parte del Ejecutivo central.
Una posición que, además de debilitar en esencia la independencia de la federación valenciana, no permite al PSPV ningún rédito dentro de la Comunitat, dado que se evidencia un cambio de criterio en una cuestión básica donde existía un acuerdo global en organismos como la Plataforma per un Finançament Just, donde el PP ha tomado el control gracias al desmarque de los socialistas valencianos.
¿Es una derrota o sólo una concesión mínima de cara al futuro? El tiempo lo dirá. No obstante, lo que resulta evidente es que el PSPV está atando con un nudo marinero su destino al del PSOE de Sánchez, sin que eso sea garantía -tal y como se vio en las elecciones autonómicas de 2023- de opciones de triunfo. Especialmente cuando se renuncia a reivindicaciones básicas que venían solicitándose hasta hace bien poco.
En la otra orilla, los argumentos del PSPV son claros: Mazón miente y no reivindica en realidad la condonación de la deuda para no enfrentarse a Feijóo; su fondo de nivelación no es sólo para la Comunitat Valenciana sino para todas, lo que quita sentido a la exigencia y, en definitiva, es un presidente siempre abonado a la mentira o, en todo caso, a la media verdad. Un bagaje que no parece suficiente para desacreditar al jefe del Consell salvo que se vea debilitado, por ejemplo, con un rechazo de Vox a la aprobación de los presupuestos o a una 'bofetada' que le llegue desde Génova y le obligue a recular en sus reivindicaciones.
Con este escenario, a los socialistas valencianos quizá les conviene analizar hasta qué punto se rentabiliza que Morant sea ministra del Gobierno de Sánchez. Para su entorno, las ventajas superan con mucho los inconvenientes: por visibilidad y por capacidad de acción y gestión gubernamental en diversas cuestiones que, no obstante, en muchos casos resultan colaterales para la opinión pública.
En la otra orilla, hay dirigentes socialistas que opinan que resulta demasiado complicado dirigir el PSPV sólo con una agenda parcial de uno o dos días a lo largo de la semana en la Comunitat, por más que se intente tapar el resto de jornadas con notas de prensa o declaraciones desde la distancia. De la misma manera, hay quien cuestiona el excesivo seguidismo a cualquier decisión o posición que emane de La Moncloa, una estrategia que difiere de otras federaciones socialistas, que prefieren poner distancia -o al menos no mostrar tanto entusiasmo- con algunas posturas de Sánchez.