MADRID. La segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas ha dado paso a un parlamento sin mayoría, lo que ha provocado una importante ralentización de la agenda de reformas. En las próximas semanas se producirá una remodelación del gabinete y las negociaciones, que podrían derivar incluso en un nuevo Primer Ministro que facilite un gobierno de coalición con Les Republicains. Pero los conservadores están divididos internamente, por lo que un gobierno de coalición no es un hecho.
Si no se forma una mayoría estable, puede surgir una alianza más complicada con el centro-izquierda, pero con más riesgos de crisis de gobierno. Un gobierno en minoría podría tener que buscar un apoyo proyecto de ley por proyecto, y podría surgir una parálisis política. En ese caso, tampoco se descartaría el riesgo de nuevas elecciones anticipadas.
El programa de reformas de Macron se diluirá considerablemente. Aunque Les Republicains apoyarían medidas cercanas a su programa, también exigirían concesiones, limitando el gasto social y aspirando a una disciplina fiscal más estricta.
El presidente conserva el control de las políticas exterior y de defensa, aunque probablemente se enfrentará a una mayor oposición en lo que respecta a una mayor integración en la UE. Las presiones políticas derivadas de la crisis del coste de la vida probablemente reforzarán sus esfuerzos para impulsar un compromiso diplomático sobre la guerra de Ucrania.
Estas elecciones son una manifestación de los desafíos políticos en un entorno inflacionario. Los votantes se mostraron más desencantados, con una participación mínima récord en torno al 46%, y más descontentos con el presidente en funciones que en 2017, como refleja la elevada abstención en la segunda vuelta presidencial.
Los partidos centristas y moderados salen debilitados, mientras que hubo un apoyo históricamente alto a los partidos populistas, sobre todo a los de extrema derecha, en medio de la actual crisis del coste de la vida. La consecuencia es un espectro político fragmentado, en el que los partidos se ven obligados a transigir en sus políticas para evitar la parálisis.
Pietro Baffico es economista de abrdn